Prevenir los riesgos, errores y daños que se producen durante la prestación de la asistencia sanitaria. Este es el primer mandamiento bajo el cual la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac) ha creado el Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente, un proyecto que estará coordinado por Gonzalo Adsuar, farmacéutico comunitario en Alicante y vocal de la Ejecutiva de Sefac Comunidad Valenciana. Este grupo de trabajo se suma a otros que la sociedad científica ya tiene en marcha y en los que se abordan diversas cuestiones de sumo interés para la farmacia comunitaria: diabetes, dermatología, dolor, farmacogenética, hipertensión arterial y riesgo cardiovascular...
Según explica Adsuar a este periódico, el fin último del Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente es aumentar el uso seguro y eficaz de los medicamentos, prevenir errores y disminuir el riesgo de daños asociados a la atención de la salud. "Lo cual, ya convierte el grupo de trabajo en un foro esencial para seguir mejorando nuestra práctica en farmacia comunitaria y contribuir a mejorar el sistema sanitario", añade.
También apunta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que millones de pacientes resultan perjudicados cada año debido a una atención sanitaria poco segura. De hecho, afirma que en España cerca del 5% de los ingresos hospitalarios se deben a errores de medicación, siendo de 3.000 euros el coste medio por estancia de cada paciente.
"La creación de este grupo de trabajo en materia de seguridad del paciente dentro de Sefac es muy positiva y es claramente estratégica de cara a visibilizar esta realidad y contribuir a mejorar el sistema sanitario desde la farmacia comunitaria. Los errores de medicación más comunes están relacionados con diagnósticos erróneos, con errores en la prescripción o con el uso incorrecto de los medicamentos. Y aquí los farmacéuticos comunitarios podemos aportar mucho, siempre y cuando adoptemos una visión proactiva y positiva de la cultura del error, viendo los posibles errores como una oportunidad para mejorar, más allá del error en sí", subraya.
Análisis de los daños y riesgos
A la hora de analizar cuáles serían los errores y riesgos más comunes, y los que mayor impacto tienen en la salud del paciente, el coordinador del grupo de trabajo señala que el proceso de utilización de los medicamentos "es muy complejo" y en él intervienen diferentes profesionales, además del usuario final. "Los errores de medicación pueden ocurrir en cualquiera de las etapas de dicho proceso y en su mayoría se producen por acumulación de fallos o por carencias del propio sistema. Por ello, es vital la participación y el esfuerzo de todos los profesionales sanitarios para lograr evitarlos", señala en primer lugar.
En cuanto a aquellos que se dan más en el día a día de la farmacia comunitaria, Adsuar matiza que "se pueden producir errores en cualquier servicio farmacéutico": durante una dispensación, en la preparación de una fórmula magistral, o incluso en la elaboración de un sistema personalizado de dosificación; "con importantes consecuencias" en todos estos servicios.
"No hay ninguna actuación farmacéutica o servicio que esté exento de un posible error o riesgo, igual que pueden darse situaciones en las que el farmacéutico comunitario detecte fallos de otros profesionales sanitarios o del sistema de salud en sí, colaborando a su vez en la solución de los mismos. Este es otro valor añadido del farmacéutico comunitario como agente dentro del sistema sanitario con su potencial contribución en materia de seguridad del paciente. Por eso es tan importante esta disciplina. Ya decía Hipócrates: "Primun non nocere". Lo primero es no hacer daño", destaca.
"Cultura de error positiva"
Junto al análisis de esos daños, el responsable de Sefac ofrece claves sobre cómo abordarlos y reducirlos: "La manera más eficaz para disminuir errores y riesgos es la adopción de una cultura del error positiva, centrada en la mejora continua, salvaguardando siempre la excelencia profesional y el importante papel clínico del farmacéutico comunitario en la cadena de valor del sistema sanitario, como un agente clave en la prevención y el registro de los posibles riesgos en nuestra práctica profesional".
Tan convencido se muestra de esto que lanza un mensaje final que invita a la reflexión: "Acercar este debate a nuestra práctica profesional, en materia de prevención y uso racional del medicamento, así como adoptar igualmente prácticas protocolizadas y estructuradas como pueden ser los planes de contingencia ante un potencial error o riesgo, nos ayudarán a integrar la seguridad del paciente en nuestro día a día y darle aún más valor al importante papel clínico del farmacéutico comunitario".
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