La cuestión controvertida pasa por determinar si tras la intervención realizada se prestó un seguimiento correcto o si se produjo una negligencia médica que derivó en una peritonitis.
Aunque no disponemos de toda la información del paciente, si su actuación se ajustó en todo momento a protocolos sanitarios, no acreditándose la causa de la aparición de la perforación intestinal, no debería exigírsele ninguna responsabilidad. En todo caso se debería acudir a la doctrina del daño desproporcionado, que es imputable a los servicios sanitarios. Es decir, habría que ver si el centro gozaba de los medios necesarios para paliar o evitar el resultado lesivo al tener disponible una máquina para realizar TC.
La importancia de la TC debe ponderarse teniendo en cuenta los medios probatorios de testigos y peritos que ofrezcan sus consideraciones médico-legales. Es decir, teniendo en consideración el conjunto de las pruebas que puedan practicarse en un procedimiento judicial. Si de dicha prueba se acredita que la realización de la TC es irrelevante, ninguna responsabilidad existirá al respecto.
Por otra parte, el paciente padecía una enfermedad previa grave, un tumor que precisaba la intervención quirúrgica inicial y secundaria que, por desgracia, derivó en una peritonitis, motivo de la reclamación. Pero también es cierto que se trataba de un riesgo inherente al tipo de intervención a tenor de las circunstancias.
Por último, si la perforación no se produjo el día de la intervención, sino días después, y existió un seguimiento mediante medicina conservativa, no se puede establecer automáticamente que hubo una actuación médica contraria a la lex artis.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3qA2VRy
No hay comentarios:
Publicar un comentario