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domingo, 9 de febrero de 2020

“Si el ministerio pierde competencias en el MIR, no sé si tiene sentido su existencia”

Elegante, pausado y exquisito en el trato, Antonio Zapatero encarna el espíritu dialogante que quiere convertir en marca de la casa en la Federación de Asociaciones Científico Médicas (Facme), que presidirá hasta 2023. Internista antes que nada, y ocasionalmente director médico del Hospital Universitario de Fuenlabrada, sueña con un doble logro al final de su mandato: que las 43 sociedades científicas que integran Facme se sientan en la federación como en el salón de su casa, y que el Ministerio de Sanidad vea a Facme como el interlocutor clave que aún no es. Para que al nuevo ministro le vaya sonando la música, deja alguna que otra nota: “El mejor gestor posible es el que conoce el proceso asistencial, y ése es el médico” o “si usted quiere tener una buena sanidad, debe dotarla presupuestariamente; no se engañe”.

P. ¿No le da cierto vértigo asumir el timón de un barco que agrupa a más de cien mil médicos? ¿Qué objetivos se ha marcado para esos tres años de singladura?
R.
Intentar estabilizar todo el trabajo previo de los últimos años es un reto apasionante. Hablamos, en efecto, de 43 sociedades científicas y cerca de 100.000 facultativos, y con ese bagaje tenemos que ser un interlocutor clave en todo lo que afecta a la profesión. En los últimos años hemos redactado muchos e importantes documentos de posicionamiento, pero aún nos queda ganar peso como el interlocutor imprescindible que queremos ser con el Ministerio de Sanidad y con las autonomías, para ayudar, que es, en realidad, lo que queremos hacer. Además, y aunque suene muy manido, creo que el viejo lema de que “la unión hace la fuerza” es perfectamente aplicable a Facme, y queremos que sea nuestro leit motiv.

P. En definitiva, ¿aún no se les tiene en cuenta todo lo que creen que se merecen?
R. No, sin duda la interlocución no tiene todavía el peso que debería tener. Facme forma, además, parte del Foro de la Profesión Médica, donde estamos francamente cómodos, y entre las atribuciones que, por reglamento, se le reconocen al Foro hay toda una serie de funciones de asesoramiento del Ministerio de Sanidad que aún están por desarrollar. Somos muy poco utilizados por la Administración, cuando nuestra predisposición es total.

Desde Facme, vemos con mucha preocupación el enfrentamiento entre las sociedades de primaria. Hay puntos de desencuentro desde hace tiempo, pero espero que no sea nada irrecuperable

P. ¿No cree que la existencia de tanto foro, órgano de negociación, mesa de diálogo… diluye un poco el peso de cada uno de ellos? Como si el Ministerio de Sanidad no supiera a veces a quien dirigirse…
R. Bueno, las organizaciones que integran el foro responden a las diferentes etapas de la vida profesional de un médico, desde la formación de grado hasta la colegiación o los temas sindicales, y no hay una organización que unifique todas esas etapas. Es cierto que la multiplicación puede dificultar la interlocución con las administraciones, pero lo que el Foro de la Profesión pretende es, precisamente, erigirse en una voz única y clara.

P. Dentro de ese foro hay dos organizaciones, la OMC y CESM, con mucho peso y personalidad propia. ¿No cree que eso puede ser contraproducente para canalizar desde el foro las reivindicaciones de entidades como las propias sociedades o las comisiones nacionales?
R. Insisto en que nosotros, como Facme, estamos muy cómodos en el Foro. Nos reunimos casi mensualmente, se plantean todos los temas que atañen a todas las organizaciones, y se hace con absoluta libertad, respeto y sin priorizar unos sobre otros.

