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jueves, 16 de enero de 2025

Personajes médicos en las novelas de horror

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Jue, 16/01/2025 - 10:46
Firma invitada: Julio César López Valdés

En las novelas de terror, los médicos frecuentemente son representados como figuras de autoridad que, ya sea por su conocimiento o por su arrogancia, se encuentran en el corazón de los dilemas morales y éticos que definen el género. Desde el doctor Frankenstein de Mary Shelley (1818) hasta el doctor Jekyll de Robert Louis Stevenson (1886), estos personajes no solo exploran los límites de la ciencia, sino que también personifican las tensiones entre la racionalidad y la oscuridad inherentes a la naturaleza humana.

Estas figuras médicas suelen ser héroes y villanos, desafiando los límites de la ciencia y la ética en su búsqueda de conocimiento, a menudo con consecuencias desastrosas. La novela de terror utiliza al médico como un vehículo para explorar los miedos más profundos de la humanidad: la enfermedad, la muerte y la manipulación de la vida misma.

A través de la lente del horror, los médicos son presentados como guardianes del conocimiento que, en su deseo de curar o de descubrir, pueden cruzar peligrosamente la línea hacia lo prohibido. Esta dualidad les convierte en personajes fascinantes y complejos que reflejan las preocupaciones contemporáneas sobre el poder y la responsabilidad de la ciencia.

Es en esta tensión entre la luz de la ciencia y la oscuridad del misterio donde la literatura de horror encuentra su fuerza al retratar a los médicos. Estos personajes no solo actúan como conductores de la trama, sino que también nos invitan a reflexionar sobre los límites de la intervención médica y las consecuencias de traspasar esos límites.

Uno de los precursores más icónicos de esta figura es el doctor Fausto, el célebre personaje del mito germánico que, en su búsqueda insaciable de conocimiento y poder, hace un pacto con el diablo. La historia del doctor Fausto, inmortalizada en obras como las de Christopher Marlowe (1604) y Goethe (1808 y 1832), se convierte en un arquetipo del médico que, en su deseo de trascender los límites humanos, sacrifica su alma. Este personaje ha servido como modelo para muchos otros médicos literarios en el género del horror, simbolizando el peligro de la arrogancia intelectual y el costo de la ambición desmedida.

Particularmente, en las obras de H. P. Lovecraft los médicos suelen desempeñar un papel central en la exploración de lo desconocido y lo inefable. Algunos personajes, como el doctor Herbert West en Herbert West: Reanimador (1921-1922), ejemplifican la obsesión médica por trascender las limitaciones de la muerte, llevándolos a hacer experimentos que desafiaban las leyes naturales y desatan horrores más allá de la comprensión humana. Lovecraft utiliza a estos personajes para expresar el temor a lo que yace más allá de la ciencia, un territorio inexplorado donde el conocimiento humano no es suficiente para controlar las fuerzas oscuras que se desatan.

Por otro lado, Stephen King ha recurrido a médicos en varias de sus novelas para explorar el miedo y la culpa. En Pet Sematary (1984), el doctor Louis Creed es un claro ejemplo de médico que, impulsado por el dolor y la desesperación, se ve arrastrado hacia decisiones fatales. King presenta al doctor Creed como un hombre de ciencia enfrentado a fuerzas sobrenaturales, lo que plantea preguntas inquietantes sobre la moralidad, la responsabilidad y las consecuencias de intentar alterar el curso natural de la vida y la muerte.

Estas figuras médicas, en las manos de autores como Marlowe, Goethe, Lovecraft y King, se convierten no solo en conductores de la trama, sino en símbolos de los límites del conocimiento y la peligrosa tentación de sobrepasarlos. A través de la lente del horror, estos médicos representan tanto la posibilidad de salvación como la amenaza de destrucción, una dualidad que sigue siendo relevante en la literatura contemporánea y en nuestra comprensión de la ciencia y la ética.

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Julio César López Valdés (neurocirujano) y Laura Mestre Orozco (anatomopatóloga), Ciudad de México. Columna extractada a partir de una carta al director de Medicina Interna de México (diciembre de 2024), con autorización de los autores.

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