Amparo Cabeza Aller es la boticaria de los vecinos que han estado confinados 10 días, hasta el 8 de julio, en el único brote de Cantabria, que ha afectado a un edificio de la calle Nicolás Salmerón de Santander, con 48 viviendas, 80 vecinos y 13 positivos. Puerta con puerta se encuentra su farmacia, que ha visto cómo ha bajado la actividad, al igual que en el resto de negocios de la calle: "La gente tiene miedo y no sale de casa", asegura Cabeza Aller, que conoce a todos los vecinos de ese portal; la mayoría, de edad avanzada y polimedicados. "Este barrio es de gente muy mayor, por lo que ha habido muchos pacientes crónicos confinados. Una vez desconfinados, han empezado a bajar, pero con miedo", indica. La misma noche que desconfinaron a los vecinos del edificio, esta farmacia estaba de guardia, "pero no vino nadie", añade.
Pese a todo, Cabeza Aller recalca que ellos no han dejado de llevar medicación a domicilio, también a estos vecinos, como llevan haciendo desde el inicio de la pandemia. Pese a todo, ella y sus tres farmacéuticos de la botica han dado negativo en los últimos test realizados con motivo del brote.
La farmacia de Cabeza Aller se ubica a mitad de camino entre el COF de Cantabria y la Consejería de Sanidad: "La verdad es que Salud Pública ha reaccionado de forma muy rápida y enseguida paralizaron a toda la calle, aunque la farmacia siempre ha permanecido abierta".
Señala que ni ella ni sus tres compañeros de la botica tienen miedo, pero sí respeto: "Estamos muy bien protegidos, con mascarillas, guantes, mamparas... incluso para purificar el aire. Si te proteges, tienes menos posibilidades de contraer el virus", afirma.
Desde su experiencia al otro lado del mostrador, ¿a qué achaca estos rebrotes? "Igual sí está habiendo una relajación. La mejor manera de parar esto es protegiéndose. Si en un portal se han contagiado tantos, está claro que ha sido por el ambiente", sostiene.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2WibUJw
No hay comentarios:
Publicar un comentario