Las enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio son la principal causa de mortalidad en España. Así lo reflejan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), referentes al año 2018. En concreto, dichas patologías supusieron ese año un 28,3% del total de fallecimientos. A nivel mundial, las afecciones cardiovasculares también encabezan la lista de causas de deceso. En este escenario, se antoja sumamente importante potenciar cualquier acción que vaya dirigida a promover la salud cardiovascular, concienciar a la población sobre estas patologías y potenciar hábitos de vida saludables.
Es también en este contexto en el que nace un estudio realizado en una farmacia comunitaria del municipio de Águilas, en Murcia, que busca conocer la incidencia de los tres principales factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes o dislipemia) en los pacientes que acuden a la botica y que se podrían beneficiar de la implantación de un servicio de atención farmacéutica (AF) centrado en la prevención cardiovascular. Los resultados de este trabajo fueron presentados en el IX Congreso Nacional de Farmacéuticos Comunitarios -organizado por la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac)- que se celebró de manera virtual el pasado mes de octubre.
En 2018, las enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio supusieron un 28,3% del total de muertes en España
El responsable de esta investigación es José María Zarauz, cotitular de la farmacia en la que se ha llevado a cabo. “Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevención es la forma más eficaz de luchar contra la enfermedad cardiovascular, la mayor causa de mortalidad en el mundo. Desde la oficina de farmacia se puede realizar una gran labor de prevención, mediante el seguimiento y control de estos factores de riesgo cardiovascular, lo que nos llevaría a una mejora de la salud en general de la población”, asegura.
Metodología
En cuanto al método utilizado, se trata de un estudio transversal descriptivo de las dispensaciones de medicamentos incluidos en los grupos terapéuticos A10 (antidiabéticos), C02 (antihipertensivos) y C10 (hipolipemiantes) realizadas con prescripción médica. La población de estudio incluyó a todo los pacientes que entraron en la farmacia con una prescripción médica durante un periodo de un mes. “Se recopilaron en un formulario los datos de todos los pacientes que acudieron a la oficina de farmacia solicitando la dispensación de una prescripción médica”, explica Zarauz.
La cifra total de pacientes registrados fue de 1.037. En dichos registros, se determinó el tipo de paciente por patología como variable dependiente, y la edad y el sexo como variables independientes. “Posteriormente se analizaron esos datos y se sacaron una serie de conclusiones”, añade el autor.
¿Qué se apreció?
Entre los resultados obtenidos tras el análisis de los datos, destaca que un 34,62% de los pacientes presentó alguna de las tres enfermedades asociadas al riesgo cardiovascular, mientras que el 65,38 % restante no mostró ninguna de ellas. Del total de pacientes, el 23,53% era hipertenso, el 6,94% tenía diabetes y el 15,33% padecía dislipemia.
Junto a esto, el estudio refleja que, si bien no se observaron diferencias significativas en lo que respecta al sexo, sí se percibieron variaciones considerables en función de los diferentes grupos de edad, ya que el 56% de los pacientes mayores de 65 años padecía alguna de las tres enfermedades.
Un 34,62% de los pacientes analizados presentó alguna de las tres patologías asociadas
al riesgo cardiovascular
“Más de la mitad de los pacientes mayores de 65 años y más de un tercio de todos los pacientes incluidos en el estudio presentaron uno o más factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. Por tanto, la implantación de este tipo de servicio de atención farmacéutica beneficiaría a un elevado número de personas con estas patologías”, subraya Zarauz.
Aportación del farmacéutico
En cuanto a la aportación que puede realizar el farmacéutico a través de un servicio como el que se recoge en el estudio, su autor lo tiene claro: “El objetivo es ofrecer un servicio de atención farmacéutica mediante el cual, tras analizar el índice de riesgo cardiovascular del paciente, se establezcan estrategias de control y seguimiento fármacoterapéutico, y de parámetros analíticos y biométricos relacionados”.
A esto suma que se puede incluir también la oferta de un programa de cesación tabáquica y recomendaciones dietéticas y de actividad física en caso de necesitarlo. “Con estas prácticas actuaríamos sobre factores de riesgo comportamentales, mejorando el control de sus patologías y con ello la calidad de vida de una gran parte de nuestros pacientes”, afirma.