P. Hablaba antes de la necesidad de potenciar en Facme la idea de que la unión hace la fuerza. ¿Son conscientes todas las sociedades del potencial de la Federación?
R. Nos consta que cada vez más, y la prueba más evidente es que en las últimas elecciones de la Asamblea ha habido hasta 15 candidaturas para las vocalías; nos consta, además, porque cada vez nos llegan más peticiones de sociedades científicas en las que piden a la Federación que se posicione en temas concretos, o que actúe de intermediario ante posibles conflictos entre sociedades que comparten campos de acción…

P. ¿Y el médico de a pie, cree que se siente identificado con un órgano supra que engloba a su sociedad o lo ve como algo más ajeno?
R. Eso ya no lo tengo tan claro, pero ahí está nuestra labor, y ésa es una tarea de pedagogía en escala, porque son cada una de las sociedades científicas las que deben hacer ver a sus socios que se puede recurrir a la Federación para determinados asuntos.

P. Hablando de mediar en conflictos internos. ¿Cómo ven desde Facme, la casi OPA hostil que Semergen y SEMG plantearon hace unos días a Semfyc?
R. Sinceramente, con mucha preocupación. Yo tengo una relación muy buena con los presidentes de las tres sociedades, y las tres están ahora mismo representadas en la junta directiva de Facme, porque Medicina de Familia es un actor clave en el Sistema Nacional de Salud (SNS). En los próximos días quiero reunirme con todos ellos para intentar buscar puntos de encuentro con tranquilidad, prudencia y discreción.

P. ¿Dónde cree que está la raíz de este conflicto?
R. Aún no tengo información de primera mano, pero me consta que hay puntos de desencuentro desde hace tiempo, aunque espero y deseo que no haya nada irrecuperable.

Las comisiones llevan trabajando más de 10 años en los nuevos programas formativos y ese trabajo no se ha tenido en cuenta. No entiendo a qué viene esa desconfianza por parte del ministerio

P. ¿No cree que polémicas internas de esta naturaleza aplazan lo urgente, que, en el caso de primaria, es la situación general del nivel? ¿No minan estas rencillas la imagen que ese médico de a pie tiene de la sociedad que, en teoría, le representa?
R. Probablemente. Primaria sabe positivamente que desde yo que era presidente de la SEMI, y antes incluso, mi apuesta por el primer nivel ha sido decidida. Creo que una de las reformas más urgentes que necesita el SNS es, precisamente, la de primaria, porque está infradotada presupuestariamente y necesita una vuelta organizativa y un reposicionamiento.

P. ¿Deduzco de sus palabras que el actual modelo de primaria está agotado?
R. Mire, hacen falta ideas nuevas, sin duda, pero pocas ideas podemos canalizar sin más presupuesto, no nos engañemos. Y no sólo para primaria, ojo, porque se me viene ahora a la cabeza otro tema clave, como es la preocupante obsolescencia de los equipos tecnológicos en muchos hospitales. Facme tiene que estar de forma activa en todos estos asuntos, y desde luego primaria es uno de los temas prioritarios en el primero de nuestros tres años de mandato en la Federación. De ahí, como le decía antes, que las tres sociedades de primaria estén presentes en la actual directiva, y de ahí también la importancia de que se reconduzca la relación entre ellas.

P. ¿El Marco Estratégico para la Reforma de la Atención Primaria del ministerio es un buen punto de partida o cree que, como base, es endeble?
R. Es un punto de partida, relativamente bien trabajado y con aciertos puntuales, pero le faltan todavía muchas cosas, y ahí me remito al análisis que hicieron en su día las sociedades de primaria que están en Facme.

P. ¿Quizás porque no se escuchó suficientemente a esas mismas sociedades?
R. Ésa es, sin duda, una de las rémoras, pero es que, además, muchas de las propuestas organizativas que plantea el documento -que, insisto, pueden ser acertadas- carecen de la asignación de una partida presupuestaria concreta para hacerlas efectivas.

P. Disculpe que insista en el tema de los conflictos internos. ¿Es viable que una sociedad como la de Urgencias y Emergencias forme alguna vez parte de Facme?
R. Por estatutos, para formar parte de Facme, hay que tener un programa de formación especializada, y Urgencias, al no tener especialidad, no podría entrar.

