Los internistas, junto con intensivistas y microbiólogos, han sido sin duda los especialistas más atareados durante la pandemia: han atendido y siguen atendiendo en primera línea a ocho de cada diez pacientes no críticos hospitalizados por la covid-19. “Hemos estado en primera línea en multitud de crisis sanitarias -recuerda Ricardo Gómez Huelgas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna y jefe del Servicio en el Hospital Regional Universitario de Málaga-, como el inicio del VIH o el síndrome del aceite tóxico, pero la actual es una de las crisis de mayor magnitud de nuestra historia reciente”.
Su experiencia le llevó a reaccionar enseguida: "Como presidente de la SEMI, decidí suspender todas las actividades formativas e institucionales presenciales que tenía programadas la sociedad el día 1 de marzo. Creo que fuimos unas de las primeras sociedades en tomar esta decisión. Aunque en aquellos momentos había mucha incertidumbre, fue una decisión acertada".
En cuanto generalistas de los hospitales, “la polivalencia y la visión global, dos características propias que están en el ADN de nuestra especialidad y definen al médico internista, facilitan que nos adaptemos rápidamente a las necesidades asistenciales y que hayamos sido una de las especialidades más directamente implicadas en la atención a los pacientes con covid-19, una infección de afectación sistémica que va más allá de los pulmones”.
Por eso han coordinado y vertebrado a los equipos covid en la mayoría de los hospitales españoles. Ricardo Gómez Huelgas ha presidido el reciente congreso nacional de la especialidad en el que, claro está, la covid-19 ha acaparado buena parte de las sesiones. Después de dos años al frente de la SEMI ha dado el relevo a su sucesor, Jesús Díez Manglano, internista en el Hospital Royo Villanova, de Zaragoza.
El broche de oro de su mandato ha sido el Registro Clínico multicéntrico SEMI-Covid-19 que en la actualidad cuenta con datos de más de 18.000 pacientes, y en él trabajan de forma colaborativa más de 650 investigadores de 200 hospitales. “Es uno de los mayores de España y del mundo y cuenta con 70 investigaciones en marcha vinculadas, cuyos resultados ya se han empezado a publicar”.
Tal esfuerzo investigador, a pesar de la elevada presión hospitalaria y asistencial en la primera ola epidémica, estaba motivado por la urgencia de "obtener evidencia científica de calidad, absolutamente necesaria y fundamental. Hemos publicado ya estudios sobre cuáles son los pacientes que, en función de sus síntomas, pueden evolucionar mejor y peor, cómo afecta la infección a los pacientes muy mayores o qué se sabe de la hipertensión y la diabetes en el contexto de la covid-19, y seguiremos publicando más claves y datos en el futuro inmediato que serán de gran interés para la comunidad médica y la sociedad en su conjunto".
Vocación holística
Formado en Málaga, hizo el MIR en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, cuna de insignes internistas, luego estuvo doce años en el Hospital Comarcal de La Axarquía, en Vélez (Málaga), y en 1997 ocupó la plaza de jefe de Sección en el Hospital Regional de Málaga. En 2004 obtuvo la jefatura de Servicio. Es profesor de la Universidad de Málaga y coordina un grupo de investigación en el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga.
Cuando en el año 2014 se presentó a la vicepresidencia de la SEMI, declaró que “la visión que tengo de la Medicina Interna es la de una especialidad con una vocación holística y, por lo tanto, integradora de intereses y abierta a tendencias y a innovaciones… El paciente crónico, pluripatológico, con multicomorbilidad y de edad avanzada constituye el nuevo paradigma de nuestra especialidad”.
La pandemia, con sus desconocidas y múltiples facetas, ha corroborado ese papel de la especialidad. “Los hospitales han sufrido una transformación sin precedentes. Han tenido que reorganizar servicios, acondicionar nuevas salas, optimizar y reordenar recursos humanos y materiales y apostar aún más, si cabe, por una atención multidisciplinar y transversal, basada en la colaboración estrecha entre especialidades y niveles asistenciales. Todo ello ha sido posible gracias a la labor de miles de profesionales que han trabajado al unísono con el único objetivo de salvar vidas”.
