Una investigación llevada a cabo por el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) de Barcelona, y que ha sido publicada en la revista Cells, estudia en el marco de la hipertensión pulmonar arterial la relación entre dos biomarcadores de la sangre: las microvesículas endoteliales y las células progenitoras. Se trata de dos biomarcadores que ya habían sido estudiados con anterioridad para predecir el daño endotelial de esta enfermedad y ayudar en su diagnóstico, pero que de forma novedosa se han estudiado ahora de forma conjunta para mejorar su precisión como indicadores de la patología.
La hipertensión pulmonar se produce cuando hay un aumento anómalo de la presión de la sangre en las arterias pulmonares, siendo algo frecuente relacionado con enfermedades respiratorias y cardiacas crónica. Pero también puede deberse a una enfermedad intrínseca de las paredes arteriales, dando lugar a lo que se conoce como hipertensión pulmonar arterial, una enfermedad rara con una incidencia de apenas 15 pacientes por cada millón.
Para el diagnóstico de esta enfermedad se requiere en la actualidad la realización de un cateterismo para medir la presión dentro de las arterias pulmonares. “El problema es que es complicado llegar a sospechar de esta patología, por eso pensamos que sería interesante poder disponer de una prueba que ayudase a crear más conciencia para su diagnóstico, ya que la manifestación de sus síntomas no es muy evidente”, comenta Albert Barberá, del Departamento de Medicina Pulmonar del Hospital Clínic de Barcelona e investigador del IDIBAPS, uno de los autores del artículo.
Una ratio que se cumple en todos los subtipos
El origen de la hipertensión pulmonar arterial se encuentra en un mal funcionamiento de las células del endotelio vascular pulmonar. Este mal funcionamiento favorece la proliferación celular que ocasiona que se estreche el espacio central de la arteria o luz. “Por ese motivo se nos ocurrió intentar buscar algún método que nos ayudase a conocer cuál era el funcionamiento del endotelio de las arterias pulmonares que nos permitiese ver como respondían los pacientes a los tratamientos”, continúa explicando Albert Barberá.
Para llevar a cabo esta investigación se analizaron los datos de 144 pacientes con diferentes subtipos de hipertensión pulmonar arterial, buscándose una representación de todos ellos. “Lo que pudimos observar en la mayoría de ellos es que se producía un incremento de las microvesículas endoteliales circulantes y un descenso de las células progenitoras. El primer indicador nos señala que se está produciendo un daño en el endotelio mientras que el segundo refleja una menor capacidad de regenerar los vasos sanguíneos. Antiguamente se habían estudiado por separado, pero hemos visto que la combinación de los dos nos ofrece una ratio mucho más precisa del daño vascular”, comenta Olga Tura, también investigadora del IDIBAPS y otra de las autoras del estudio.
Uno de los objetivos que se perseguía con esta investigación era comprobar si esta ratio combinada de presencia de microvesículas endoteliales y descenso de células progenitoras podía servir como un instrumento para validar el efecto de los tratamientos en los pacientes. Sin embargo, los resultados obtenidos no han servido para este objetivo, en parte debido a la variabilidad de los sujetos que han participado en el estudio. “Aunque de forma general no hemos podido determinar esto de forma significativa, lo que si hemos visto es que en los pacientes con una evolución clínica más favorable después del tratamiento sí que se observa una mejoría también de estos biomarcadores”, puntualiza Albert Barberá.
Ambos investigadores coinciden en señalar que esta investigación está todavía en fases muy iniciales, y que sería necesario seguir trabajando para poder obtener más evidencias que sustenten estos biomarcadores en la práctica clínica. “Encontrar marcadores de lo que ocurre en las células dañadas es de gran interés científico hoy en día, sobre todo teniendo en cuenta que las células epiteliales son una diana para muchos tratamientos”, puntualiza Albert Barberá.
Olga Tura por su parte explica que estos biomarcadores no sustituyen al cateterismo empleado para el diagnóstico de la hipertensión pulmonar arterial, pero resultan interesantes sobre todo a la hora de realizar seguimientos longitudinales de estos pacientes, que carecen de tratamientos curativos en la actualidad. “Esta prueba se realiza con un análisis de sangre, por lo que es más fácil y cómodo que el cateterismo. Y tendría el valor de poder utilizarse en otras patologías con daño endotelial, no solo para la hipertensión pulmonar arterial”.
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