P. ¿Por estatutos sólo o porque Zapatero es el actual presidente de la Federación? Lo digo por su conocida opinión en contra de la creación de una especialidad en Urgencias.
R. Antonio Zapatero no puede cambiar los estatutos, pero entiendo su pregunta y no eludo el tema. Le respondo con un dato y una opinión: el dato es que España es ahora mismo el país europeo con mayor número de especialidades médicas, y creo que eso dice mucho por sí mismo; la opinión no es mía, es del editorialista del British Medical Journal, que en su último número hablaba del progresivo envejecimiento de la población y daba un toque de atención -que, por cierto, comparten todas las instituciones del NHS- sobre la necesidad de recuperar el enfoque generalista de la medicina y un abordaje holístico de la enfermedad. Hay, además, otro factor clave, como es la carencia de especialistas: yo, en este hospital, en Madrid, he tenido dificultades para encontrar especialistas en determinadas áreas. Con ello quiero decir que crear nuevas especialidades puede ser, a la larga, darnos un tiro en el pie, porque puede suceder que, en un momento dado, busque a un superespecialista en Infecciosas y no lo encuentre, después de haber creado esa área. El primer paso para abordar este tema -y me consta que no es original- es tener un estudio serio, oficial y documentado sobre la necesidad real de especialistas para los próximos años.

P. Pues parece que el borrador de decreto de especialidades que elaboró el ministerio de María Luisa Carcedo y que, en teoría, retomará el nuevo ministro, va más en la línea de la fragmentación del conocimiento que del enfoque generalista…
R. Ese borrador, de hecho, nos parece muy preocupante, entre otras cosas, porque abre la posibilidad de que, en determinados casos, se pueda optar a un área de capacitación (ACE) sin ni siquiera haber terminado la especialidad. Si la famosa troncalidad quería fomentar el conocimiento global, con la creación de troncos comunes, la nueva propuesta permitiría -y pongo sólo un ejemplo- que un residente de Cardiología haga dos años de rotación y luego opte a un ACE de Hemodinámica; puede que luego trabaje de hemodinamista, pero ¿y si tiene que ejercer de cardiólogo habiendo dedicado una parte vital de su residencia a formarse como hemodinamista?

“Es preocupante que Sanidad haya dilapidado el talento y la experiencia de Garrido como presidenta del Consejo”

P. A tenor de sus palabras, parece que el ministerio ha redactado el borrador a escondidas, sin contar con la opinión ni de las sociedades ni de las comisiones nacionales, que, para más inri, son, por ley, órganos asesores de Sanidad en materia formativa.
R. Pues no sé si a escondidas, pero sí le puedo decir que ese borrador no llegó nunca de forma oficial al Consejo Nacional de Especialidades, que es el órgano que agrupa a todas las comisiones; aun así, el Consejo, de forma extraoficial, presentó luego alegaciones al texto, que, por cierto, nunca han sido contestadas. Las comisiones nacionales llevan trabajando más de 10 años en la elaboración de los nuevos programas formativos y de los mapas de competencias, y ese trabajo, elaborado por gente que tiene mucho conocimiento en la materia, no se ha tenido en cuenta. Esto no es una broma; hablamos de temas muy delicados, y ahí tenemos que estar las sociedades científicas y las comisiones nacionales. Sinceramente, no entiendo a qué viene esa desconfianza por parte del Ministerio de Sanidad.

Estoy convencido de que los propios médicos catalanes serían los primeros en oponerse a un MIR para Cataluña,  porque se vetaría la posibilidad de importar talento de otras comunidades

P. Hablando del Consejo de Especialidades, Pilar Garrido, hoy su vicepresidenta en Facme, dimitió hace unas semanas como presidenta del Consejo con un sonoro portazo en forma de carta. ¿No resulta extraño que el ministerio no haya reaccionado públicamente a esa carta cuando en ella se criticaba abiertamente el trato de Sanidad al Consejo?
R. Éramos conscientes desde hace tiempo de que la situación en el Consejo de Especialidades no era la que debía ser, porque no se estaba teniendo en cuenta el papel de asesor que la legislación le reconoce a este órgano. Al margen de eso, lo que me parece muy preocupante es que se dilapide el talento y la experiencia de alguien tan fundamental y con tanto nivel técnico en materia de especialidades como Pilar. Ahora estamos en una fase de interinidad y tenemos que ver qué pasa con el Consejo, porque nos parece un órgano clave, pero es verdad que con esta situación estamos entre preocupados y muy tristes.

