Por primera vez, un amplio estudio ha analizado la influencia de la comida atendiendo a cada uno de los dos tipos de accidente cerebrovascular: isquémico y hemorrágico. El análisis apunta que la alimentación no influye de la misma forma en ambos tipos.
Hasta ahora, la mayoría de los estudios han analizado la asociación entre comida y accidente cerebrovascular en general (todos los tipos de ictus), o bien se han centrado solo en el ictus isquémico. Este nuevo estudio ha recabado datos de más de 418.000 personas en nueve países europeos enlos que han investigado el accidente cerebrovascular isquémico y el hemorrágico por separado.
Se trata de un análisis extraído de la cohorte EPIC (Investigación Europea Prospectiva sobre Cáncer y Nutrición), cuyos resultados aparecen publicados en European Heart Journal.
El estudio encontró que si bien el consumo elevado de frutas, verduras, fibra, leche, queso o yogur conseguía un menor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico, estos alimentos no implicaban esa reducción en el tipo hemorrágico. En cambio, un mayor consumo de huevos sí se asoció con riesgo de ictus, pero no con accidente cerebrovascular isquémico.
El ictus es la segunda causa de muerte en todo el mundo. Un el 85% de los accidentes cerebrovasculares son isquémicos, mientras que el resto son hemorrágicos.
Tammy Tong, la primera firmante del artículo, de la Unidad de Epidemiología del Cáncer de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, considera que el hallazgo más importante del trabajo “es que el mayor consumo de fibra, frutas y verduras se asocia estrechamente con menor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico, lo que respalda las pautas europeas actuales”. Por ello la epidemióloga enfatiza que se insista en esta recomendación de aumentar el consumo de fibra, frutas y verduras a la sociedad general, si es que aún no lo hacen.
La investigadora también que el estudio avala la importancia de examinar “por separado” los subtipos de accidente cerebrovascular, “ya que las asociaciones dietéticas difieren para el accidente cerebrovascular isquémico y el hemorrágico. Esto es coherente con otra evidencia, que muestra que otros factores de riesgo, como los niveles de colesterol o la obesidad, también influyen en los subtipos de ictus de manera diferente”.
Beneficios de la fibra
En el estudio se analizó la ingesta de carne y productos cárnicos (carne roja, carne procesada y aves de corral), pescado y productos pesqueros (pescado blanco y pescado graso), productos lácteos (leche, yogurt, queso), huevos, cereales y productos de cereales, frutas y verduras (combinadas y por separado), legumbres, nueces y semillas, y fibra dietética (fibra total y cereales, así como fibra de frutas y verduras).
La cantidad total de fibra (incluida la procedente de frutas, verduras, cereales, legumbres, nueces y semillas) que las personas comieron se asoció con una mayor reducción potencial en el riesgo de ictus isquémico. Por cada 10 g más de fibra ingerida al día se registró un 23% menos de riesgo, lo que equivale a “unos dos casos menos por cada 1.000 personas durante diez años”.
Las frutas y verduras por sí solas también reduían el riesgo: un 13% menos por cada 200 g consumidos al día, lo que equivale a un caso por 1.000 menos durante diez años. Ningún alimento se relacionó un riesgo alto estadísticamente significativo de accidente cerebrovascular isquémico.
Según se estima, dos rebanadas gruesas de tostadas integrales aportan 6,6 g de fibra, una ración de brócoli (alrededor de ocho ramitos) proporciona unos 3 g y una manzana cruda y sin pelar mediana, aproximadamente, 1,2 g de fibra. La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) y la Organización Mundial de la Salud recomiendan consumir al menos 400 g de frutas y verduras al día; los cardiólogos europeos también aconsejan un consumo de 30-45 g de fibra al día.
El vaivén científico en el huevo
Mención expresa merece la influencia del huevo en el ictus hemorrágico. Los investigadores encontraron que por cada 20 g extra de huevo consumidos al día se sumaba un 25% más de riesgo del accidente cerebrovascular hemorrágico, lo que equivaldría a 0,66 casos adicionales por 1.000 personas (unos dos casos por 3.000) de la población durante diez años. Un huevo grande pesa de promedio 60 g, y en el estudio, donde el consumo de huevo fue en general bajo, la media de consumo fue de 20 g al día.
Pocos alimentos como el huevo habrán estado bajo la lupa de una investigación nutricional tan exhaustiva. A diferencia de lo que se planteaba a generaciones anteriores, el consenso actual, a tenor de los macroestudios de las dos últimas décadas, sostiene que no hay riesgo cardiovascular si se consume un huevo diario. La relación concreta con el ictus también se ha examinado. Por un lado, el año pasado se publicaba un estudio en American Journal of Clinical Nutrition publicaba un estudio de la Universidad de Eastern Finland donde tras seguir a casi 2.000 varones de 42 a 60 años durante 21 años se descartaba la influencia de un huevo al día en el riesgo de ictus.
Algo menos reciente –publicado en mayo de 2018 en la revista Heart– una muestra de medio millón de chinos, de 30 a 79 años, con un seguimiento de 9 años, reveló que el consumo de un huevo diario reducía un 26% el ictus hemorrágico.
Cada alimento, una diferente acción
Para los investigadores del estudio EPIC, el diferente efecto de los alimentos en relación al riesgo de ictus, se debe a su acción sobre la presión arterial y el colesterol.
El trabajo incluye datos de 418.329 hombres y mujeres en nueve países (Dinamarca, Alemania, Grecia, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Suecia y el Reino Unido) que fueron reclutados para la cohorte EPIC entre 1992 y 2000. Los participantes completaron cuestionarios preguntando sobre dieta, estilo de vida, historial médico y factores sociodemográficos, y fueron seguidos durante un promedio de 12,7 años. Durante este tiempo, se produjeron 4.281 casos de accidente cerebrovascular isquémico y 1.430 casos de accidente cerebrovascular hemorrágico.
Entre los autores de la investigación, se encuentran investigadores de la Dirección General de Salud Pública en Oviedo; Instituto Catalán de Oncología-Idibell, en Barcelona; Escuela Andaluza de Salud Pública, en Granada; Ciber de Epidemiología y Salud Pública; División de Salud Pública del gobierno Vasco, en San Sebastián; Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia; Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria- Arrixaca; Instituto Investigación Sanitaria de Navarra, y la Red de Investigación en Servicios de Salud en Enfermedades Crónicas (REDISSEC)
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