La aspergilosis invasiva (AI) es una infección grave, y a menudo mortal, fundamentalmente en pacientes inmunodeprimidos. Algunas series epidemiológicas incluso reflejan una mortalidad del 50% en pacientes con inmunodepresión u hospitalizados con graves infecciones. En parte, estas tasas se relacionan con las dificultades de llevar a cabo un diagnóstico precoz.
De ello se desprende que su detección, adecuada y segura, sea de vital importancia, aunque sigue acompañándose de una elevada complejidad ya que los signos clínicos y radiológicos son muy poco sensibles, compartiendo además síntomas con otras enfermedades, como por ejemplo la tuberculosis. Por ello, el desarrollo de nuevos sistemas que contribuyan a detecciones más específicas, diferenciales e incluso rápidas es esencial para el abordaje de los pacientes afectados.
La detección de galactomanano (GM) de Aspergillus se ha empleado tradicionalmente como biomarcador validado para la detección y monitorización de aspergilosis, formando parte de los criterios diagnósticos.
El galactomanano es un polisacárido componente de la pared celular liberado por este hongo y punto de partida de las investigaciones de Sofía Viviana Piguillem Palacios, finalista en la categoría de Investigación del último premio Princesa Girona Internacional 2024, quien ha diseñado novedosos dispositivos analíticos para detectar este antígeno.
Investigadora postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y docente del área de Química Analítica de la Universidad Nacional de San Luis, ambos en Argentina, Piguillem ha desarrollado una intensiva investigación sobre la síntesis y caracterización de nanomateriales para ser incorporados como plataformas al desarrollo de biosensores aplicados a la enfermedad aspergilosis invasiva.
Sus dispositivos fueron acoplados a técnicas de detección electroquímica y por fluorescencia, lo que permitió llegar a sistemas miniaturizados de análisis sensibles, precisos y exactos. De este modo, se obtuvieron metodologías alternativas a las utilizadas tradicionalmente en la medicina clínica para la detección precoz, posibilitando llevar a cabo el análisis en tiempos cortos, mejorando el pronóstico de la enfermedad.
Gracias a su investigación, pudo explorar el campo de los biosensores, recibiendo una beca de la Fundación Carolina para completar sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid. Durante este tiempo, logró crear un biosensor electroquímico capaz de detectar Galectina-3, un analito crucial en el diagnóstico de fallo cardíaco.
En la actualidad, tal y como explica a DM, se encuentra inmersa en el desarrollo de apta sensores que incorporan redes metal-orgánicas (MOFs) como plataformas de inmovilización para aptámeros, con aplicaciones específicas en el campo de las enfermedades cardíacas.
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