P. Independientemente de que el Gobierno estuviera en funciones cuando Garrido dimitió, ¿ha habido algún tipo de comunicación oficial, a las comisiones o a Facme, sobre la crisis abierta con su salida y cómo se va a abordar?
R. Ninguna en absoluto. La única manifestación oficial del ministerio fue que estaba a punto de expirar el periodo de mandato de la Comisión Permanente que presidía Pilar y que había que convocar elecciones, así que imagino que en los próximos meses se convocarán.

P. Tanta o más inquietud que ese decreto de especialidades les ha provocado en los últimos días la posibilidad de que Cataluña tenga su propio sistema MIR…
R. Es que eso, si cuaja, sería tremendamente preocupante. Es verdad que no tenemos ninguna información detallada, más allá de titulares e informaciones aisladas, pero sólo que suene la música genera mucha intranquilidad. Hablamos de un sistema igualitario y una prueba nacional, y plantear la posibilidad de fragmentar ese modelo en base a aspiraciones políticas sería un gravísimo error. Estoy convencido, de hecho, de que los propios médicos catalanes serían los primeros en oponerse, porque se vetaría la posibilidad, ahora real, de importar talento de otras comunidades, ya que muchos buenos números del MIR deciden hacer la residencia en Cataluña, independientemente de la facultad donde hayan estudiado. No podemos permitirnos el lujo de perder un elemento de referencia clave para nuestro sistema como el MIR. Al Ministerio de Sanidad le quedan esencialmente las competencias de Formación, Farmacia y Sanidad Exterior; si pierde las primeras, no sé si tiene mucho sentido la propia existencia del ministerio, porque ahora mismo ya ha cedido Consumo, que se ha escindido en otro ministerio. En un país con una sanidad pública como la nuestra, y siendo conscientes de que muchas competencias ya están transferidas, deberíamos tener un ministerio potente y que conserve su papel esencial de coordinador.

“La reivindicación del MIR suena desde hace algunos años, y no sólo en Cataluña, sino también en el País Vasco”

P. ¿No cree que lo del MIR catalán se parece más a la formulación de un deseo con connotaciones políticas que a una posibilidad real, consensuada, pensada… ? Lo digo porque la medida se incluye dentro un amplio paquete competencial muy variopinto y heterogéneo.
R. A mí me consta que esta reivindicación suena desde hace algunos años, con más o menos fuerza, y no sólo en Cataluña, sino también en el País Vasco. Y eso, además, generaría un problema con Europa, porque, hasta ahora, los títulos de especialista que reconoce la UE son aquellos que vienen precedidos de la correspondiente instancia del Ministerio de Educación, que, a su vez, recibe una certificación previa de Sanidad. Por poner un ejemplo foráneo, si Baviera decidiera crear un sistema formativo al margen del alemán y un médico formado en Baviera viniera a trabajar a España, ¿quién certificaría ese título, dónde sería válido para trabajar, sólo en Baviera, en Alemania, en toda la UE…? El nuevo ministro de Sanidad acaba de llegar y hay que darle tiempo para que se asiente y nos explique bien en qué consiste esa propuesta, pero las sociedades vamos a estar radicalmente en contra de cualquier fragmentación.

P. ¿Que el nuevo ministro venga de Cataluña le da más visos de realidad a la propuesta?
R. Yo no le conozco y aún no he hablado con él; sé que su trayectoria política es sólida, que tiene una larga experiencia en gestión y que, además, es filósofo de formación, y quizás un poco de filosofía no le venga mal al sistema sanitario. A través del Foro, ya le hemos pedido una primera reunión oficial para abordar éste y muchos otros temas que tenemos pendientes, porque el ministerio ha cambiado de titular cinco o seis veces en los últimos 2 ó 3 años.

