Alrededor del 30% de los diabéticos tipo 2 que necesitan insulina por la progresión de su enfermedad son reacios a comenzar este tratamiento debido a barreras psicológicas, según el estudio Emotion, puesto en marcha por Lilly para identificar qué actuaciones, afirmaciones y comportamientos de los profesionales sanitarios pueden ayudar significativamente a estos pacientes.
Detrás de ese miedo puede haber diferentes factores, como explica a este periódico Xavier Mundet, médico de familia del centro de salud El Carmel (Barcelona) y uno de los investigadores principales del estudio: "El desconocimiento sobre cómo se administra actualmente la insulina y tener creencias erróneas y pautas antiguas pueden fomentar esa resistencia psicológica a la insulina". Así, recuerda que hace años, se empleaban agujas mas gruesas que provocaban más dolor y los sistemas de administración requerían una mayor manipulación, cargar las jeringas y unas habilidades y técnicas que no eran sencillas. "Es más cómodo tomar una pastilla que no administrarse una inyección subcutánea, que no es agradable. Además, algunos pacientes con familiares mayores diabéticos todavía tienen la imagen de cómo se inyectaban insulina antes, pero hoy se ha superado, pues va precargada en cartuchos y las agujas son más finas", comenta.
José Manuel Paredero, vocal de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (Sefap) en Castilla La Mancha, pone sobre la mesa otra realidad que puede motivar ese miedo. "Hay que tener en cuenta el impacto de la evolución de la enfermedad que puede suponer para un paciente con diabetes tipo 2, que, tras años en tratamiento con antidiabéticos no insulínicos, ve cómo debe añadir insulina. La sensación de evolución a peor o incluso de culpa por no haber conseguido mantener a raya la enfermedad, también origina rechazo a la insulinización. No olvidemos que el paciente sabe que es la última barrera en el manejo de la patología, aunque, en situaciones puntuales, pueda haber sido insulinizado (intervenciones quirúrgicas, hiperglucemias elevadas temporales, etc)".
Efectos secundarios
Los efectos secundarios de este medicamento también pesan. Mundet destaca dos: las hipoglucemias y un ligero aumento de peso. Las primeras pueden ser graves y el segundo "aunque menor, si el enfermo ya es obeso si aumenta 2 o 3 kilos lleva una carga psicológica y metabólica que no es despreciable".
Más atención
Aunque existen protocolos médicos y farmacéuticos sobre cómo abordar la diabetes, según Mundet, la resistencia psicológica a la insulina no es un asunto que se aborda suficientemente. "Con el estudio Emotion se ha abordado un tema olvidado en la mayoría de guías de práctica clínica, que se quedan en cuál es la insulina más adecuada en cada situación, la educación sanitaria en general, pero no hacen hincapié en luchar contra este fenómeno, que no es minoritario", reconoce.
Precisamente, para solucionar esta laguna, el doctor adelanta que próximamente van a publicar en Primary Care Diabetes, un protocolo específico para atender este problema. El valor de este documento, que ya se ha mandado a la revista y que podría ver la luz antes de que finalice el año, es que puede ser de interés para todos los profesionales sanitarios implicados en la atención del diabético, entre ellos, los farmacéuticos y enfermeros.
A su juicio habría que fomentar la coordinación entre todos los sanitarios para ofrecer una mejor atención sanitaria y en el caso de los diabéticos, reconoce que, en ocasiones, el médico piensa que el tratamiento es sólo la prescripción, "pero es una parte; hay un cortejo que va más allá de la mera prescripción". Por ello ha destacado el papel de los farmacéuticos para desempeñar acciones coordinadas y complementarias encaminadas a mejorar los resultados en salud.
