Si un paciente acude a la farmacia pidiendo algo para eliminar las manchas de la piel, el farmacéutico tendrá que sacar del bolsillo de su bata la lupa, la libreta y el bolígrafo para convertirse en el Sherlock Holmes de la botica. Y es que hay que indagar mucho para saber el origen de la mancha y si puede o no recomendar un despigmentante. Eso sí, previamente habrá tenido que investigar qué activos despigmentantes hay y cómo actúan, como señala MªJesús Lucero, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla.
Para ayudar al profesional en esta labor, Cantabria Labs ha elaborado una guía, cuyo primer módulo se centra en el manejo de los retinoides (el manual se va colgando en la red por capítulos). En el texto han participado, además de Lucero, Gema Herrerías, vocal de Dermofarmacia del Consejo Andaluz de COF; Cristina García Millán, dermatóloga de la Clínica Grupo Pedro Jaén (Madrid), y Bita Hashtroody, scientific medical director en Cantabria Labs.
Según Herrerías, las primeras preguntas que debe formular el farmacéutico para ver qué despigmentante recomendar son: qué medicamentos toma; desde cuándo tiene las manchas; qué factores agravantes tiene, por ejemplo, si empeoran con la exposición al sol; si hay alguna sintomatología asociada, como picor o descamación; cuál es el historial de exposición al so; si hace un uso correcto del protector solar, y si ha seguido tratamientos previos despigmentantes. También añade que la selección del producto “depende del tipo de pigmentación, tolerancia de la persona a los tratamientos de acción intensiva y grado de exposición solar durante el tratamiento”.
Personalizar
La farmacéutica comenta que en la actualidad “hay formulaciones con diferentes texturas para los distintos tipos de piel y hay varios ingredientes y concentraciones, según la resistencia de la piel y severidad de las lesiones”. Por ejemplo, para una piel más sensible o melasma leve, Herrerías recomendaría “un sérum despigmentante con ingredientes aclarantes junto con glicosferas de retinol y derivados del ácido retinoico a baja concentración y de alta tolerancia”. En cambio, para pieles más resistentes y pigmentación más intensa, el farmacéutico puede “seleccionar una emulsión despigmentante con retinol al 0.5%”.
Lucero comenta que el objetivo de un buen despigmentante “está en combinar ingredientes que aborden todos los posibles mecanismos de formación y transferencia de melanina, que es la que provoca la mancha. Por eso, lo normal es que se combinen diferentes ingredientes, tanto plantas como sintéticos”.
Herrerías hace una mención especial al embarazo y la lactancia, periodo en el que no se aconseja el uso de despigmentante, “por los cambios hormonales que afectan a la piel, la frecuente sensibilidad y la posible teratogenia teórica, que no se puede demostrar por falta de estudios”. Por eso, en estos casos, “la prioridad es la prevención con el empleo de protectores solares y antioxidantes tópicos”, insiste.
También estarían desaconsejados en personas con dermatitis atópica, eccema, psoriasis o rosácea en brote. ¿El motivo? El poder irritante de los despigmentantes.
Aunque, como recuerda Lucero, son activos seguros “si se utilizan en las concentraciones permitidas por la Unión Europea (UE), eso no quita que provoquen irritación en función de la piel que tenga el consumidor”. En su opinión, “a veces se elige un retinoide más potente para una piel más sensible y aparece la irritación, pero eso no quiere decir que el retinoide no sea seguro”. Para minimizar esa irritación, la vocal de Dermofarmacia andaluza recomienda comenzar el tratamiento progresivamente. “Las dos primeras semanas aplicarlo cada tres días por la noche y, según tolerancia, pasar a hacerlo en días alternos, por ejemplo”. Asimismo, la fotoprotección contribuye a disminuir la irritación, por lo que habría que aconsejar usar crema solarpor la mañana durante el tratamiento despigmentante. Eso sí, matiza que el fotoprotector debe ser “de amplio espectro y con SPF 50, aplicado en la cantidad suficiente y renovando a lo largo de la jornada incluso en zonas urbanas si va a estar más de una hora al sol”, dice Herrerías.
Cuándo derivar
Lo que tiene que tener claro el farmacéutico es hasta dónde puede llegar en su consejo. Así, la vocal asegura que sólo puede intervenir en casos de “melasma, hiperpigmentación postinflamatoria, efélides (o pecas) y lentigos solares”. Si estos últimos “van acompañados de evidente daño actínico solar con fotoenvejecimiento avanzado -añade-, debemos derivar para descartar malignidad”. En estos caso, es crucial descartar factores de riesgo de cáncer de piel melanoma o no melanoma; por eso, se debe remitir al médico ante cualquier síntoma de dolor, picor o sangrado y signos de evolución en tamaño, forma, relieve o color de una lesión”.
Se debe proceder de la misma forma con las niñas que presentan manchas cutáneas y que aún no han tenido su primera menstruación, “para descartar problemas endocrinos, por ejemplo, y en ningún caso se indicarían los despigmentantes desde la farmacia comunitaria”.
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