Aunque se pudiera pensar que las copas menstruales son cosas de los últimos tiempos y que son utilizadas por las nuevas generaciones, lo cierto es que estos dispositivos llevan muchos años en circulación, pero con muy poco impacto en el mercado. No fue hasta la llegada de los nuevos materiales cuando la copa menstrual vio su resurgir. “La primera copa menstrual es un invento del siglo XIX, pero no fue hasta los años 80 cuando empezó su lento renacimiento con la creación de un modelo fabricado en látex”, explica Pilar Ruiz, responsable de Comunicación de Intimina en España y Portugal.
No obstante, afirma que el verdadero punto de inflexión fue en el año 2000, cuando se comercializó la primera copa fabricada en silicona de grado médico. “Se trata de un nuevo material hipoalergénico que previene el crecimiento bacteriano. Por eso resulta tan increíble que hayan tenido que pasar más de 80 años para que este método de protección para el periodo menstrual se haya hecho tan popular”, se asombra la experta.
Ruiz recuerda que, a finales del siglo XIX y principios del XX, “se patentaron en Estados Unidos muchos dispositivos en forma de copa y en otros países se usaban pequeños sacos flexibles para recoger el fluido. La mayoría de los dispositivos requerían, además, de cinturones para sujetarlos, lo que significaba que no eran ni muy discretos ni cómodos y tampoco se vendieron de forma comercial”.
Según sus datos, la copa patentada por la actriz Leona Chalmers en 1937 es considerada la primera copa menstrual. “Estaba disponible solo en Estados Unidos, estaba fabricada en caucho y se sostenía en el interior de la vagina gracias a los músculos del suelo pélvico”, detalla la portavoz de Intimina.
Esto cambió con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que trajo escasez de caucho, a lo que hay que añadir que la menstruación y la sexualidad eran un tema tabú. Por tanto, ambas circunstancias obligaron a cerrar la producción.
Lejos de desistir, la actriz que dio vida a la primera copa menstrual, se asoció, entre 1950 y 1970, con una empresa de mayor tamaño para fabricar una nueva versión. “Incluso, crearon un modelo desechable para hacer frente a la popularidad de las compresas y tampones -recuerda-. La compañía invirtió en una gran campaña educativa para que las enfermeras asesoraran y aconsejaran a las mujeres en las farmacias de todo el país”.
Ya en el año 1980 y, gracias a los movimientos feministas, comienza a extenderse el uso de copas menstruales, que, en ese momento, se empezaron a fabricar con látex, así como esponjas para el periodo.
La portavoz de Intimina relata que, con el cambio de siglo, “el abanico de productos para el cuidado del periodo menstrual ya era muy amplio y la preocupación por el impacto ambiental hizo que apareciesen nuevos productos respetuosos con el entorno y con el cuerpo de la mujer. Es así como nacen las copas menstruales fabricadas con silicona de grado médico, que no provocaba alergias como ocurría con el látex”. “Esta silicona se adoptó rápidamente como material estándar para las copas menstruales, tanto por estos beneficios como porque es mucho más suave y flexible, lo que hace que la copa sea más fácil de doblar, insertar y usar”.
En estos años, la historia de la copa menstrual ha estado marcada por la innovación no solo en los materiales sino también en su diseño. Es por ello, que “la industria se ha centrado en buscar materiales de mejor calidad y que sean mucho más respetuosos con la salud íntima, así como en ofrecer diferentes tallas o medidas para que de esta manera cada persona encuentre la copa que mejor se adapte a sus necesidades”, afirma la responsable de Comunicación de Intimina.
Adiós al miedo
Según un estudio de Intimina realizado con una muestra de 728 españolas en marzo de 2021, cada vez son más las mujeres que se animan a utilizar la copa menstrual (22,8%) y casi 7 de cada 10 mujeres que la prueban la convierten en su producto de uso frecuente.
De hecho, España es líder en venta de copas en Europa por tercer año consecutivo, por delante de países como Reino Unido, Portugal, Alemania y Francia. “Estos datos demuestran -declara Ruiz- que la copa menstrual no para de ganar adeptas por sus innumerables beneficios y por ser completamente segura para la salud íntima femenina”.
