La especialización enfermera salva vidas, pero en España solo hay aprobadas siete especialidades enfermeras: Obstétrico-ginecológica o matrona, Salud Mental, Trabajo, Geriátrica, Familiar y Comunitaria, Pediátrica y Médico-quirúrgica, aunque esta última ni siquiera la ofrecen las autonomías).
Desde la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO) reclaman la creación de una nueva especialidad vía EIR, Enfermería Oncológica, “que es muy necesaria y vital para el paciente”, explica a este periódico
En su opinión, la especialidad de la enfermera es lo que asegura unos cuidados de calidad para el paciente oncológico, “y es la propia sociedad, en general, la que debería exigirla”.
También explica que las administraciones deberían tomar conciencia de que una enfermera especialista contribuye, entre otras cuestiones, a acortar estancias medias hospitalarias, “por ser capaz de prevenir y detectar complicaciones asociadas al proceso oncológico, actuando sobre ellas de manera anticipada”.
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Hoja de ruta
Desde la SEEO se está trabajando en una hoja de ruta sobre la formación que haría falta.
“Lo más deseado es una especialidad desarrollada en dos años, vía EIR, como otras especialidades de enfermería. Tenemos la mirada puesta en los desarrollos curriculares como en los países anglosajones, donde tienen diferentes niveles de especialización. No obstante, falta aún mucho camino que recorrer y mucho diálogo sobre esta cuestión tan importante para todos”.
El EIR sería la mejor opción, tampoco descartan otro tipo de formación que capacite a las enfermeras que quieran dedicarse al cuidado de los pacientes oncológicos.
Pero a pesar del interés por poner en marcha la nueva especialidad, Peñuelas es consciente de que los escollos a los que se enfrenta la especialidad son principalmente de tipo administrativo y de índole política.
“Ninguna administración quiere enfrentarse al hecho de que para una asistencia de calidad hay que invertir a largo plazo”.
Consecuencias de la falta de especialidad
Las consecuencias de la falta de la especialidad, según Peñuelas, afectarán a la seguridad y a la calidad de vida del paciente y su familia.
“Las nuevas actualizaciones en el tratamiento del cáncer, con nuevas terapias, hacen necesaria una formación muy específica tanto en la administración de los tratamientos como en el control de las toxicidades”, asegura.
Recuerda, además, que la falta de esta formación conlleva un aumento del riesgo en la seguridad del paciente y de la propia enfermera.
“Tiene un impacto directo en la calidad de vida del paciente, que puede verse disminuida, ya que influye negativamente en el control de los efectos secundarios o de las posibles complicaciones relacionadas con los tratamientos”.
Déficit de enfermeras oncológicas
La presidente de la SEEO dice que es difícil precisar el número de enfermeras que trabajan en los servicios de oncología, oncohematología y radioterapia, que es el colectivo al que esta sociedad científica representa a través del casi medio millar de socios.
“Estimamos que puede haber unas 5.000 enfermeras dedicadas al cuidado del paciente oncológico en nuestro país. No obstante, la Sociedad Europea de Enfermería Oncológica, de la que formamos parte y en la que trabajamos muy activamente, sitúa el ratio de la enfermera oncológica de España por debajo de los estándares deseados en cuanto a número de profesionales por paciente”.
Para Peñuelas es díficil valorar el número exacto de enfermeras oncológicas que hacen falta en España.
“Lo que sí podemos decir es que se necesitan más enfermeras para alcanzar estas ratios. Además existe un problema común en la gran mayoría de hospitales, que en ausencia de enfermeras expertas en oncologia las sustituyen otras sin la formación específica para atender a los pacientes oncológicos”.
Educar en prevención y salud
En España el cáncer es una de las principales causas de morbi-mortalidad. “Se estima que el número de cánceres diagnosticados en 2020 alcanzará los 277.394 casos, según los cálculos de Redecan, un número muy similar a 2019”.
A estos datos, la presidenta de la SEEO añade que en el mundo hay más de 18 millones de casos nuevos al año, y que la previsión para el 2040 es que se incrementen un 63%, llegando a los casi 30 millones anuales.
“Precisamente por ello, hace falta actuar en la educación de la población desde la base de la prevención. También es preciso formar a los profesionales para que atiendan todos estos nuevos casos”.
Recuerda, además, que el paciente oncológico es muy complejo de manejar. “El cáncer no es sólo una enfermedad: son muchas enfermedades”, señala.
Faltas de estímulos laborales
La falta de estímulos laborales de algunas enfermeras oncológicas, hace que dejen la asistencia y se pasan a la investigación y docencia.
