"Atención Primaria y Salud Pública tienen que trabajar coordinadas para controlar la expansión de la pandemia". Con esta afirmación Juanjo Rubio, ingeniero biomédico y exgerente del Servicio Navarro de Salud, no dice nada nuevo. O, por lo menos, nada que a estas alturas de la pandemia no se haya oído ya por activa y por pasiva e, incluso, asumido como una verdad incuestionable.
Con lo cual hay pocas excusas para no pasar ya al siguiente nivel. Esto es, llevar esa afirmación a sus últimas consecuencias. “Hay que invertir en primaria y salud pública”, explica. “Nos faltan profesionales y son lamentables las propuestas de empleo tan bajas que reciben los médicos”. La Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph) ha denunciado una oferta de empleo de un organismo público que pide dos especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública con méritos y experiencia demostrable para “diseñar un sistema reforzado de vigilancia epidemiológica de la Covid-19". Todo por 1.585.9 euros netos al mes.
“Nos faltan profesionales y son lamentables las propuestas de empleo tan bajas que reciben los médicos”, dice Rubio
“No se han utilizado todos los recursos de los que disponemos como país”, afirma el experto, pues “tenemos abundancia de talento y capacidad”. Pone un ejemplo: “La infraestructura productiva está infrautilizada. Al parar la economía hemos impedido que la industria propia se pusiera a fabricar ventiladores”. Esta idea recuerda al anuncio que Emmanuel Macron ha hecho esta semana de “relocalizar en Francia la fabricación de ciertos productos y materiales sanitarios con ocasión de un anuncio de inversiones por la farmacéutica Sanofi, que incluye una nueva planta de producción de vacunas”, según recoge la agencia EFE.
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Rubio realizó estas consideraciones durante su participación como ponente en el curso online, “Covid-19: Problemas éticos, jurídicos y sociales”, que ha dirigido Íñigo de Miguel Beriain, dentro de la programación de verano de la UPV/EH.
La apertura del programa corrió a cargo de Juan Martínez Hernández, epidemiólogo del Hospital Universitario de Móstoles, quien partió de la idea que recoge el refrán “no hay mayor ciego que el que no quiere ver”, para reconocer que, como país, “estábamos perfectamente avisados (de la pandemia) pero no lo queríamos ver”. Reprochó abiertamente el criterio de Bruselas al calificar el virus con una peligrosidad de nivel 3, cuando, a su entender, debería considerarse “del grupo 4, ya que es un patógeno que puede provocar la muerte, no tiene tratamiento, ni tampoco vacuna”.
Pero, el especialista del Hospital de Móstoles fue más allá al hablar de la propia venda que nos pusimos como país para no querer ver lo que se nos venía encima. "No habíamos experimentado una epidemia así en nuestras propias carnes y creo que había una forma sutil de menosprecio a otros países. En China se ponían la mascarilla y pensamos: que se la pongan ellos. Tardamos en reconocer que era un medio eficaz para contener la expansión del virus".
Si bien, asegura que "ningún país europeo ha estado a la altura, excepto quizás Portugal y Grecia. Ni Suecia".
Martínez Hernández pronostica una segunda y tercera oleada del virus
El experto afirma que esta calificación ayudó a rebajar la alarma sobre la importancia de esta epidemia, “se comparó con la gripe, cuando no debía haberse hecho”. Martínez Hernández pronostica una segunda y tercera oleada del virus y recuerda que “en España lo hemos pasado solo un 5%", advirtiendo así del enorme campo expansivo que tiene la enfermedad.
En relación a los conflictos sociales, médicos, éticos y legales que ha puesto sobre la mesa este virus, el exdirector de Salud Pública de la Comunidad de Madrid señaló los siguientes: el relacionado con el reparto de recursos, la priorización de pacientes, el derecho a la protección de la salud de los trabajadores, el conflicto entre economía y salud, y, por último, el que podría haberse generado por la negación del deber de socorro que obliga a los profesionales.
“Asombrosamente, en esta primera epidemia los profesionales no han negado la atención a ningún paciente. Habrá que ver si en las siguientes oleadas ocurre lo mismo”, planteó Martínez Hernández.
