La vocalía de Dermofarmacia del Consejo General de COF ha publicado un protocolo para el abordaje de la rosácea, una enfermedad inflamatoria crónica que se manifiesta en un 5,5 % de población adulta, mayoritariamente en mujeres, después de los 30 años y en fototipos de piel clara y ojos azules.
Esta afección suele generar muchas consultas en la farmacia comunitaria; de ahí la elaboración del protocolo, cuyo objetivo es facilitar al farmacéutico información sencilla y de utilidad, así como con mensajes clave para el asesoramiento y un algoritmo de actuación para la derivación al médico cuando sea necesario.
Como se recuerda en el texto elaborado por el Consejo, la rosácea presenta “lesiones primarias consistentes en eritema facial intermitente (flushing), que puede hacerse persistente con la aparición de telangiectasias, pápulas y pústulas, y lesiones secundarias, como quemazón, edema, sensibilidad cutánea, manifestaciones oculares y/o fimas”.
También explican que son diversos los factores que influyen en su aparición, entre ellos, la predisposición genética (familiar y racial), los factores hormonales (embarazo y menopausia) e inmunológicos y otros desencadenantes, entre ellos, los ambientales (exposición solar y climas extremos), emocionales y estrés, la ingesta de alimentos procesados, picantes, bebidas calientes, tabaco y alcohol, el uso cosméticos que puedan resultar agresivos, la práctica de ejercicio físico intenso, la toma de fármacos inductores o agravantes (vasodilatadores, corticoides, inmunosupresores...), la exposición a agentes patógenos (Demodex folliculorum, Staphylococcus epidermidis, Bacillus oleronius, Helicobacter pylori...) y tener patologías asociadas, por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, migraña, rinosinusitis crónica o hipervitaminosis D.
En estos casos, el tratamiento farmacológico que puede recomendar el farmacéutico es el ácido azelaico al 20%, indicado, concretamente, en rosácea papulopustulosa.
Cuidado de la piel
Pero también puede ofrecer una siere de consejos no farmacológicos útiles para tener controlada la afección. Así, puede explicar cuáles son esos factores agravantes y aconsejar que los evite, insistir en que cuando se aplique cualquier cosmético que lo haga sin friccionar y evitar las limpiezas agresivas.
También se pueden transmitir otros mensajes como evitar fotoexposiciones prolongadas y ambientes con temperatura y/o humedad extrema, así como el ejercicio físico intenso; recurrir al afeitado eléctrico y no al manual para no dañar la piel; limitar el consumo de alcohol, y hacer una dieta equilibrada.
Según la Vocalía, es importante advertir sobre los riesgo derivados del uso continuado de corticoides tópicos sin revisión médica.
En el plano psicológico, el farmacéutico puede, además, hacer hincapié en que es necesario reforzar la autoestima.
El protocolo recoge, asimismo, otros tratamientos no farmacológicos en los que tiene competencia el consejo farmacéutico. Así, puede indicar limpiadores suaves dos veces al día, y usar aguas termales tras la limpieza o como producto de rescate, hidratantes diarios en gel o cremagel “con ingredientes calmantes, antinflamatorios, antioxidantes y/o vasoprotectoras” y protectores solares con FPS 50+.
Si se aconsejan cosméticos, los ingredientes de elección son niacinamidas, retinol, ácido azelaico, alfa-bisabolol, áloe vera y extracto de regaliz, según la Vocalía.
El documento no se olvida de incluir en el consejo farmacéutico los complementos alimenticios, que contengan, por ejemplo, mirtilo, grosellero negro, castaño de indias, y metil sulfonilmetano.
Respecto al abordaje farmacológico, la Vocalía de Dermofarmacia menciona la formulación magistral como uno de ellos, eso sí, bajo prescripción médica. En estos casos, destaca formulaciones con metronidazol 0,5-1%; clindamicina 2%;clotrimazol 1%; indometacina 3%, y ácido azelaico 12-18%.
La clindamicina y eritromicina, la brimonidina, el metronidazol, antiparasitarios y la tretinoína son otras opciones de prescripción por vía tópica. En la vía oral también se incluyen algunos antibióticos, metronizadol e isotretinoína.
Pero, ¿cuándo hay que derivar? Según el protocolo, si el paciente es menor de 14 años o mayor de 65; si no está diagnosticado; cuando no hay respuesta al tratamiento o ha empeorado en doce semanas;si tiene asociados otros procesos dermatológicos; cuando se sospecha de rosácea infantil, ocular o extrafacial y caso de ser una embarazada o lactante.
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