“Nada nos detendrá en nuestro afán por salvar vidas”: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue muy clara ante el Parlamento Europeo en los momentos más duros de la pandemia de la Covid-19 a finales de marzo. Durante su intervención, tuvo ocasión de detallar cuáles habían sido las medidas tomadas por la Comisión para apoyar a los países de la Unión Europea en materia de sanidad y respaldar la economía europea. En ese momento faltaba en el discurso público un elemento que ahora, una vez que empieza a pasar lo peor de la tempestad, puede abordarse con el cuidado que merece: preparación y prevención de crisis sanitarias del futuro.
Cuando la presidenta von der Leyen rindió cuentas ante el Parlamento Europeo, la Comisión ya había puesto en marcha una serie de medidas urgentes en materia sanitaria, haciendo un ejercicio importante de creatividad para estirar sus competencias en este ámbito. Así, creó la primera reserva europea conjunta de material sanitario, rescEU. Gracias a ella, España, Italia y Croacia recibieron 330.000 mascarillas FFP2. Impulsamos también licitaciones comunes entre los países de la UE para tener más capacidad de negociación a la hora de comprar elementos de protección individual y estableció normas comunes para que las empresas europeas pudieran reconvertirse y producir más fácil y rápidamente dichos equipos.
La Comisión acompañó las medidas de contingencia con una apuesta por la investigación. Como principio rector de su acción se comprometió a apoyar y acelerar la investigación contra la Covid-19. Para ello movilizó 1.000 millones de euros del programa de investigación y desarrollo de la UE, Horizonte 2020. Con parte de este montante se financiaron 17 proyectos que pretenden encontrar tratamientos o vacunas contra la enfermedad. Es el caso de la investigación que Laura Lechuga desarrolla desde el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología. Allí se pretende encontrar un tratamiento eficaz al tiempo que se estudian mecanismos para preparar y mejorar la respuesta de los sistemas de salud pública ante el virus. Otro ejemplo es el proyecto del consorcio europeo Exscalate4CoV que, con implicación española, ha anunciado que el raloxifeno podría ser un tratamiento efectivo contra la Covid-19 en pacientes con síntomas leves de la enfermedad. Más allá de la acción a nivel europeo, la Comisión ha apostado también por la diplomacia sanitaria y por aunar esfuerzos para que, con independencia de quién encuentre el tratamiento o vacuna, sean asequibles y accesibles para todos en cualquier lugar del mundo. De esta forma, ha liderado una recaudación de fondos global que hasta ahora ha conseguido 9.800 millones de euros con este propósito.
Sin fronteras
Aunque en materia de salud, la proximidad es esencial, esta crisis ha demostrado que en un mundo interconectado y en una Europa donde compartimos más que un espacio común, las epidemias no tienen fronteras. Por ello, la solución tiene que ser europea.
Cuando la Covid-19 irrumpió en nuestras sociedades, la Unión Europea se encontraba en la recta final de las negociaciones del presupuesto de la UE para 2021-2027, lo que nos ha permitido adaptar dicho marco a la nueva situación y reaccionar de la forma adecuada, y dar un mayor peso al ámbito sanitario.
A finales de mayo la Comisión Europea presentó su Paquete de Recuperación Next Generation EU. Con él se propone que el marco financiero plurianual de la UE que actualmente se negocia se amplíe en 750.000 millones de euros. Con Next Generation EU se pretende apoyar a los países de la UE, a las empresas y desplegar mecanismos que nos permitan transformar en programas y acciones concretas lo aprendido en esta crisis: la importancia de la salud, la investigación y de la solidaridad entre países. Precisamente de ese montante total se destinarían casi 50.000 millones de euros entre subvenciones y préstamos para este tipo de iniciativas. El nuevo programa EU4Health (La UE por la Salud) sería una de ellas. Del total, le corresponderían 9.400 millones, lo que supone multiplicar por 21 el presupuesto en materia de sanidad con respecto al marco financiero anterior.
Nuestra ambición es garantizar que la Unión Europea siga siendo la región más saludable del mundo; disponga de todos los instrumentos posibles para hacer frente a los retos sanitarios a nivel europeo; y esté preparada frente a cualquier nueva amenaza emergente para la salud que pueda poner en peligro a su población. EU4Health, junto con el marco financiero en su conjunto, empezaría a funcionar el 1 de enero del próximo año. El peso principal de su ejecución estaría en los países de la UE, ONG y otros actores sobre el terreno, respondiendo a la vocación de que la sanidad debe ser próxima y que la investigación en la UE debe estar interconectada.
En los últimos meses, la COVID-19 ha puesto a prueba todos los sistemas, nos ha hecho reaccionar rápido y poner todos los medios a nuestro alcance para tratar de salvar vidas y apoyar a los países de la UE. Lo único bueno que nos ha traído es que ahora somos más conscientes de nuestras debilidades y de aquellos aspectos que hay que mejorar dentro de un espacio que compartimos 450 millones de personas. El programa EU4Health es una muestra clara de la posición preponderante que las políticas de salud van a ocupar en los próximos años dentro de la Unión Europea.
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