El Premio Nacional de Ensayo ha recaído este año en El infinito en un junco, de la zaragozana Irene Vallejo, «por ofrecer un viaje personal, erudito e instructivo por la historia del libro y de la cultura en el mundo antiguo, que transmite un sentimiento de colectividad en el que tanto la propia autora como quien la lee se reconocen». El fallo estaba cantado, porque este erudito y apasionante ensayo de aventuras (bien grueso: 450 páginas) se había convertido, con más de 100 000 ejemplares vendidos y contratos firmados para su traducción a veintiséis lenguas, en el gran éxito editorial del año.
Este libro excepcional narra ―en una atractiva mezcla de novela de aventuras, relato histórico, diario personal, guía de viaje por el mundo clásico y reflexión filosófica― «la invención de los libros en el mundo antiguo»; la historia, en definitiva, de una de las creaciones más asombrosas de la humanidad: la invención del alfabeto, de la palabra escrita y de su fruto más logrado, el libro.
Leer y escribir no son habilidades innatas del ser humano. Desde hace cinco mil años, la lectura de libros ha cambiado la estructura de nuestros circuitos y conexiones neuronales, ha transformado la naturaleza del pensamiento humano y ha impulsado nuestro desarrollo intelectual y la evolución cerebral de nuestra especie. Leer mucho y bien es, desde hace milenios, el mejor método que conocemos para ampliar conocimientos y perfeccionar el pensamiento lógico, analógico, inductivo, deductivo, reflexivo, analítico-sintético y crítico.
Con las revoluciones informática e internética, empero, llevamos ya cinco lustros en que leemos cada vez más en pantallas digitales (telefonillos, ordenadores, tabletas, lectores electrónicos...) y cada vez menos en papel. Se calcula que, en nuestro primer mundo, un adulto joven cambia de medio de comunicación unas treinta veces por hora, y consulta el teléfono móvil unas doscientas veces al día. En consecuencia, los circuitos neuronales de la lectura están cambiando rápidamente: hoy leemos de otra manera, nadie lo duda; cada forma de lectura favorece unos procesos cognitivos en detrimento de otros, pero ¿cómo afecta todo eso a la calidad de la lectura?
En el marco de la iniciativa europea E-READ (Evolution of Reading in the Age of Digitisation), dos centenares de profesores universitarios y científicos de toda Europa investigaron entre 2014 y 2018 las repercusiones de la digitalización en la lectura. Entre sus conclusiones, recogidas en la llamada «Declaración de Stavanger (Noruega)», se hacen eco de uno de los trabajos de investigación más importantes en este campo, publicado por el grupo de Ladislao Salmerón en la Universidad de Valencia: «Don't throw away your printed books: A meta-analysis on the effects of reading media on reading comprehension». Se trata de un metanálisis de 54 estudios publicados entre los años 2000 y 2017, con más de 171 055 participantes en total. Sus resultados aportan materia abundante para la reflexión: la comprensión de textos expositivos e informativos (esto es, no narrativos) es mayor cuando se lee en papel que cuando se lee en un medio digital, sobre todo cuando el tiempo de lectura es limitado. Es decir, las personas comprendemos mejor un mismo texto si lo leemos en papel que si lo hacemos en una pantalla digital. En palabras del propio Salmerón, «a igualdad de condiciones, sistemáticamente se entiende mejor lo leído en papel».
Más llamativo aún es el hecho de que, al contrario de lo que cabía esperar, este efecto de inferioridad de la lectura digital fue cuantitativamente mayor cuanto más jóvenes eran los participantes (es decir, la diferencia de comprensión favorable al papel fue mayor en los llamados «nativos digitales» que en las generaciones precedentes, con más primaveras a sus espaldas).
Leer en papel es a menudo menos divertido que hacerlo en una pantalla de colorines, y suele comportar más esfuerzo; pero parece que sigue siendo tan eficaz hoy como cinco mil años atrás.
Fernando A. Navarro
Con las revoluciones informática e internética, empero, llevamos ya cinco lustros en que leemos cada vez más en pantallas digitales y cada vez menos en papel: ¿cómo afecta eso a la calidad de la lectura? Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2VOR0RL
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