España comienza a mejorar sus cifras de accesibilidad a los fármacos, aún dramáticas para los pacientes. Un estudio europeo apunta a que en dos años nuestro país ha pasado de un 53% a un 62% en la disponibilidad de terapias innovadoras que se aprueban. Pero aún está lejos del 88% de Alemania y el 77% de Italia.
El tiempo de espera suma más de un mes y pasa de 629 a 661 días, casi dos años de retraso. Pese a consolidarse España como uno de los países líder en ensayos clínicos en el mundo, solo superado por Estados Unidos, los pacientes que no tienen la oportunidad de beneficiarse de las terapias en este ámbito deben esperar más de 600 días desde la aprobación por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y la Comisión Europea hasta la llegada a su botiquín.
Estos datos se desprenden del informe anual Indicadores de acceso a terapias innovadoras en Europa 2023 (WAIT Indicator) y sirven para medir el acceso de los países europeos a las terapias innovadoras en diferentes áreas terapéuticas críticas, como la Oncología y las enfermedades minoritarias. Recientemente en Actualidad Económica, el CEO de Sanofi, Paul Hudson, lamentaba que “es algo descorazonador que tu médico te diga que te va a tratar con la mejor opción con la que cuenta, en lugar de la mejor posible para esa enfermedad”.
El estudio
El informe WAIT está elaborado por la consultora Iqvia para la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia) y analiza el estado de la financiación pública a 5 de enero de 2024 de los medicamentos autorizados entre 2019 y 2022. En el análisis de la situación de 36, España ha mejorado sus cifras al pasar del 58% al 62% en la disponibilidad de nuevos tratamientos aprobados en la UE en 2023 con respecto a 2022. Así, supone sumar casi 10 puntos en dos años.
De ese 62%, unas 107 terapias, un 52% tiene un acceso limitado, el mismo porcentaje que el año pasado. Solo un 29% de los medicamentos se consiguen sin trabas en el SNS, un 32% tiene un acceso restringido y un 1% se consigue mediante financiación privada. Esto no es así en otros países como Alemania, donde ocho de cada diez fármacos sí están disponibles, o Italia y Francia, donde las cifras solo bajan a seis y cuatro de cada diez, respectivamente.
En el apartado oncológico, solo se accede a un 69% del porfolio total y se hace superados los 725 días de media. Es decir, de las 48 nuevas aprobaciones de la EMA, a España llegan 29. Muy por detrás de Alemania, Italia y Francia, con 46, 40 y 32, respectivamente. Si abordamos los medicamentos huérfanos se supera la mitad del botiquín disponible, pero un 44% de las 32 disponibles tiene un acceso limitado, y los enfermos esperan una media de 700 días.
En este punto cabe subrayar las afirmaciones de Hudson: “Pero, a pesar de ir por la senda correcta, todavía falta un paso más para alcanzar del todo el liderazgo en el acceso a la innovación, porque la implicación de los profesionales sanitarios en el desarrollo clínico debería traducirse después en el acceso a los medicamentos en cuyo descubrimiento y desarrollo han participado”.
¿Qué significa este retraso?
Esto muestra que los pacientes españoles pueden acceder a través del Sistema Nacional de Salud (SNS) a 103 de los 167 medicamentos aprobados en el citado periodo. Sin embargo, nuestro país aún se encuentra alejado de las tasas de los Estados de referencia como Alemania, con un 88% de disponibilidad; Italia, con un 77% y Francia, con un 63%, aunque ha superado a Inglaterra, con el 56%. Estos tres últimos han bajado sus cifras respecto al año anterior.
Como presidente de Efpia, Lars Fruergaard Jørgensen, también CEO de Novo Nordisk, ha subrayado en más de una ocasión que para abordar estas desigualdades se requiere un nuevo enfoque: "Necesitamos crear un marco para precios escalonados basados en la equidad para garantizar que el precio de los medicamentos innovadores pueda variar entre países, dependiendo de su nivel económico y su capacidad de pago”.
De los 167 medicamentos aprobados en la UE, 147 están disponibles en Alemania y 103 en España, pero solo 47 en Irlanda y 29 en Rumanía, cifras que muestran la desigualdad dentro del viejo continente. “La innovación forma parte del ADN de la industria farmacéutica, pero para que tenga un impacto real, tiene que llegar a los pacientes”, ha afirmado Jørgensen.
El impacto de las nuevas terapias en los pacientes es clave para elevar la calidad de vida. Diferentes estudios farmacoeconómicos apuntan a que el 73% del incremento en la esperanza de vida en los países desarrollados se debe al impacto sobre la salud de los medicamentos innovadores.
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