El Gobierno aprobó el 16 de junio la creación del Fondo Covid-19 para las comunidades autónomas (no lo tienen que devolver), dotado con 16.000 millones de euros. Lo defendió la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso en julio y se trata de una partida extra formada por cuatro tramos que tienen en cuenta las necesidades de financiación en materia de sanidad y, en menor cuantía, de educación y por merma de ingresos.
El primer tramo de 6.000 millones tuvo en cuenta los ingresos de enfermos con covid-19 en UCI (30%); los pacientes hospitalizados por ello (25%); las pruebas PCR realizadas (10%) y la población protegida equivalente (35%); todo en ello de acuerdo con datos hasta el 30 de abril. El segundo tramo, de 3.000 millones, se basó en los ingresos en UCI (25%); los pacientes hospitalizados (20%); las pruebas PCR (10%) y la población protegida equivalente (45%). El tercer tramo, está asociado a necesidades en la educación (a principios del curso 2020-2021), y el cuarto, dotado con 5.000 millones de euros, se repartirá en diciembre a las autonomías de régimen común para compensar sus menores ingresos por la reducción de la actividad económica.
Ahora habrá que ver a qué destinan finalmente ese fondo los gobiernos autonómicos -la Comunidad de Madrid, con 1.495 millones, resultó la más beneficiada del primer tramo, y Cataluña, la segunda más agraciada, con 1.246 millones-. Una opción clara, además de sufragar gastos directos en sanidad derivados de la pandemia, es la de aprovechar para dotar a sus respectivos sistemas sanitarios de recursos y estructuras de los que son deficitarios. Pero en eso hay dos posibilidades similares a las que se plantean en las ciudades que, como Barcelona, tienen la suerte de celebrar Juegos Olímpicos: crear o construir cosas que luego quedarán cerradas y finalmente abandonadas o crear o construir cosas que luego resultarán muy útiles.
Las dos posibilidades se intuyen en dos iniciativas en curso aparentemente antagónicas: la del Gobierno de la Comunidad de Madrid, que ha creado un macroespacio para pandemias (¿se le puede considerar técnicamente un ‘hospital’?), aislado físicamente de otros recursos sanitarios (está en Valdebebas, junto a Ifema y el aeropuerto de Barajas), con la idea de que "de soporte a toda la red hospitalaria del Servicio Madrileño de Salud que pueda surgir ante cualquier emergencia, crisis sanitaria o necesidad asistencial. Además, albergará de forma permanente el almacén central del SERMAS, centros coordinadores del SERMAS y el SUMMA 112 y el laboratorio central de Salud Pública”; y la de la Generalitat de Cataluña, que está construyendo cinco edificios anexos a otros tantos hospitales, que ya antes de la pandemia sufrían déficit de espacio físico, para que en el futuro tengan uso polivalente (UCI, quirófanos, etc..) pero ahora se destinen a pacientes con covid-19.
Que el Fondo Covid-19 resulte de entrada una oportunidad para el Sistema Nacional de Salud no significa que, de salida, todos los sistemas sanitarios autonómicos lo vayan a aprovechar de la misma forma. Habrá que evaluarlo.
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