La ablación mediante campos electromagnéticos pulsados (PFA, en sus siglas inglesas) que en español se conoce también como técnica de electroporación, ya se emplea como un nuevo procedimiento intervencionista para tratar la fibrilación auricular (FA). Esta es la arritmia cardiaca más frecuente: al menos 700.000 personas en España están diagnosticadas con la afección, que se asocia a complicaciones como el ictus o la insuficiencia cardiaca.
En el tratamiento con catéter de la FA, las técnicas más extendidas son la ablación con radiofrecuencia y la crioablación.
La irrupción de la ablación mediante electroporación amplía esas opciones terapéuticas, con un sistema que no se basa en la energía térmica.
Como expone a Diario Médico Nicasio Pérez Castellano, jefe de sección de Arritmias del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Clínico San Carlos, en Madrid, y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV), la introducción de esta técnica constituye “un cambio total de paradigma en la ablación”. Los dos sistemas intervencionistas utilizados principalmente en este campo se basan en “energía térmica para producir, bien por calor o por frío, una necrosis en determinada zona del miocardio, y de esta forma generar el aislamiento”.
Miles de voltios
En cambio, la electroporación se sirve de “una fuente de energía eléctrica, pues consiste en pulsos eléctricos de alto voltaje, hablamos de miles de voltios, entregados en muy poco tiempo y de forma repetitiva, lo que provoca un daño en la célula por apertura de canales en la membrana”, detalla este especialista.
Pérez Castellano explica en esencia el mecanismo de acción esta técnica que, como indica su propio nombre, crea poros microscópicos en la membrana de la célula miocárdica, modificando el paso de las diferentes concentraciones iónicas en el exterior e interior celulares; si la corriente de energía es muy alta o se repite, el daño en la membrana es tan importante, que finalmente causa la muerte celular.
Una de las grandes diferencias con respecto a las otras técnicas es que en la ablación radiofrecuencia o punto a punto, “el contacto resulta clave; si el catéter no alcanza unos adecuados contacto y presión con el tejido, no se consigue producir una lesión importante. Y con el frío pasa lo mismo, también depende de que haya una buena oclusión”. Por el contrario, “con la electroporación el contacto no es tan crítico, simplemente es importante que el catéter esté cerca de la zona en la que se busca crear la ablación”.
Ventaja
Esto, aduce el cardiólogo, es una ventaja, porque “con un única aplicación aíslas toda la vena, pues la energía se disipa desde el catéter de forma centrífuga”. Si bien, normalmente, “se administran más aplicaciones para reforzar la lesión de electroporación y estar seguros de que sea irreversible, con una única aplicación, los potenciales eléctricos llegan a la zona que buscamos aislar por ablación. Es, por tanto, una aproximación más sencilla y más rápida”.
La indicación aprobada para esta técnica es su uso en venas pulmonares, pero los centros con más experiencia en este sistema ya han empezado a utilizarla, en un contexto de estudio, en otros sustratos, como flutter atípico, taquicardias auriculares e incluso arritmias ventriculares.
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