El origen de la enfermedad de Parkinson puede estar en el intestino, desde donde se extendería al cerebro a través del nervio vago. Esta hipótesis se confirmaría en un modelo de ratón, desarrollado por un grupo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins.
Entre los principales rasgos característicos de la enfermedad de Parkinson se encuentra la agregación de formas mal plegadas de la proteína neural alfa-sinucleína y la muerte selectiva de las neuronas dopaminérgicos en la sustancia negra compacta.
Fue un neuroanatomista alemán, Heiko Braak, quien propuso en 2003, a partir de sus investigaciones sobre el cerebro humano post mortem, que la patología de la alfa-sinucleína puede propagarse desde el tracto gastrointestinal a través del nervio vago, hasta la sustancia negra compacta, donde eliminaría las neuronas dopaminérgicas. Desde entonces, se han publicado varios estudios que apoyan la idea, pero aún no se había mostrado en un modelo animal.
Finalmente, el grupo de científicos de la Universidad Johns Hopkins, encabezado por el profesor de Neurología Ted Dawson, ha desarrollado el modelo murino que respalda la tesis de Braak. Su descripción se ha publicado en Neuron.
Para ello, los autores inyectaron en ratón fibrillas preformadas de alfa-sinucleína en músculo gastrointestinal inervado por el nervio vago. “Al ver que los experimentos iniciales funcionaban, nos quedamos totalmente sorprendidos”, dice Dawson. “Ahora es una rutina para nuestro equipo”.
Un mes después de la inyección, la alfa-sinucleína patológica se había diseminado al núcleo dorsal del vago; a los tres meses, dicha proteína se había extendido del tronco cerebral al núcleo azul (locus cerúleo) e incluso alcanzó la amígdala, el hipotálamo y la corteza prefrontal. A los siete meses, ya se había extendido a otras regiones cerebrales, como el hipocampo, el cuerpo estriado y el bulbo olfatorio.
En este momento, se produjo una pérdida significativa de neuronas productoras de dopamina en la sustancia negra compacta y el cuerpo estriado. Además de las deficiencias motoras, los ratones de este modelo experimental exhibieron signos de depresión y ansiedad, alteraciones en el sistema olfativo y deficiencias cognitivas.
En los ratones de este experimento a los que se practicó una vagotomía, no se registró la transmisión de la proteína patológica desde el intestino al cerebro, ni la muerte neuronal ni tampoco tales síntomas.
“Hay al menos tres implicaciones importantes en este estudio”, explica Dawson. “Uno: es probable que galvanice futuros estudios que exploren la conexión entre el intestino y el cerebro. Dos: estimulará las investigaciones centradas en los factores, moléculas o infecciones que podrían iniciar el plegamiento incorrecto y la propagación de la alfa-sinucleína. Y tres: sugiere tratamientos que podrían estar dirigidos a prevenir la propagación de la proteína patológica desde el intestino al cerebro”. Sobre este último punto, de hecho, ya existen estudios clínicos que han demostrado que una vagotomía troncal, un procedimiento quirúrgico específico en el nervio vago que generalmente se usa para tratar la úlcera, puede reducir el riesgo de enfermedad de Parkinson.
Estudio de ratones vagotomizados
Para María Gómez Eguilaz, del Servicio de Neurología del Hospital San Pedro, en Logroño, “quedan muchas incógnitas por aclarar, pero artículos como este ayudan a ir conociendo un poco más de la enfermedad de Parkinson”. La neuróloga resume a DM que el trabajo “apoya la teoría propuesta por Braak sobre la posibilidad del origen de la enfermedad de Parkinson en el intestino. Incluso va un paso más allá al estudiar a ratones vagotomizados, demostrando que en éstos no se produce la propagación de la alfa-sinucleína, por tanto, exponen la necesidad de integridad del vago como medio para que se produzca esa propagación. Y también muestran que es necesaria la presencia de alfa-sinucleína endógena para la producción de alfa-sinucleína patológica. En resumen, los autores proponen que el origen de la enfermedad estaría en el intestino y la necesidad de integridad de la vía intestino-cerebro para la producción de la enfermedad”.
La neuróloga reconoce que estos investigadores se plantean varias hipótesis sobre cómo se produciría esta conexión, “que no llegan a resolver”. Y entre ellas, alude a las que “implican a la microbiota que tan de moda está”. La especialista recuerda que “hay estudios previos que relacionan la microbiota con la producción de agregados de alfa-sinucleína mediados probablemente por diferentes mecanismos inflamatorios. Lo cierto es que aún quedan muchos interrogantes abiertos”.
La propuesta de que la enfermedad se origina en el intestino abre puertas, no obstante, a posibles futuros tratamientos, según se vayan esclareciendo las diversas hipótesis etiológicas. “Y serían diferentes a los prescritos actualmente, ya que en base a este artículo, actualmente estaríamos tratando tarde y quizás no sea impensable poder tratar en un futuro con probióticos o incluso con agentes contra la inflamación”.
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