P. ¿Por cierto, qué le parece que el ministro de Sanidad no sea médico, o que al menos no tenga experiencia previa en el sector? ¿No es impensable que los titulares de Economía, Hacienda o Justicia, por ejemplo, sean completamente ajenos a esas áreas?
R. Si me preguntasen a mí, yo, desde luego, preferiría que fuera del gremio sanitario; ahora bien, es verdad que no es condición sine qua non, porque, al conocimiento del sector, se tienen que unir otras cualidades, como la capacidad de gestión y/o de negociación. No obstante, éste es un sector especialmente complicado, sensible y con muchos matices; probablemente, todos lo sean, pero, por citar sólo un ejemplo, antes hablábamos de la multiplicidad de interlocutores existentes, y ése es sólo el primer paso. Insisto en que no tener experiencia previa no es óbice para que luego sea un excelente ministro de Sanidad, pero, en general, la profesión habría preferido a alguien más vinculado a este mundo.

La cultura de medirse va calando cada vez más en España, pero es verdad que cuando uno sale mal en la foto, la tendencia natural es cuestionar la metodología y los resultados

P. Ya que hablamos del nuevo Gobierno, si en algo ha sido clara Facme en los últimos días ha sido en su firme rechazo a que las competencias de Ciencia y Universidades se separen en dos ministerios…
R. No lo dice sólo Facme; lo dijo el propio ministro de Universidades en su toma de posesión. Ese posicionamiento, además, ha sido conjunto con COSCE, una organización que agrupa a sociedades de todos los ámbitos, no sólo médicas, e investigadores de mucho peso. Nos parece que esa separación no sólo no aporta nada, sino que es perjudicial para la investigación y la inversión… A partir de ahí, son decisiones que toman los políticos.

P. Hace escasamente seis meses Facme y la Fundación IMAS presentaron de forma conjunta un documento de retos y alternativas en el SNS, el segundo documento de este tipo, después de uno previo de hace varios años. ¿Qué criterios han presidido la elaboración de esos retos?
R. Esta iniciativa está en sintonía con el trabajo que IMAS lleva haciendo desde hace tiempo con varias sociedades científicas con los estudios Recal (Recursos y Calidad del Sistema), y con el trabajo que la propia Facme desarrolla desde hace ya más de 2 años con 40 sociedades científicas para diseñar, a iniciativa de un partido político [Ciudadanos] indicadores de calidad fiables y útiles en materia de gestión. En el trasfondo de todos estos trabajos hay una idea en la que Facme seguirá trabajando los próximos tres años: nos tenemos que medir; el SNS tiene que medir resultados para constatar si, efectivamente, tiene la calidad que decimos que tiene.

El SNS tiene que medir resultados para constatar si, efectivamente, tiene la calidad que decimos que tiene

P. ¿No corremos el riesgo de que una medición precisa de los resultados genere sorpresas, de que el SNS no sea todo lo bueno que oficialmente se dice que es?
R. Pues mire, con los estudios Recal, recuerdo que se levantó cierta polvareda mediática con un indicador, concretamente el del número de muertes por infarto agudo de miocardio, porque en determinada comunidad se registró casi el doble de fallecimientos que en otra; esa enorme variabilidad en procesos muy frecuentes no tiene una explicación lógica, como no sea que hay aspectos evidentes de mejora, y cuanto antes se identifiquen, mejor. La buena noticia es que cuando se repitió el estudio, 2 años después, las diferencias eran ya mucho menores, lo que evidencia que la cultura, el hábito de medirnos es bueno para el sistema y esencial para la responsabilidad que tenemos con los ciudadanos.