Primeras prescripciones
Guillermo Bagaria, vicetesorero y responsable de Atención Farmacéutica del COF de Barcelona, asume la responsabilidad del farmacéutico comunitario en este asunto y, conscientes de ello, desde el Consejo de COF de Cataluña está en marcha un programa de primeras dispensaciones, al que se puede adscribir cualquier boticario interesado, que avisa de cuándo un medicamento es de primera dispensación para que el profesional pueda explicar con detenimiento qué es fármaco, cómo se utiliza... Además, quienes así lo solicitan pueden dar un paso más y formarse, de tal manera, que cuando realizan esa intervención la registran.
"Este programa se ha centrado en varios grupos de medicamentos: inhaladores, anticoagulantes e insulinas -detalla Bagaria-. Y cuando salta la alarma de las insulinas el farmacéutico explica no sólo el medicamento en sí, sino que se dan consejos sobre técnicas de inyección, alimentación, adherencia, hipoglucemias...".
Según sus datos, el programa (que está en marcha desde el año pasado), cuenta con "3.000 farmacéuticos formados desde julio 2019 y se han emitido 878.705 mensajes que han aparecido en las farmacias advirtiendo de esa condición de primera dispensación".
Mensajes que ayudan
Rafael Salas, de la Asociación Diabetes Zaragoza y psicólogo experto en diabetes, comenta que "no hay una pauta mágica o una frase mágica que a un enfermo le haga perder el miedo a la insulina. Este se pierde poco a poco y si continúa habrá que derivar al médico o endocrino que lo lleve para valorar si necesita ayuda profesional para superarlo".
No obstante, los sanitarios, entre ellos los farmacéuticos, pueden explicar que el tratamiento con insulina es "un cambio a mejor, que con ella la diabetes estará controlada, que se va a adaptar pronto e insistir en que hay otros pacientes que están pasando por lo mismo y que lo han superado". Por tanto, lo mejor es, "normalizar el miedo y transmitir que es cuestión de tiempo".
Paredero da más recetas para mitigar esa resistencia psicológica:
- Explicar para que conozca bien el funcionamiento de los dispositivos de administración de insulina que tiene pautados.
- Insistir en que la administración de insulina no es dolorosa, es fácil de llevar a a cabo con seguridad y solo requiere tener en cuenta unas pautas fáciles de memorizar para cualquier paciente.
- Despejar todo sentimiento de culpa que pueda tener el paciente y aprovechar cualquier situación para recordarle la posibilidad que tiene de mejorar la evolución de su diabetes con dieta y ejercicio adecuado y la adherencia a los tratamientos.
- Decir que la utilización adecuada de la insulina va a mejorar el control de la enfermedad y no es un castigo, sino una necesidad con justificación clínica.
- Informar de que las insulinas han evolucionado a mejor, más depuradas, con mejores dispositivos y mayor facilidad de uso para los pacientes y menos efectos adversos derivados tras su aplicación.
- No ocultar ningún efecto secundario de la insulinización, por muy aprehensivo que sea el paciente.
Técnica correcta de inyección
Todos los expertos coinciden en que los profesionales sanitarios deben explicar al diabético cómo se debe administrar correctamente la insulina, pues una técnica incorrecta puede provocar dolor u otros problemas que señala Salas, como la lipohipertrofia, "una prominencia que aparece por inyectar la insulina reiteradamente en el mismo punto".
Aclarar la diferencia entre inyección intramuscular y subcutánea no está demás, según Mundet, pues "muchos pacientes lo desconocen y no saben que al ser subcutánea es indolora si se hace bien". Como tampoco hay que olvidar recordar que las agujas son de un solo uso; es más, si se reutilizan puede provocar dolor, o que hay que rotar la zona del pinchazo para evitar dolor. Así, los expertos mencionan el abdomen, los brazos, los muslos y las nalgas.
Otros consejos prácticos para una correcta inyección son:
- Coger un pellizco de piel con los dedos índice, pulgar y corazón, cogiendo la dermis y el tejido subcutáneo sin tocar músculo.
- Clavar la aguja en un ángulo de 90-45 grados.
- Contar hasta 5 ó10 segundos, dependiendo del dispositivo, antes de retirar la aguja de la piel para evitar fugas de insulina.
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