Comunicar la muerte de un paciente a la familia es uno de los desafíos más amargos del médico en el desempeño de su profesión. Las particulares circunstancias de la infección causada por el SARS-CoV-2 han abocado a estos profesionales a pasar por un trance si cabe más duro.
El aislamiento al que son sometidos estos pacientes mantiene alejados a sus familiares y la comunicación por teléfono, por muy cuidada que sea, no es igual que la que se mantiene de manera presencial. “El factor determinante en estos casos es que los familiares no pueden venir de forma regular y la información se transmite por teléfono, que es lo que es”, significa David Freire Moar, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac).
De todas formas, la técnica de comunicación para informar del fallecimiento de un paciente a sus seres queridos no difiere demasiado de la que hay que utilizar en los demás casos: “Cuando la evolución es mala, hay que ir preparando a la familia con unos días de antelación y hacerlo de forma empática, aportando información, esto allana el camino”.
Una medida que se ha adoptado en el Chuac es permitir la entrada de un familiar cuando la evolución presagia un desenlace fatal: “Si las cosas van muy mal, es bueno que un familiar al menos, con la protección requerida, pueda despedirse”.
cuando un paciente no evoluciona bien es importante tratar a la familia con empatía e intentar que se puedan despedir. Off María R. Lagoa Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3gosjVw
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