P. No sé si ese hábito choca con la reticencia del trabajador español, y no hablo sólo de los médicos, a que examinen su trabajo y juzguen su rendimiento…
R. Pues creo que la cultura de medirse va calando cada vez más en España, y lo digo porque las sociedades científicas son cada vez más proclives a ello; pero es verdad que eso es fruto de una evolución relativamente reciente. Cuando uno sale mal en la foto, la tendencia natural del ser humano es cuestionar la metodología y resultados del proceso de medición. Creo que lo fundamental es hacer ver a todos, sistema y profesionales, que tener datos objetivos y sacarlos a relucir periódicamente sólo puede redundar en beneficio de todos.

P. ¿No cree que la reticencia del médico a que el proceso de recertificación sea obligatorio es otra manifestación de esa aversión a la evaluación?
R. Por transparencia, seguridad y salud democrática, a las sociedades científicas nos parece fundamental que el médico certifique regularmente que su salud y competencia técnica son las idóneas para seguir ejerciendo en plenitud de facultades. Eso sí, con criterios razonables, ajustados a la profesión médica y a la especialidad en concreto, y medibles de forma objetiva

P ¿Y obligatorios, insisto?
R. En otros países ese proceso es obligatorio y aquí, de momento, se ha decidido que no lo sea. Creo que, si se le explica bien al profesional, él sería el primero en ver las ventajas que entraña -de cara, incluso, al ciudadano- el hecho de poder demostrar que se somete periódicamente a una reevaluación que atestigua su capacidad. Personalmente, yo no tendría ningún problema en que, además, ese proceso fuera obligatorio.

“No sé si sobre el resto de profesiones recae la misma exigencia de transparencia que pesa sobre el médico”

P. Parece que por muchos convenios de transparencia que las sociedades científicas firmen con Farmaindustria, la relación del médico con las farmacéuticas está siempre teñida de un halo de sospecha ciudadana…
R. Este fue un tema prioritario durante el mandato de mi predecesor, Fernando Carballo, y creo que el convenio que firmamos en su día con Farmaindustria alivió mucho la notable tensión que existía entonces con la industria, porque este tema tenía, además, repercusiones fiscales para el médico y estaba en juego la protección de datos personales. Creo que las relaciones son ahora mucho más tranquilas y están presididas por una transparencia que debe ser una obligación ética del médico, de la profesión; no puede haber ni un sólo gramo de sospecha, porque eso no beneficia ni a la industria farmacéutica ni al facultativo. De hecho, Facme creará en los próximos meses un grupo específico de Ética, a imagen del que ya existe en varias sociedades.

P. Estados Unidos publica con relativa frecuencia listados de médicos con nombre y apellidos y las cantidades que cobran, de quién y para qué, con todo detalle. ¿Estamos aún a años luz de ese nivel de transparencia?
R. No sé si la cultura española está actualmente preparada para eso. Pero, ojo, voy más allá: ¿Existe un listado similar a ese que usted me describe en otras profesiones? Lo digo porque nos consta que jueces, abogados, arquitectos… muchas profesiones, en definitiva, tienen relación con sus proveedores y no sé si sobre ellas recae esa misma exigencia de transparencia que se le exige siempre al médico. Ojo, soy el primero en decir que ese nivel de exigencia es bueno, y quizás debamos empezar por los médicos, porque la sanidad es un ámbito muy sensible. Aun así, no sé si el mero hecho de publicar ese listado evidenciaría ciertas remuneraciones y relaciones que son perfectamente explicables y justificables, pero que, vistas desde fuera, podrían interpretarse erróneamente como algo pernicioso.

P. Bueno, algunas probablemente sean explicables, como usted dice, pero convendrá conmigo en que otras no lo son tanto, o no lo son en absoluto. Y pienso en casos relativamente frecuentes y muy sonados
R.
Sin duda, pero le aseguro que es el propio médico quien rechaza esas prácticas, porque van en detrimento de la profesión. Yo pondría la mano en el fuego por la mayoría de los profesionales españoles, pero obviamente no me conozco la vida de todos al detalle.

 

 

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