La covid les ha obligado a cambiar modos de trabajar, a enfrentarse a una elevada presión asistencial, con una gran tensión emocional y “con la circunstancia añadida de tener que plantear tratamientos para los que contábamos -sobre todo al inicio de la pandemia- con una escasa evidencia científica”. No ha resultado contagiado, a pesar de que por su centro han pasado casi un millar de pacientes, pero ha visto a muchos compañeros enfermos “y dos médicos de mi promoción de residencia han fallecido por la covid-19”.
Sin tiempo para pensar
¿Qué sentimientos se experimentan viendo morir a tanta gente y sin los recursos apropiados? “En las fases iniciales, la presión asistencial fue tan extraordinaria que casi no teníamos tiempo de pensar más que en intentar poner los medios y las medidas organizativas para atender a los pacientes. Quizás la impotencia fue el sentimiento predominante en esos momentos. Paralelamente, la falta de recursos adecuados originó en muchos profesionales sentimientos de preocupación al contagio, de miedo a infectar a tus familiares, de inseguridad y de indignación. A medida que pasaban los días, se unió el agotamiento físico y mental por la enorme sobrecarga de trabajo. Hemos vivido situaciones tremendamente duras, muy dolorosas, como atender a pacientes que fallecían en soledad, sin el acompañamiento de sus seres queridos, o tener que tomar decisiones clínicas en un contexto de una medicina de catástrofe a la que nunca nos habíamos enfrentado”.
El presidente de la SEMI admite la necesidad de primar las medidas de seguridad, pero no se han acoplado con la humanización de la asistencia. "En lo profesional, los internistas hemos tenido que aprender a manejar pacientes que han estado solos y aislados, a relacionarnos con sus familiares a distancia y a dar noticias que hubiésemos preferido no dar. Ello ha supuesto una situación de estrés y una intensa carga emocional. Se debería reflexionar sobre cómo hacer compatible o cómo conjugar la seguridad con una medicina centrada y orientada hacia la persona”. A la vez, la crisis “nos ha unido más en lo profesional, hemos aprendido a trabajar mejor en equipo, sin importar la especialidad o el nivel asistencial”. Una renovación colectiva de los valores éticos de la profesión.
Aprender de la historia
Y ¿qué lecciones se han aprendido? “Que la Sanidad es un pilar clave de nuestra sociedad y que debemos proteger nuestro sistema sanitario y dotarlo de los recursos necesarios; si no preservamos la salud de nuestros ciudadanos, nuestra sociedad no podrá tener libertad, justicia ni progreso, ni tampoco fuerza de trabajo... Que debemos cuidar a quienes cuidan de los pacientes, y también contar con su opinión experta para cualquier medida que adoptemos en materia de salud… Que habría sido fundamental una mayor coordinación entre Administraciones, agilidad en la toma de decisiones… Que hay que contar con el asesoramiento y opinión experta que atesoran los profesionales sanitarios en primera línea en la pandemia, pues la visión de los que están en primera línea en los hospitales y centros de salud es indispensable para dimensionar el problema y conocer la realidad y necesidades de recursos materiales y humanos y para poder tomar las decisiones más apropiadas en cada momento... Que sin salud no hay economía viable ni posibilidad de recibir una adecuada educación…”. En fin, que “la pandemia ha cambiado nuestra propia percepción personal y social: seguimos siendo mucho más vulnerables de lo que pensábamos”.
Insiste por eso en que la pandemia "nos debe hacer reflexionar sobre la necesidad de estar mejor preparados ante potenciales situaciones o amenazas parecidas en un futuro. Es preciso dar a la Salud Pública la importancia que debe de tener, y que el Sistema Nacional de Salud disponga de los recursos que se necesitan y que permitan hacer frente a coyunturas similares".
Advierte en consecuencia que para luchar contra futuras pandemias “sólo serán útiles las políticas sanitarias con un enfoque global, transversal y a largo plazo. Por ello, es preciso abogar por estrategias integrales de promoción de la salud pública y dotar al sistema sanitario de todos los recursos precisos para combatir cualquier amenaza similar. Las sociedades que no aprenden de su historia están condenadas a repetirla”.
Acaba de dejar la presidencia de la SEMI en la que ha impulsado un registro nacional con 18.000 pacientes de 200 hospitales, uno de los principales del mundo. Admirables Off José R. Zárate Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3omHAJt
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