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miércoles, 29 de mayo de 2024

Bioética (y II)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Mié, 29/05/2024 - 09:40
Firma invitada: Lorenzo Gallego Borghini

Decía en mi nota anterior que, curiosamente, el término bioética acabó cobrando un significado muy distinto del que le dieron en su origen sus dos creadores, quienes tenían un concepto más bien holístico y ecológico de lo que debía ser la nueva disciplina.

Por el contrario, la bioética se fue aproximando en los años setenta al campo de la experimentación con seres humanos, especialmente a raíz de la publicación del informe Belmont en 1979, en el cual todavía se habla sólo de ‘ética’, no de ‘bioética’. Pronto se dio ese nombre al análisis filosófico y práctico de los conflictos que planteaban las nuevas tecnologías en el ámbito clínico, en especial al principio y al final de la vida. Surgieron así los grandes temas clásicos de la bioética; investigación clínica, por un lado, y ética asistencial por el otro: aborto, eutanasia y reparto de prestaciones escasas, como órganos para trasplante o plazas de diálisis.

Cuando, en 1977, Tom Beauchamp y James Childress redactaban la obra que consagraría los cuatro principios de la bioética (Principios de ética biomédica, en su título en español), el término aún estaba en su infancia, como ellos mismos reconocen en el prólogo de ediciones posteriores. Dicen en el de la séptima, por ejemplo, que por entonces ‘bioética’ era un término acabado de acuñar y que el campo —si es que podía llamarse así— apenas tenía literatura especializada y carecía de trabajo sistemático y de metarreflexión.

Posteriormente, como reacción a la primera etapa de motivación religiosa, se incorporarían a la bioética corrientes feministas, universalistas y multiculturalistas, que han ido configurando la actual disciplina, más laica y plural. Esta segunda ola de temas bioéticos acoge también cuestiones de carácter medioambiental, que entroncan con el sentido primigenio que quisieron darle Fritz Jahr y Van Potter.

El pasado mes de febrero, el Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona publicó en abierto su segundo Manual de bioética laica, cuyo índice nos da una idea de los temas que están tratándose hoy: tecnologías genéticas, relaciones entre personal sanitario y pacientes, conflictos de intereses, macrodatos, inteligencia artificial o neuroética. Mención aparte merece el capítulo dedicado a la ética de la salud pública, que ha cobrado especial relevancia en los últimos años a raíz de las medidas coercitivas impuestas durante la pandemia de COVID-19, aunque lamentablemente fuese más por la ausencia de reflexión ética que por su protagonismo.

Los dilemas de la bioética seguirán suscitándose mientras siga avanzando la ciencia y se planteen nuevos cursos de acción. Entre los últimos debates, por citar uno especialmente polémico, está el trasplante de útero: ¿Es lícito someter tanto a la donante como a la receptora a una intervención peligrosa cuando no hay enfermedad grave que lo justifique? ¿Es lícito, por otro lado, que el sistema público pague una prestación tan cara cuando está destinada a satisfacer un deseo y no una necesidad vital?

La bioética también se adelanta a las posibilidades presentes, gracias a la capacidad humana de anticipación e imaginación, adentrándose incluso en territorios que por ahora pertenecen a la ciencia-ficción. Retomando el hilo del trasplante de útero, podríamos añadirle una capa de complejidad con otros asuntos que también competen a la bioética, como el transgenerismo. Así, aunque no sea técnicamente viable hoy, podríamos interrogarnos desde ya, por ejemplo, si sería lícito trasplantar un útero a un hombre que se autodefina mujer y desee gestar.

Como se ve, hay debate bioético para rato.

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Lorenzo Gallego Borghini es traductor médico y máster en bioética.

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