El concepto antiaging ha sido sustituido por el de proaging. La tendencia actual no es ir en contra del envejecimiento, que es lo que significa el primer término, sino acompañar a las personas en el proceso de cumplir años, por eso se habla ya de proaging. "Proaging no es estar a favor del envejecimiento, sino acompañar al proceso de cumplir años; es proteger la piel de procesos como la oxidación, la inflamación y la glicación; es utilizar antioxidantes y activos que con acción antinflamatoria e ingredientes antiglicación, sin olvidar la importancia de seguir una dieta saludable, practicar ejercicio físico y descansar correctamente", ha señalado este martes Andrea Combalia, dermatóloga del Hospital Clínic, de Barcelona, y ponente en la III Jornada de Dermofarmacia, DermoCOFM, organizada por la Vocalía de Dermofarmacia del COF de Madrid, capitaneada por Rosalía Gozalo.
En su ponencia ha explicado que para combatir los efectos del envejecimiento hay que tener en cuenta los tres procesos que se asocian a él, como son la oxidación, la inflamación y la glicación.
En el caso de la oxidación, "uno de los protagonistas del envejecimiento", según la experta, el estrés, la polución, una mala alimentación o la falta de sueño contribuyen el estrés oxidativo, que genera radicales libres. "Esto habitualmente se combate con un complejo sistema antioxidante endógeno y exógeno, a través de la dieta y de la cosmética. Cuando hay un desequilibrio entre los oxidantes y los antioxidantes, nos encontramos frente al daño celular y al envejecimiento acelerado". En estos casos, propone, recurrir a activos que protejan de la oxidación, entre ellos los fotoprotectores, los antioxidantes, activos antipolución, despigmentantes y los transformadores como los alfahidroxiacidos y la familia del retinol".
Qué es 'inflamaging'
En cuanto a la inflamación, la dermatóloga ha introducido un nuevo concepto, el inflamaging, que combina los términos inflamación y envejecimiento y que fue descrito por primera vez en el año 2000, cuando se vio que la inflamación sistémica contribuía al envejecimiento de los órganos internos, pero con el tiempo se ha visto que ese inflamagin tiene efectos también sobre la piel. La inflamación crónica provoca la degradación de las fibras de colágeno y elastina, la degradación de la matriz extracelular, daña la estructura de la epidermis y provoca arrugas y envejecimiento". Sobre esta cuestión, la experta ha dicho que hay amplia literatura científica.
Eso sí, ha matizado que esa inflamación crónica a la que se refiere es una de baja intensidad, "no aguda ni puntual que se trata y se va", y es aquí donde hacen su aparición las pieles sensibles, "que son más vulnerables a esa inflamación, a ese edema crónico, y tienen una inflamación subclínica, que, a veces se observan mediante signos visibles, y que contribuyen a ese envejecimiento". Y ha añadido: "Cuando el estado inflamatorio persiste, como en la rosácea o en la dermatitis atópica, el efecto de la inflamación sobre el envejecimiento cutáneo es mayor; de hecho, en pacientes con dermatitis atópica grave suele mostrar arrugas en su piel".
Para este proceso de inflamación, la dermatóloga ha apuntado que hay tratamientos médicos, "pero cada vez más los productos de dermocosmética nos ayudan a calmar y reducir esa inflamación subclínica y eso hay que tenerlo en cuenta cuando prescribimos o recomendamos productos a nuestros pacientes-clientes que presentan una ligera inflamación o eritema, tienen piel sensible o rosácea. Estos activos van a contribuir, ha afirmado, "a que tengan una piel más sana y va a frenar el envejecimiento prematuro de la piel".
Impacto de los picos de glucosa en la piel
Sobre la glicación, ha afirmado que es un proceso más relacionado con el envejecimiento sistémico y cutáneo. "Es una reacción no encimática de los azúcares reductores, como la glucosa, con los aminoácidos de las proteínas. A nivel dermatológico, se entiende como una reacción de la glucosa sanguínea con las fibras de colágeno y elastina, principalmente, que dan lugar a la formación de los conocidos como productos finales de la glicación avanzada que promueven el envejecimiento de la piel. Sería como una caramelización de las fibras de colágeno y elastina". Asimismo, ha subrayado que la glicación "se acelera en todos los tejidos corporales cuando se eleva el azúcar en sangre; así, estos picos de glucosa en sangre dañan a nivel general, pero también tienen una consecuencia en la piel, que se estimula con la acción de la luz ultravioleta en la piel".
¿Cómo se combate la glicación? Según la dermatóloga, el mejor consejo es llevar una alimentación adecuada, evitando los picos de glucosa, y llevar un estilo de vida saludable. Por otra parte, ha adelantado que ya se están desarrollando cosméticos que intentan reducir este proceso de glicación a nivel local".
Entre esos activos cosméticos proaging la experta ha mencionado muchos, como el ácido hialurónico, el ácido salicílico, el ácido glicólico, el ácido acelaico, el ácido retinoico, retinol, ácido kójico, hidroquinona... "Pero en la piel sensible no siempre podemos incorporar algunos de estos activos cosméticos como nos gustaría, porque una piel sensible, por definición, es aquella que reacciona de forma exagerada ante las agresiones externas (frio, calor, viento o calor) y tiene poca tolerancia a ingredientes cosméticos para el cuidado de la piel". Son pieles que se enrojecen, que pican y requieren un abordaje especial.