Y es que, a juicio del autor, la incidencia sobre los hábitos de vida de la población es una cuestión de suma importancia: “Vivimos en la sociedad más sedentaria que jamás ha existido. La digitalización actual ha cambiado en estos últimos años nuestra forma de trabajar, de desplazarnos, e incluso nuestra forma de divertirnos. Esto, junto con el auge de la comida rápida y la elevada tasa de consumo de tabaco y alcohol, conlleva un aumento de los factores de riesgo”.
Además de esta actuación sobre factores comportamentales, Zarauz plantea que el farmacéutico pueda realizar campañas de toma de tensión arterial y análisis de glucosa y colesterol, que permitan la detección precoz y el tratamiento temprano de pacientes con factores de riesgo cardiovascular.
Apuesta asistencial
A la pregunta de por qué nace este trabajo y su interés profesional por impulsar un servicio de atención farmacéutica centrado en prevención cardiovascular, el autor asegura que surge “de la ilusión de una familia de farmacéuticos de convertir una farmacia de nueva apertura en una farmacia asistencial, orientada a la promoción de la salud del paciente”.
Esa ilusión que expresa, y que ha dado pie a este estudio, ha quedado asentada en dos sólidas bases: una mayor formación y un conocimiento previo de sus pacientes para poder optimizar esa asistencia y responder a sus necesidades reales. “Tras realizar un Máster de Atención Farmacéutica, estábamos decididos a implantar servicios, pero para ello necesitábamos analizar qué tipo de servicio respondería mejor a la demanda de la población que acude a nuestra farmacia”, apunta Zarauz.
Y es que, según defiende, la farmacia comunitaria debe ir encaminada a ser cada vez más asistencial y apostar por la inclusión de servicios. “La implantación de servicios profesionales en la farmacia es la mejor forma de poner en valor nuestra profesión como sanitarios, realizándolos acorde a nuestra formación académica”.
Además, asegura que los pacientes cada vez están más preocupados por su salud y demandan una atención más personal, accesible y especializada. “La implantación de estos servicios da respuesta a esta demanda”, asegura. Y añade: “Por otro lado, también nos permite trabajar estrategias comunes con otros sanitarios y crear canales de comunicación fluida con ellos, mejorando la atención sanitaria y la salud de todos nuestros pacientes”.
¿Cómo se percibe?
El aporte asistencial de estos servicios y el valor añadido que tienen para el paciente son, según Zarauz, factores que influyen en que la población sepa valorarlos y solicitarlos: “Por norma general, están muy bien valorados por el paciente. Estiman en gran medida la cercanía y accesibilidad a un profesional sanitario especializado, así como todo el tiempo que dedicamos a su atención. Ofrecemos un servicio personalizado en el que se le explica detalladamente su medicación, se miden periódicamente sus parámetros biológicos, se ofrece asesoramiento integral sobre sus problemas de salud y se resuelven las dudas que pueda tener el paciente. Todo ello, en mi opinión, es lo que más aprecia el paciente”.
Zarauz afirma que "el futuro de la farmacia y de la profesión pasa por la oferta de servicios profesionales especializados a la población”
A la hora de hacer un balance global de la puesta en marcha de un servicio profesional como éste, Zarauz pone, a un lado de la balanza, todo el trabajo y esfuerzo que supone llevarlo a cabo; y al otro, los resultados en salud que produce, sumados a la satisfacción personal y profesional que genera. La conclusión a la que ha llegado es contundente y por eso lanza un mensaje de ánimo a todos los farmacéuticos comunitarios que quieran apostar por implantar más servicios en sus boticas: “Yo, a todos ellos, les diría que adelante, que el futuro de la farmacia y de la profesión pasa por la oferta de servicios profesionales especializados a la población. En nuestro caso, además de la ilusión inicial, han sido necesarios mucho trabajo y un continuo plan de formación en estas materias. Todo esto se ha visto recompensado con la gratitud de los pacientes y la satisfacción personal y profesional del trabajo realizado”.
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