La publicación de un estudio en The Public Lancet Health, que concluía que las copas menstruales son seguras y son igual de eficaces que otros métodos de protección, también ayudó a perder los miedos de las mujeres más reacias a usarlas.
Además, la emisión de información sanitaria veraz dirigida a la población es otro factor que lleva a un mayor conocimiento de estos productos y a tumbar posibles resistencias. En este punto, el farmacéutico juega un papel muy importante a juicio de Selina Giacuzzo, responsable de Desarrollo de Negocio de la misma compañía en España y Portugal. “Desde Intimina se reivindica la figura del farmacéutico como un prescriptor fundamental a la hora de informar sobre las copas menstruales, ya que, al tratarse de productos relacionados con la salud íntima y relativamente poco conocidos, generan muchas preguntas y dudas y el farmacéutico puede tener un diálogo fluido con el cliente y puede proporcionar a la usuaria una mejor prescripción y asesoramiento. Así, puede ilustrar y explicar la función y las características de las distintas copas”.
A su juicio, ”los farmacéuticos, en general, son proactivos y están abiertos a introducir productos innovadores en sus establecimientos y cada vez son más los clientes interesados en el bienestar y en productos para cuidar su salud, por lo que cada vez son más las farmacias que ofrecen nuevas experiencias y servicios que puedan ayudar al cliente a reforzar su salud”.
Preguntada por los esfuerzos que hace la industria para formar a los profesionales en estos productos y en salud sexual, responde que, a nivel general, la industria ha dado enormes pasos para ofrecer un conocimiento más exhaustivo en materia de higiene íntima, a través de formación constante y workshops.
“En concreto, en Intimina se apuesta por una formación continua a través de talleres virtuales, participación en congresos, o facilitando al profesional materiales didácticos, de manera que el farmacéutico cuente, de primera mano, con datos fiables e información de calidad con la que poder aconsejar a sus clientes”.
Asimismo, la experta pone en valor la formación impartida en este campo por plataformas como Farmaschool o Farmaeduca, que ofrecen cursos para estos profesionales.
El estudio que dio el aval científico a la copa menstrual
La primera revisión sistemática sobre la seguridad y eficacia de las copas menstruales se publicó en el año 2019 en la revista The Lancet Public Health, en la que se analizaron los datos de 3.300 mujeres. Su principal conclusión supuso un auténtico aval científico a estos productos sobre el que sobrevolaban numerosas dudas sobre el impacto que pudiera tener en la salud de las mujeres y sobre su eficacia. En este estudio se concluyó que, a priori, las copas menstruales son tan seguras como los sistemas convencionales y, además, no suponen mayores fugas.
Penelope Phillips-Howard, de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool (Reino Unido) y principal autora del trabajo, seleccionó 43 estudios con un total de 3.319 participantes en países de ingresos bajos, medios y altos ingresos. Recopiló información de conferencias, informes, tesis, literatura científica, costes, análisis de los materiales utilizados y estimaciones preliminares sobre el ahorro de desechos.
Y concluyó que no hubo más riesgo de infección asociado al uso de copas menstruales entre las mujeres y niñas europeas, norteamericanas ni africanas. No se observaron alteraciones de la flora vaginal ni daño tisular en la vagina ni en el cuello uterino.
En cuanto a la fuga, fue similar en tres estudios y significativamente menor entre las copas menstruales para un estudio. En algunos trabajos, las fugas se asociaron con un sangrado anormalmente intenso, una anatomía inusual del útero, la necesidad de una copa más grande, la colocación incorrecta de la copa y la copa que se llena.
En lo que respecta al coste y al ahorro de desperdicios, los autores confirmaron que, en el transcurso de diez años, una copa supondría, aproximadamente, entre el 5% y el 7% del coste de doce compresas o tampones por periodo.
Por otro lado, se estima que la copa sólo crea el 0,4% de los residuos plásticos generados por las opciones convencionales. En definitiva, “alrededor del 70% de las mujeres querían seguir usando copas menstruales tras familiarizarse con la forma de colocarlas”, señaló Phillips-Howard.
Eso sí, los firmantes de la publicación dijeron que, debido a la baja calidad de los estudios disponibles, se necesitan más investigaciones sobre copas menstruales, algo que apoyaron expertos españoles como la ginecóloga Pilar La Fuente, del Hospital La Paz, de Madrid.
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