Igualmente, ha comentado que la piel sensible lo es porque tiene alterada su función barrera y ha aclarado no es un tipo de piel sino un estado y es reversible, lo que significa que se puede tratar, pero igualmente se puede agravar si aplicamos productos irritantes sobre la piel, si se realizan limpiezas agresivas, si no se tiene en cuenta la alimentación...
Por todo ello ha defendido que la piel sensible "requiere productos formulados específicamente para ella, que sean capaces de hidratarla, reconfortarla, calmarla y devolverle a su estado de equilibrio y que cumpla su función barrera". Y ha hecho hincapié en que estas fórmulas tienen que estar testadas en piel sensible, que presenten texturas agradables, refrescantes para bajar la sensación de calor, minimizar la utilización de conservantes porque pueden irritarla, y que lleven ingredientes activos adecuados.
La rosácea y otras patologías
Combalia ha aprovechado su intervención para aclarar conceptos sobre piel sensible y rosácea, ya que considera que hay mucha confusión al respecto. "Es cierto que la rosácea es la reina de las pieles sensibles, pero no todas las caras rojas, no todas las caras inflamadas son rosácea".
Y ahora un apunte dermatológico: "El acné es también una piel sensible y tiene que entrar dentro del diagnóstico diferencial de la rosácea: cuando vemos comedones y lesiones muy inflamatorias que no se distribuyen en las zonas habituales de la rosácea tenemos que pensar en el acné". En ese diagnóstico diferencial también ha mencionado la dermatitis seborreica, el lupus sistémico, dermatomiositis, la psoriasis...". Por ello, confirma que hay un amplio abanico de momentos y situaciones en los que tenemos una piel sensible.
Por otra parte, ha asegurado que hay confusión entre enrojecimiento, que es simplemente un cambio de color; cuperosis, cuando hay una vasodilatación de las telangiectasias, de los vasos sanguíneos de la cara; telangiectasias, cuando hay estos vasos, y de rosácea, que es una enfermedad inflamatoria de la piel.
Centrándose en la rosácea, ha recalcado que es una enfermedad inflamatoria de la piel, que afecta sobre todo a mujeres de entre 30 y 50 años, que cursa por brotes, y que se caracteriza por síntomas.
Según el último documento de consenso sobre esta enfermedad que salió en 2019, y que ha mencionado la dermatóloga, hay dos criterios diagnósticos principales, que son los cambios climatosos y el eritema persistente; tres criterios menores, de los cuales habría que cumplir dos, que serían las telangiectasias, el flushing o eritema transitorio y las pápulas y las pústulas, y criterios menores, que se corresponden con los síntomas, que acaban de definir el diagnóstico, como son la sensación de quemazón, escozor, sequedad y tirantez y edema facial.
Como ha insistido, la rosácea empeora con el estrés (no lo causa), con la exposición solar, el consumo de algunos alimentos y de alcohol.
En cuanto al tratamiento, ha dicho que no hay uno específico sino la combinación de varios que se emplean de manera secuencial o combinada. "En los tratamiento tópicos tenemos el ácido acelaico, la ivermectina al 1%, el metronidazol y los colirios de tetraziclina cuando se trata de rosácea ocular".
No se olvida del retinol empleado a dosis bajas, que está ganando un papel importante, porque favorece la renovación celular y la eliminación de células muertas así como la penetración de otros principios activos y regula la secreción de sebo. "Es un correcto aliado -defiende- siempre y cuando se introduzca lentamente y a unas concentraciones bajas y siempre que haya una correcta relación farmacéutico-paciente o médico-paciente".
En el caso de no tolerarse bien, se puede recomendar un retino ligth, muy bien tolerado en pieles sensibles y que está demostrando su eficacia.
Al retinol se suman otros activos recomendados por la dermatóloga, como las ceramidas y el ácido hialurónico. "En una piel con rosácea, siempre que no esté con un brote activo inflamatorio, no tenemos por qué limitar la rutina de cuidado facial sino que podemos incorporar muchos activos", ha constatado.
En los tratamientos orales, ha enumerado los antibióticos, los probióticos y prebióticos "dada la relación que hay entre la microbiota intestinal y la inflamación cutánea", y otros tratamientos físicos, como el IPL o los láseres vasculares o de CO2.
En el mencionado documento de consenso, se subraya la necesidad de recomendar a todos los pacientes con rosácea un correcto cuidado de la piel y evitar el camuflaje. Sobre este último punto, la experta ha matizado que pueden usar maquillajes "siempre que sean oil free y que no tengan agentes irritantes".
Finalmente, ha concluido que lo que no se debe transmitir al paciente es que no va a tener un brote con los tratamientos, pues hay que dejar claro que es "una enfermedad crónica, que exige un tratamiento a largo plazo e individualizado; en función de las situaciones de cada paciente, y que la cosmética puede ayudar a controlar la inflamación".
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