No todo son malas noticias
Para conocer bien a los que nos estamos enfrentando, el experto destacó dos “buenas noticias de este patógeno”. En primer lugar, “es un virus blando en cuanto a su cobertura y con agua y jabón se va”; la otra es que “no hay portadores permanentes, de modo que esta enfermedad te cura o te mata”.
Esta última característica aleja su semejanza con el virus del VIH, con el que tanto se ha querido comparar, pues como aclara el epidemiólogo: “En este caso es una enfermedad que inmuniza, por lo que es más fácil desarrollar una vacuna, a diferencia de lo que ocurre con el virus del Sida”.
El problema con la vacuna puede venir en la fase 3 de su desarrollo. “Es seguro que vayamos a tener una vacuna. La duda es que sea suficientemente segura”, dice.
“Es seguro que vayamos a tener una vacuna. La duda es que sea suficientemente segura”
Sobre la transmisión del virus, reiteró que ni los aires acondicionados ni el dinero son vectores de contagio. “Por lo general, conocemos a la persona que nos va a contagiar”. Esto quiere decir que la transmisión es de persona a persona, por lo que la distancia social y las mascarillas son claves para contenerlo. Mejor, los encuentros al aire libre "las terrazas de los bares son más segura, la sequedad ambiental es suficiente para matar el virus".
Desde el Derecho de la Salud Pública
En este curso de análisis de la situación de la pandemia, César Cierco Seira, especialista en Derecho de la Salud Pública y profesor en la Universidad de Lleida hizo un repaso del marco legal permanente que han amparado la lucha contra el Covid-19.
Sus dos conclusiones claras fueron que la Ley de Salud Pública de 2011 no está desarrollada, además de reconocer importantes deficiencias en nuestro ordenamiento jurídico, que pasan por una falta de contundencia en el abordaje de situaciones como la actual. El jurista se refiere a una “precariedad de la norma”.
Recuerda, por ejemplo, que la citada ley contempla la creación de un consejo asesor de salud pública, que no existe. Además, Cierco ve con preocupación la falta de vertebración de nuestra regulación con el reglamento sanitario internacional, que “tiene poca plasmación en nuestras normas”. La consecuencia de esa deficiencia es que ante la declaración de pandemia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no quedó claro qué debía hacerse.
En conclusión, considera necesario que, además de que se cumpla la ley de 2011, se apruebe una nueva: una ley de emergencia de salud pública.
Invitado también como ponente en el curso estuvo Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España. El título del programa “Covid-19: Problemas éticos, jurídicos y sociales” interpelaba de manera directa al bioeticista, profesor de la Universidad de Comillas, que hizo un repaso por los dilemas éticos que se han planteado en esta pandemia –que no son pocos- y las respuestas que se han ido ofreciendo tanto desde el comité que preside como desde otros comités y sociedades médicas. Informes que hemos ido recogiendo en Diario Médico.
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Pero la importante publicación de guías de actuación en Bioética está lejos de haber concluido. “La priorización no se ha acabado”. Aseguró que “si hemos podido perder tiempo hace unos meses, creo que no deberíamos perderlo ahora y empezar a hablar ya de priorización en la vacunación". En este sentido recordó lo ocurrido con la inmunización de la hepatitis C “que generó unas tensiones enormes”. Lanzó una pregunta: “¿Estamos trabajando en la priorización de la vacuna? Parece que algunos científicos en su investigación, sí. Pero, ¿se está trabajando por parte de las autoridades públicas? La vacuna puede llegar en cualquier momento”.
¿Estamos trabajando en la priorización de la vacuna?
Sin concluir una fórmula, De Montalvo adelantó por dónde podría ir esa priorización. “Se podrían establecer patrones genéticos de riesgo de la enfermedad, porque aquí hay algo raro. Y es que un compañero que está sentado en el despacho de al lado ha pasado la enfermedad, tiene anticuerpos y no se ha enterado. Mientras que yo, pensaba que me iba a morir. Hay algo que debe explicar esa enorme diferencia”.
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