Para los profanos en medicina, el nombre de propofol empezó a generalizarse a raíz de la muerte de Michael Jackson, ídolo mundial del 'pop'. Hace quince ya años se daba a conocer que el cantante moría, según los informes de la autopsia, a consecuencia de una dosis letal, mezclada con otros medicamentos, de este potente anestésico. Sin embargo, propofol es una sustancia descubierta en 1977, con uso aprobado en cerca de 50 países, y que manejada por manos expertas es muy útil para el manejo de procedimientos diagnósticos y cirugías. Incluso ahora, se plantea su uso como potencial estrategia en enfermedades como la epilepsia, tal y como señalan los datos de una investigación que publica Nature.
Así, el anestésico general propofol podría ser la clave para desarrollar nuevas estrategias de tratamiento para la epilepsia y otros trastornos neurológicos, según el trabajo dirigido por investigadores de Weill Cornell Medicine, en Nueva York, y la Universidad de Linköping de Suecia.
Los profesionales han determinado los detalles estructurales de alta resolución de cómo el propofol inhibe la actividad de HCN1, una proteína de canal iónico que se encuentra en muchos tipos de neuronas. Los desarrolladores de fármacos consideran que inhibir HCN1 es una estrategia prometedora para tratar trastornos neurológicos como la epilepsia y el dolor crónico. También han descubierto, para su sorpresa, que cuando HCN1 contiene cualquiera de las dos mutaciones asociadas a la epilepsia, el propofol se une a ella de una manera que restaura su funcionalidad.
Reposicionamiento o nuevos diseños
Crina Nimigean, coautora principal del estudio y profesora de Fisiología y Biofísica en anestesiología en Weill Cornell Medicine considera que se podría aprovechar la forma única del propofol de unirse al HCN1 para el tratamiento de estas "epilepsias resistentes a los medicamentos y otros trastornos relacionados con el HCN1, ya sea reutilizando directamente el propofol o diseñando medicamentos nuevos y más selectivos que tengan el mismo mecanismo de acción".
Peter Larsson, otro de los coautores principales, y profesor del Departamento de Ciencias Biomédicas y Clínicas de la Universidad de Linköping, explica que los canales iónicos de HCN en los seres humanos se presentan en cuatro formas básicas, HCN1 a HCN4, y se encuentran especialmente en las células del corazón y del sistema nervioso.
"Funcionan como interruptores que controlan el voltaje eléctrico a través de la membrana celular, abriéndose para admitir un flujo interno de iones de potasio y sodio con carga positiva -lo que 'despolariza' la célula- cuando el voltaje alcanza un umbral determinado. Esta función sustenta gran parte de la actividad rítmica de las células del cerebro y del músculo cardíaco, por lo que los canales de HCN también se denominan canales marcapasos", señala el profesor.
Al investigar la acción del propofol sobre el HCN1, se examinó cómo el fármaco afecta a diferentes mutantes conocidos del canal, incluidos mutantes que lo dejan excesivamente abierto y están asociados con síndromes epilépticos difíciles de tratar, como la encefalopatía epiléptica infantil temprana (EIEE). La sorpresa fue al descubrir que, en el caso de dos mutaciones diferentes del HCN1 que causan EIEE, el propofol restablece la función normal o casi normal de los canales mutantes.
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