Los inhibidores de cinasas dependientes de la ciclina 4/6 continúan ofreciendo excelentes resultados en los ensayos clínicos. El último ejemplo es el estudio fase III MONALEESA-2, que acaba de presentarse ayer en el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO). En el ensayo se ha evaluado la eficacia de ribociclib y terapia endocrina con letrozol versus monoterapia con letrozol y placebo en 668 mujeres posmenopáusicas con cáncer de mama avanzado HR+/HER2-.
Joaquín Gavilá, jefe clínico del servicio de Oncología Médica de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, ha sido uno de los investigadores españoles que ha participado en el estudio y responde a las preguntas de Diario Médico.
Pregunta: ¿Qué suponen los resultados de MONALEESA-2?
Respuesta: En el congreso de este año se han presentado estudios que van a cambiar la práctica clínica y este es uno de ellos. Pero debe recordarse que ya habíamos incorporado a ribociclib a nuestra práctica clínica: es un fármaco bien asentado en el algoritmo terapéutico del cáncer de mama metastásico, al ser el tratamiento de elección. Disponemos de tres inhibidores de las cinasas dependientes de las ciclina 4/6, pero ribociclib es el fármaco que, a día de hoy, mejores resultados está consiguiendo.
P.: La mediana de supervivencia es 63,9 meses en el brazo ribociblib/letrozol frente a los 51,4 meses de placebo/letrozol. ¿Cómo valora estos datos?
R.: Son datos nunca vistos. El objetivo principal ya se cumplió: era demostrar que la combinación ribociclib/letrozol en primera línea mejoraba el riesgo de recaída frente a letrozol. Este impacto en el retraso en la recaída, tras más de siete años de seguimiento, ha demostrado ahora que retrasa la recaída y aumenta la supervivencia de las pacientes cáncer de mama avanzado HR+/HER2-. El dato de supervivencia es especialmente importante, porque es la primera vez que se ha aumentado hasta más de cinco años en estas pacientes hormonosensibles, que hasta ahora tenían una supervivencia global de 3-4 años. Si lo comparamos con el brazo control, viven hasta más de un año y reducen el riesgo de muerte en, aproximadamente, un 25%.
P.: ¿Los inhibidores de cinasas mejoran la calidad de vida de las pacientes?
R.: Sí, estos fármacos aumentan la calidad de vida de las pacientes. Tienen un perfil de toxicidad muy manejable, por lo que nos permiten mejorar todas las facetas importantes del cáncer de mama metastásico: que vivan más y que vivan mejor.
Además, también retrasan el inicio a la quimioterapia, que afecta a la calidad de vida de los pacientes.
P.: El hecho de que sean orales, ¿ayuda en algún sentido?
R.: Por supuesto. Al ser oral, evita desplazamientos de la paciente al hospital. Pasados los seis primeros meses, las pacientes acuden cada tres meses a visitar a su oncólogo y a revisar los resultados de sus pruebas de imagen, recogen sus comprimidos y se van a casa. No tienen la dependencia del hospital que tiene un tratamiento quimioterápico, que, en ocasiones, obliga a acudir hasta una vez por semana.
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