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viernes, 18 de diciembre de 2020

Día Mundial de la Lengua Árabe

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Vie, 18/12/2020 - 08:41
¿Sabía que...?
Día Mundial de la Lengua Árabe
18 de diciembre: Día Mundial de la Lengua Árabe.

Hoy es el Día Mundial de la Lengua Árabe, una ocasión pintiparada para hablar de la presencia de arabismos en nuestra lengua. Es ya un tópico considerar al español la lengua europea más rica en arabismos, herencia de ocho siglos de presencia musulmana en la Península. En realidad, el Diccionario de la lengua española registra únicamente 2.242; si sumamos otras voces derivadas y la abundante toponimia patria de origen árabe (Albacete, Alicante, Almería, Andalucía, Badajoz, Gibraltar, Granada, Guadalajara, Guadalquivir, Jaén, La Mancha, Madrid, Málaga, Melilla, Mulhacén, Murcia, Trafalgar, Valladolid...), posiblemente no superaríamos la cifra de cinco mil vocablos españoles de raíz árabe. La mayor parte de ellos, por cierto, arcaicos: apenas los usa nadie o suenan a los tiempos de Maricastaña, como es el caso de alambique, alifafe, azogue, baladí, batán, candil, celemín, mequetrefe, morapio, redoma, rija y zagal.

Con todo y eso, es cierto que en español seguimos usando aún a diario numerosos arabismos: aceite, ademán, ajedrez, albañil, albaricoque, almacén, almohada, ámbar, arroba, arroz, asesino, atún, azafrán, azar, azul, cero, espinaca, gazpacho, guitarra, hasta, jarra, limón, melenudo, naranja, sandía, tambor, taza, zanahoria, zumo. También en medicina, por supuesto: voces como alcalino, alcohol, algodón, azúcar, bezoar, cafeína, calemia, cifra, diván, elixir, escarlatina, hachís, jaqueca, jarabe, joroba, laca, locura, nuca, tabaquismo, tabique y talco nos llegaron directamente del árabe o procedentes de otras lenguas, pero a través del árabe hispánico.

Del árabe hispánico, sí, porque la inmensa mayoría de nuestros arabismos no proceden del árabe clásico, sino de los dialectos andalusíes. En palabras de uno de los mayores conocedores del campo, el arabista Federico Corriente, de la Real Academia Española (RAE): «Fueron mayormente introducidos por la inmigración de mozárabes cristianos, pero bilingües o incluso arabófonos exclusivos, a los reinos cristianos septentrionales, donde su superioridad técnica y científica les ofrecía un futuro mejor que seguir vegetando como “clientes” tolerados y tributarios en tierras del Islam». A estos arabismos se unieron más tarde neologismos de obras científicas traducidas del árabe y voces llegadas con las relaciones comerciales transmediterráneas con los países norteafricanos.

Leyendo a Federico Corriente, aprendo historias deliciosas que me transportan, como en una alfombra mágica, un milenio atrás, hasta esa Hispania medieval mitad mora y mitad cristiana.

Cuando, tras la Reconquista, muchos señores e hidalgos cristianos emplearon niñeras moriscas para cuidar de sus hijos, estas arrullaban a los bebés a su cargo cantando nám, nám, nám ínta (duerme, duerme, duérmete tú), probable origen de nuestra nana, nanita.

En árabe, las palabras ‘arroz’ y ‘esposo’ suenan parecido; y esa similitud fonética explica que la fórmula ritual con que se preguntaba a la esposa que se casaba en segundas nupcias ―tiríd ‘ala rrús, aqṭá‘ lína (¿quieres a este esposo ante todos?, acláranoslo)― acabara convertida en que si quieres arroz, Catalina.

Cuando alguien nos clava, pongamos por caso, quinientos euros del ala, lo hacemos porque nuestros tataratrastatarabuelos llamaban alihála a la propina. Fulano y Mengano derivan de fulán (un tipo cualquiera) y man kán (quien sea); nuestra interjección desiderativa ojalá, de law šá lláh (si Dios quiere) para unos, de lā awḥaša llāh (Dios no nos prive) para otros; y la exclamación ¡Ángela María! no guarda relación con los ángeles ni con la Virgen, sino con el andalusí ingilá almaríyya (desvelamiento de la novia, en el sentido de quedar la realidad a la vista). Tanto droga como trola derivan del árabe hispánico ḥaṭrúka (charlatanería); cateto, de qátí' turúq (salteador de caminos).

Árabes en su origen son también frases hechas tan españolas como a troche y moche (tuǧíb ma waǧáb, ponga las condiciones que ponga [la esposa para acceder al divorcio]); a trancas y barrancas (atrakkán barrámka, busca un rincón con la yegua para defenderte de varios atacantes simultáneos), herre que herre (hírr, forma acortada de ḥírr úmmak [el coño de tu madre], palabrota habitual entre los arrieros moriscos),  dormir la mona (múna, provisión [de vino, se sobrentiende]).

En los estadios de fútbol, incluso, cuando la hinchada enfervorizada entona a voz en grito sus cánticos de ánimo, en España seguimos tirando del árabe: ¡alirón! (ali''lán, anuncio público), ¡ra, ra, ra! (ra, ra, ra, ¡mira, mira, mira!) y ¡alabí, alabá, alabín bombá! (alla'ibín áyya ba'ád alla'ib bón bád, jugadores, venga ya, el juego va bien).

Fernando A. Navarro

El 18 de diciembre celebramos el Día Mundial de la Lengua Árabe: algunos consideran al español la lengua europea más rica en arabismos, herencia de ocho siglos de presencia musulmana en la Península; pero ¿se han parado a pensar cuántos arabismos seguimos empleando realmente hoy? Off Fernando A. Navarro Off

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