La pandemia de la covid-19 ha sido un recordatorio desagradable de cuánto importa la salud para las personas, la sociedad y la economía en su conjunto, y ha puesto de manifiesto debilidades profundas tanto en los sistemas sanitarios como en las estructuras sociales y económicas que los sostienen. Las primeras estimaciones sugieren que los efectos de la pandemia podrían llevar a una caída del 3 al 8% del PIB mundial en 2020. Sin embargo, cada año, la falta de salud evitable reduce el PIB mundial en un 15%. Son datos de un informe del McKinsey Global Institute que explora lo que se necesitaría para mejorar la salud de la población mundial y los beneficios económicos y sociales si las muertes prematuras y las discapacidades pudieran reducirse, y los trabajadores sufrieran menos problemas de salud evitables.
"A medida que los países vuelven a imaginar cómo debe ser la sanidad del futuro y reconstruyen sus economías, se les presenta una oportunidad única para, no solo restaurar el pasado, sino para avanzar decisivamente en mejoras significativas de la salud de su población”, señala Angela Spatharou, socia de McKinsey & Company, responsable de dirigir algunos de los programas de transformación de la salud en España y Reino Unido.
El informe, que analiza 200 países hasta 2040, señala que, si se llevaran a cabo tratamientos que hoy están ampliamente disponibles en el mundo, la carga de la enfermedad se reduciría globalmente en un 40% y en el caso de España, en un 32%. Estos tratamientos, a su vez, generarían enormes beneficios en el mundo: por ejemplo, en el año 2040 una persona de 65 años podría estar tan saludable como una de 55 hoy; la mortalidad infantil se reduciría en un 65%; y 230 millones de personas más estarían vivas.
Más amplia y más sana
Pablo Vázquez, asesor senior de McKinsey & Company, indica que mejorar la salud en España, desde hoy al 2040, supondría añadir 155.000 millones de euros al PIB del país (y 10,7 billones de euros al PIB mundial), un incremento adicional del 11%. “Alrededor de la mitad de ese crecimiento del PIB se debe a que contaríamos con una fuerza laboral más amplia y más sana; la otra mitad se debe a que personas mayores, con discapacidades y cuidadores informales podrían desempeñar tareas laborales y aumentaría la productividad de las personas afectadas por enfermedades crónicas”.
En ese contexto, los españoles disfrutarían de 19 días adicionales al año con buena salud y, por cada euro invertido en salud en el país, el retorno medio calculado sería de 1,5 euros. La investigación concluye, además, que el 70% de las ganancias que se pueden obtener por mejorar la salud tienen lugar antes de que el paciente busque cuidados médicos.
Para conseguir estas metas habría que cambiar el gasto hacia la prevención dentro de los sistemas de salud, estrategia menos costosa que el tratamiento. Sin embargo, encaminar el gasto sanitario adicional hacia la prevención requiere cambios sustanciales en dónde y cómo se ofrece la atención médica, así como dirigir parte de esos fondos a grupos y colectivos que ayuden a las personas a crecer, trabajar y envejecer de manera saludable.
Pablo Vázquez señala que “entre los principales tratamientos que impactarían positivamente en una mejor salud en España están los medicamentos para prevenir enfermedades cardiacas, antinfecciosos y para mejorar los hábitos de salud y prevenir la obesidad, especialmente entre los más jóvenes”.
Más allá de la atención médica
“Según nuestra investigación -dice Spatharou-, además de los tratamientos existentes, el atractivo mundo de la innovación, en forma de nuevos medicamentos, nuevos tratamientos, nuevos dispositivos médicos, nuevas tecnologías y nuevos modelos de proveer esos servicios, será fundamental para mejorar la salud de la población mundial y podría reducir la carga de enfermedad entre un 6% y un 10% adicional".
Matiza que, "aunque nuestro trabajo destaca el gran potencial que supone mejorar la salud, eso no significa que sea fácil lograrlo". Para algunos países, especialmente economías emergentes, supone aumentar significativamente el acceso al sistema sanitario. Para todos los países, requeriría cambiar comportamientos poco saludables y promover entornos y sociedades saludables, algo que trasciende la mera atención médica.
El informe incluye recomendaciones específicas para gobiernos, empresas, proveedores de atención médica y otros actores del sistema, en cuatro áreas clave: la inversión en salud como parte de toda política económica y social; mantener la salud en la agenda de todos promoviendo lugares de trabajo saludables e inclusivos con un enfoque en los trabajadores de más edad y las personas con discapacidad; transformar los sistemas de atención sanitaria generando una conexión más estrecha entre los profesionales sanitaros y sus pacientes a través de canales digitales (cómo ha ocurrido con éxito en muchos lugares durante crisis); y multiplicar por dos toda la innovación en el área terapéutica.
Puede parecer paradójico, pero la prevención y mejora del sistema sanitario repercute a medio plazo en más riqueza y menos gasto sanitario. Off Redacción Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3gRyFMg
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