El retraso diagnóstico -que se alarga hasta diez años desde que debuta la patología- es el principal desafío al que se enfrentan tanto los pacientes de hidradenitis supurativa (HS) como los especialistas que la tratan, y que cobra aún más importancia en un contexto con cada vez más evidencias de los innumerables beneficios del abordaje precoz de esta enfermedad, hasta el punto de cambiar su historia natural. Esta fue una de las cuestiones centrales de la jornada HermeS 2020: Dando alas al conocimiento, organizada por AbbVie y en la que se hizo una puesta al día de la enfermedad; un panorama en el que técnicas como la ecografía y estrategias como el trabajo conjunto médico-quirúrgico cobran cada vez más protagonismo.
“En sus etapas iniciales, la HS se caracteriza por la aparición de lesiones inflamatorias (abscesos, nódulos inflamatorios) en forma de brotes en zonas de pliegues cutáneos. Si no se diagnostica y trata bien a tiempo, estos brotes de lesiones, que al principio desaparecen sin dejar casi cicatriz, van destruyendo los tejidos de la zona y formando unos túneles debajo de la piel que producen supuración casi continua, también conocidos como fístulas drenantes”, explicó Alejandro Molina-Leyva, del Servicio de Dermatología del Hospital Virgen de las Nieves, de Granada.
Como comentó este experto, las fístulas drenantes son permanentes y van incrementando la carga inflamatoria del paciente, y esto a su vez crea un circuito de retroalimentación positiva: “Cuanto más extensa y grave es la enfermedad en un paciente, mayor es la carga inflamatoria; y a mayor carga inflamatoria, más progresa la enfermedad. Algunas fístulas, cuando están en proceso de formación, podrían responder al tratamiento con medicamentos, mientras que si están completamente formadas, la norma es que precisen cirugía para su resolución”.
En proceso de formación, las fístulas pueden responder al tratamiento con fármacos
Antonio Martorell, responsable de la Unidad de Hidradenitis del Servicio de Dermatología del Hospital de Manises, de Valencia, hizo hincapié en la capacidad de progresión de la HS en muchos casos, favoreciendo que el paciente, con el paso del tiempo, evolucione de estadios leves hasta una fase severa, “que se caracteriza por el desarrollo de estructuras en la piel que ya no responden al tratamiento médico y que deben ser intervenidas quirúrgicamente para su adecuado control, lo que en ocasiones da lugar a cirugías amplias. Por tanto, el abordaje precoz permite controlar a los pacientes en esas fases iniciales en las que éste todavía no ha desarrollado prácticamente estructuras no respondedoras a tratamiento médico, reduciendo por tanto la necesidad de recurrir a estas cirugías que, en ocasiones, resultan mutilantes”.
Sinergias que funcionan
El mayor conocimiento de las peculiaridades de la HS en sus manifestaciones y evolución ha llevado a identificar una ventana de oportunidad determinante para enfocar el abordaje y que Martorell definió como “un estadio evolutivo de la enfermedad, en el que el paciente presenta lesiones consideradas reversibles con el tratamiento médico, y en el que podemos actuar con eficacia”. En la misma línea, Molina-Leyva incidió en que tratar al paciente de forma precoz en esta ventana de oportunidad supone evitar que la enfermedad progrese y, por tanto, tener que recurrir a tratamientos complejos y cirugía.
En el transcurso de las sesiones quedó claro que dos de los ejes que centran actualmente el enfoque desde el que se maneja esta enfermedad son, por un lado, la forma de optimizar la combinación del tratamiento médico con la cirugía y, por otro, el uso de la ecografía como una herramienta fundamental.
En relación al tratamiento médico, Martorell recordó que adalimumab es actualmente el único fármaco aprobado para el control de la inflamación de la hidradenitis supurativa. “Concretamente, la presentación de Humira 80mg (adalimumab), con una pauta posológica más cómoda para los pacientes que lo requieren, nos permite alcanzar un control a corto y largo plazo”.
Respecto a la importancia del abordaje médico-quirúrgico, Martorell señaló que, debido al retraso diagnóstico que se da en esta patología y, también, como consecuencia del tiempo que se tarda hasta que el paciente llega al especialista, hasta el 80% de los casos de HS que se ven en consulta presentan lesiones de mayor o menor tamaño que requieren atención quirúrgica, una vez se ha estabilizado la parte médica enfocada al control de la inflamación. “Las ventajas de una buena comunicación y el trabajo conjunto médico-quirúrgico son varias: favorece la optimización de la toma de decisiones en el tratamiento combinado; permite una mejor comunicación de expectativas al paciente y proporciona unos mejores resultados a largo plazo en el control de la enfermedad”.
La ecografía permite ver tanto la extensión como la gravedad de las lesiones
En cuanto al papel de la ecografía, los especialistas incidieron en la relevancia de su uso en la toma de decisiones a lo largo de todo el abordaje desde el momento del diagnóstico, ya que, a pesar de que la HS es una patología visible, como apuntó Molina-Leyva, las lesiones que se manifiestan en la piel son sólo la punta del iceberg, “de forma que la exploración ecográfica nos permite tanto la extensión y la gravedad real. Además, esta técnica sirve para aumentar la precisión de tratamientos como las infiltraciones intralesionales o la cirugía. Precisamente, este año hemos publicado los datos relativos a nuestra experiencia en el Servicio de Dermatología del Hospital Virgen de las Nieves sobre el uso de la ecografía para la cirugía en estos pacientes, y los resultados nos han permitido observar cómo el uso de esta técnica disminuye de forma significativa las recurrencias postquirúrgicas”.
Calidad de vida
El reto de mejorar la calidad de vida de los pacientes centró una de las sesiones. Según el II Barómetro de la Hidradenitis Supurativa, el 60% de los afectados considera que la enfermedad afecta de forma negativa a su cotidianeidad, no sólo desde el punto de vista físico sino también -y de forma muy notable- en el aspecto psicológico y emocional.
“Desde las formas más leves hasta las más severas, la HS se caracteriza por presentar un curso impredecible. Sus lesiones aparecen de forma inesperada, entrometiéndose en la vida de los pacientes en varios aspectos: produciendo dolor y limitación en la movilidad de las extremidades o de las actividades cotidianas, como, por ejemplo, sentarse; y también producen picor, lo que favorece el rascado, dificulta el sueño y genera incomodidad. Asimismo, la supuración, que ensucia y estropea la ropa, haciendo visible la enfermedad, y el mal olor que la acompaña y que perciben tanto el paciente como otras personas, contribuyen a generar sentimientos de vergüenza y estigmatización. Pero el impacto en la calidad de vida no se limita solo a los pacientes: en un reciente estudio de nuestro grupo de investigación hemos observado cómo las personas que conviven con afectados de HS también ven afectada su calidad de vida de forma intensa”, concluyó Molina-Leyva.
Con la colaboración de AbbVie
La capacidad de progresión de la HS obliga a ‘activar las alertas’ para detectar el estado evolutivo en el que se puede intervenir con eficacia y sin tratamientos complejos ni cirugía. Off Carla Nieto Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/37A5me8
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