“En algunos hospitales y ámbitos se ha vivido una medicina de catástrofe”, ha explicado Mari Cruz Martín, presidenta de la Fundación por la Investigación, Docencia e Innovación en Seguridad del Paciente (FIDISP) en el primer panel de expertos #ShamOnAir, organizado por la aseguradora Sham para analizar la seguridad del paciente durante la epidemia de Covid-19 junto con la citada entidad.
Santiago Tomás, director de FIDISP, ha explicado que la pandemia ha hecho actuar a la sanidad española y sus profesionales de manera urgente, “saltándonos todas las barreras y tomando decisiones que en otras condiciones serían consideradas inadecuadas”. Ha identificado cuatro problemas de seguridad: la del paciente por la infección del SARS-CoV-2; la derivada del diagnóstico tardío (considerando inicialmente que se trataba de gripe y otras patologías); el efecto indirecto (los pacientes que han sufrido el colapso sanitario y su efecto sobre otras patologías), y los riesgos tardíos (se verán en el futuro).
Recientemente Sham y FIDISP han llevado a cabo la encuesta Seguridad del Paciente y del Profesional durante la epidemia Covid-19, con la que buscaron conocer cómo esta situación estaba incidiendo en profesionales sanitarios y pacientes. Tomás ha informado de que se entrevistaron 500 sanitarios y los principales problemas que se detectaron fueron: falta de equipamiento para procedimientos, infecciones adquiridas, dificultades para trasladar a críticos, errores de diagnóstico (del 10% frente al 1,5-3% en condiciones normales según la bibliografía), errores de medicación -"probablemente en todos los niveles han sido algo inferiores a lo habitual"-, desabastecimiento de fármacos y problemas con la oxigenoterapia. La encuesta también releva que el 98% de profesionales presentó algún síntoma compatible con ser segunda víctima de la Covid-19. La falta de equipos de protección afectó al 80%; muchos de los cuales tuvieron que improvisar.
Martín ha asegurado que “por primera vez hemos vivido una situación en la que los recursos están por debajo de la necesidades (…). Así se pierde la calidad de lo que hacemos. Esto es lo que ha sucedido”.
Ha relatado que han faltado muchas camas de UCI y ha sido imposible ofrecer estándares habituales de calidad, lo que ha impactado en la morbilidad y la mortalidad; a lo que hay que añadir el riesgo de transmisión cruzada para pacientes y profesionales.
El panorama de lo vivido incluye, a su juicio, profesionales trabajando fuera de su labor habitual sin haberse entrenado. “Los estándares de calidad han bajado y hay que tenerlo en cuenta a la hora de evaluarlo”, ha dicho.
También ha habido alta variabilidad de la práctica clínica en medicación antirretroviral y en otros procedimientos. Y el estrés físico y psicológico de los profesionales ha impactado asimismo de manera negativa en los pacientes: “Con más errores”, ha manifestado. En su opinión, “son muchos los puntos en los que la seguridad se ha visto tambaleada. Hay que analizarlo de manera objetiva para aprender y estar mejor preparados para el futuro”.
Tomás Cobo, vicepresidente del Consejo General de Colegios de Médicos (Cgcom-OMC) y vicepresidente de la Unión Europea de Médicos Especialistas, ha asegurado que “perdimos semanas de oro; faltó previsión, y nos quedamos con pocos recursos de estructura y de combate. Reinó la incertidumbre, no teníamos el material apropiado y profesionales sin entrenamiento se desplazaban a áreas altamente especializadas”. Pero ha destacado la importancia del liderazgo clínico para paliar los déficits ya identificados.
A pesar de todo ello, Frederic Fuz, director Gestión de Riesgos Sham en España, ha informado de que, por ahora, les han llegado “muy pocas reclamaciones; menos de 15, y muy alineadas con error de diagnóstico y tratamiento y problemas de coordinación en la atención al paciente y en urgencia y UCI”.
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