En 2016 el caso de una paciente con graves y extensas quemaduras a la que se injertó piel autóloga situó bajo el foco mediático un proyecto de investigación orquestado por Salvador Arias, director de la Unidad de Producción Celular e Ingeniería Tisular del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Cinco años después, la técnica se sigue aplicando con éxito, aunque sus indicaciones no son todavía amplias. DM ha conversado sobre el momento que atraviesa esta terapia celular con el jefe de Dermatología del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, a su paso por el 48 Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), en Bilbao. Esta línea de investigación -en la que también han trabajado de forma pionera otros grupos en España, como el de Álvaro Meana, en Oviedo-, así como el de otras terapias avanzadas aplicadas a la dermatología ha centrado algunas de las ponencias de la reunión.
Arias puntualiza que la mal llamada “piel artificial” -es artificial porque la crea la mano humana, pero en realidad su composición es natural, al proceder de las células cutáneas del paciente- es el producto de un trabajo multidisciplinar, en el que participan junto a la citada Unidad de Producción Celular e Ingeniería Tisular, especialistas del Departamento de Histología de la Universidad de Granada, regulados por la Red Andaluza de Terapias Avanzadas, y de la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía Plástica y Grandes Quemados del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla.
PREGUNTA. Tras los titulares sobre el primer trasplante de piel fabricada con células del paciente, ¿cómo ha seguido utilizándose la técnica?
RESPUESTA. El proyecto comenzó en 2016 para el tratamiento de pacientes grandes quemados en Andalucía y hasta ahora se han tratado a 15 pacientes en el Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, que es el centro de referencia de la comunidad. El procedimiento, en esencia, consiste en que si el enfermos necesita este modelo de piel, a criterio del cirujano plástico, nos envían una biopsia y en la Unidad de Producción Celular e Ingeniería Tisular del Hospital Virgen de las Nieves lo fabricamos. De la biopsia extraemos las células más importantes de la epidermis y de la dermis, que son los queratinocitos y los fibroblastos. Con ellas, a partir de una matriz -nosotros utilizamos biomateriales como fibrina y agarosa- fabricamos las láminas de piel para tratar al paciente que enviamos a Sevilla para implantarlas al paciente.
P. Desde la recepción de la biopsia, ¿cuánto se tarda en tener listas las láminas de piel?
R. La fase que más tarda es la expansión: una vez que hemos aislado los queratinocitos y fibroblastos los hacemos crecer en el laboratorio entre tres y cuatro semanas. Una vez obtenidas las células, permanecen otra semana más en cultivo en la estructura tridimensional para generar las láminas de piel. Aproximadamente, fabricamos de media unos 8.000-9.000 cm2 de piel; cada paciente puede requerir entre 40 y 50 láminas de 144 cm2.
P. ¿Cuál es el tipo de paciente que recibe esta piel?
R. En general, han sido pacientes jóvenes, de en torno a 20 y 30 años; con unas quemaduras graves, con una superficie corporal afecta por encima del 60-70%. La evolución es buena: por un lado, porque el objetivo inicial es salvar la vida de esos pacientes; por otro, se aprecia una adecuada interacción de la piel con la del propio paciente. También hemos podido tratar a algunos pacientes pediátricos; en concreto, tenemos el caso de una niña de tres años con grandes quemaduras en las piernas, cuya evolución es bastante buena. Con este modelo de piel se evita tener que recurrir a los autoinjertos, que si son muy grandes generan importantes cicatrices.
P. ¿Por qué no se aplica esta técnica de ingeniería tisular de forma más extensa?
R. Es un proceso complejo e individualizado; los pacientes candidatos a la intervención son grandes quemados, con una superficie afectada que hace poco factible el tratamiento estándar, que a día de hoy son los autoinjertos, pues la piel humana natural sigue siendo superior a la que fabricamos en el laboratorio; además, puede ser útil en niños con quemaduras menos extensas, en los que se evita provocar heridas y cicatrices asociadas a los autoinjertos. Probablemente, el hecho de que no se utilice en un número amplio de enfermos influye en que no se haya extendido más, también que la industria no haya buscado el desarrollo de este proyecto. Hay que tener en cuenta que este tipo de proyectos son independientes, impulsados por financiación competitiva.
P. ¿Será posible obtener una piel en el laboratorio que emule totalmente a la natural?
R. Para alcanzar esa meta, habrá que dar pequeños pasos, como los que suponen este proyecto. Los modelos de piel que usamos hoy en clínica son bastante inmaduros e incompletos: solo tienen dos líneas celulares de la piel, y carecen de glándulas, pelo y otras células que participan en estructuras de la piel humana. No obstante, desarrollar estos modelos sencillos es la base para construir modelos más complejos que nos aproximen más a la piel natural. Por ejemplo se investiga en la fabricación de piel con pigmento y glándulas para así lograr una piel más funcional. Por otro lado, se está estudiando la bioimpresión, de manera que en el laboratorio controlamos mejor cómo se depositan los biomateriales y sus componentes. Ahora mismo, es interesante el uso de la piel fabricada en grandes quemados, porque soluciona un problema clínico grave; probablemente, podrá utilizarse también en más patologías, como úlceras, donde hay defectos de piel no tan graves como en grandes quemados.
P. ¿Y se podría aplicar con un fin estético?
R. Ahí soy más cauto. Todavía nos queda bastante por avanzar. No obstante, como decía, al final se trata de ir dando pequeños pasos hacia delante.
P. Dentro de las terapias avanzadas, la terapia celular también se está utilizando cada vez más en la dermatología.
R. Sí, las células madres mesenquimales constituyen el tipo celular más empleado en terapia en el mundo; se estima que unos 1.300 pacientes con patología cutánea en los últimos cinco años o bien se han tratado con células mesenquimales o lo harán en los próximos años. En dermatología son claves, porque tienen propiedades regenerativas y pueden estimular el crecimiento de los fibroblastos y queratinocitos. También se pueden diferenciar en células de otra estirpe, como adipocitos, epiteliales o condrocitos. Además tienen un efecto inmunomodulador, que podría permitirnos controlar ciertas enfermedades de la piel. Es cierto que todavía falta mucho camino por recorrer, pero ya hay experiencia del uso de las células mesenquimales con estudios preliminares en diferentes patologías, como quemaduras, úlceras, psoriasis, epidermólisis ampollosa y esclerodermia. Es una terapia innovadora, que avanza lentamente pero que puede ser complementario a otros tratamientos. Es positivo poder ofrecer alternativas a los pacientes.
P. ¿En qué enfermedades están aplicando esta terapia celular?
R. En nuestro hospital tenemos abierta una línea de investigación que esperamos emplear pronto en ensayos clínicos para diversas patologías dermatológicas como hidradenitis supurativa, alopecia areata y úlcera. Nosotros utilizamos células mesenquimales de tejido adiposo, por su fácil accesibilidad, pero otros grupos trabajan con células mesenquimales de médula ósea o de cordón umbilical. Lo interesante es aplicar esta terapia celular directamente sobre la lesión. La administración intralesional permite que la terapia llegue exactamente al punto que queremos tratar y evita potenciales efectos adversos.
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