“El paso a la investigación y a la docencia es una de las vertientes por el que apuestan las enfermeras, algunas veces con mucha y otras veces con poca experiencia asistencial. Está claro que los estímulos laborales en lo asistencial son mínimos y que las condiciones son muy precarias”.
El sueldo base de una enfermera está por debajo de los 2.000 euros, “por muchos complementos que se sumen a esto y con una formación universitaria, no hay una base sólida para incentivar un trabajo que requiere disponibilidad a pie de cama 24/7/365”.
Por otro lado, añade que la investigación y la docencia están sobreestimadas en nuestro país, “cuando la realidad es que la mayor parte de investigadores y profesores tienen unas condiciones laborales pésimas, dependen en la mayor parte de los casos de becas de formación, supeditadas a la disponibilidad de fondos.
A pesar de estos datos, las enfermeras oncológicas están muy ligadas a la investigación a través de los ensayos clínicos e investigación académica, que se realizan en la mayor parte de los servicios de oncología médica, radioterapia y oncohematología.
“Sin embargo, existe la necesidad de una mayor sinergia entre la asistencia y la investigación para mejorar los cuidados y potenciar el desarrollo profesional”.
Techo de cristal
El techo de cristal es una realidad en enfermería oncológica, y en enfermería en general.
“Somos un grado universitario, como cualquier farmacéutico, biólogo, psicólogo… y sin embargo no tenemos categoría A1, la cual nos permitiría acceder a cargos de gestión, por ejemplo”.
En cuanto a la investigación, Peñuelas explica que sigue habiendo mucho desconocimiento.
“El plan Bolonia de formación, así como el libro Blanco de la enfermería, establecen la investigación como uno de los pilares básicos de nuestra formación y competencias, y muchos comités de ética clínica supeditan nuestras investigaciones a la supervisión de un médico, cuando en muchos casos -por experiencia, formación e incluso por número de publicaciones- la investigadora enfermera supera a las referidas”.
En tiempos de la Covid-19
La pandemia ha supuesto una reorganización completa del hospital y también de los servicios de onco-hematología y radioterapia. En ocasiones, además, se han desplazado recursos (sobre todo humanos) para la atención de pacientes con la Covid-19.
“Las enfermeras gestoras de hospitales de día han tenido que replantear circuitos para conseguir blindar a los pacientes oncológicos y que la pandemia les afectara lo menos posible. Las enfermeras hemos gestionado recursos materiales y humanos con la máxima eficiencia y eficacia”, explica Peñuelas.
En caso de rebrote, ¿qué está haciendo la enfermería oncológica para seguir manteniendo la calidad asistencial?
“Estamos trabajando desde el primer momento en recomendaciones dirigidas tanto a pacientes, como familiares, incluyendo a pacientes pediátricos y pacientes con cualquier tipo de tratamiento oncológico, radioterápico y oncohematológico, así como para el personal que trabajamos con todos ellos”, asegura.
También, y unidos a través de la AECC, y junto con el resto de sociedades científicas en un marco de trabajo conjunto con el paciente, “seguimos dando mensajes de carácter tanto formativo como divulgativo en aspectos de cuidado, prevención y educación para la salud, que son aspectos básicos de nuestro trabajo como enfermeras. Estamos difundiendo estos protocolos por las redes sociales y participando en webinars, para que los pacientes puedan tener acceso a la información que necesitan”, dice.
¿Se escucha la opinión de la enfermera oncológica?
En líneas generales, la presidenta de la SEEO señala que la opinión de la enfermera no se tiene suficientemente en cuenta.
“Somos más del 54% de las profesionales de la sanidad y no estamos en los puestos de gestión, en las direcciones, ni en los lugares donde se deciden políticas sanitarias. Lo hemos podido comprobar ahora en esta situación, donde hemos estado en primera línea prestando cuidados y hemos organizado y planificado recursos humanos para atender a todos los pacientes. Pero cuando se crea un gabinete para afrontar el desconfinamiento, cuando hay que sentarse a tomar decisiones de cómo reestructurar nuestra asistencia sanitaria y los cambios que necesita nuestro sistema de salud, no se cuenta con la opinión de las enfermeras”.
Respecto a la enfermera oncológica, desde la SEEO están consiguiendo que su voz se escuche cada vez más.
“Participamos tanto con sociedades médicas (SEOM, SEOR y otras) como con asociaciones de pacientes (AECC, GEPAC, AEACaP, etc.), aunque nos queda mucho camino por recorrer”.
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