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viernes, 19 de junio de 2020

Diego de Torres Villarroel (1694-1770)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
19/ 06 / 2020
Los médicos SÍ saben escribir
Torres Villarroel
Tomo XIV de la 'Vida' del médico y polímata salmantino Diego de Torres Villarroel.

El 19 de junio se cumplen doscientos cincuenta años de la muerte de una figura realmente singular: la del salmantino Diego de Torres Villarroel, matemático, escritor, filósofo, poeta, astrólogo, dramaturgo, físico, sacerdote… y médico también.

Nacido en el seno de una familia de libreros e impresores, toda su tumultuosa vida fue una constante persecución del éxito, el dinero, la fama y el reconocimiento en una sociedad, como la española de su época, cargada de prejuicios y que se lo ponía muy cuesta arriba a las personas de extracción humilde.

Estudió en la Universidad de Salamanca, donde con su temperamento díscolo, revoltoso y alborotador se metió en ciento un desmanes, fechorías y desafueros, a los que pone fin huyendo en 1713 a Portugal. En Oporto y Coímbra llevó una vida desordenada y aventurera en la que fue desde ermitaño, bailarín y alquimista hasta soldado, torero y astrólogo, pasando por el ejercicio de la medicina sin haber estudiado la carrera ni tener preparación ninguna para ello.

De regreso en Salamanca, sentó la cabeza, fue lector voraz de sesudos libros de lo más variopinto y alcanzó por fin las ansiadas riqueza y notoriedad con la publicación de almanaques anuales, entre 1718 y 1766, que firmaba con el seudónimo de «Gran Piscator de Salamanca». Sus juicios para cada estación del año, en los que mezcla efemérides, movimientos de los astros, coplas, adivinanzas, refranes, predicciones meteorológicas y pronósticos de todo tipo, supusieron una revolución del género y le granjearon una popularidad inmensa en toda España. El vulgo le atribuyó —siempre a posteriori, claro, como es habitual en este tipo de supercherías— profecías cumplidas como la muerte del joven rey Luis I y el motín de Esquilache.

En 1718 se mudó a Madrid y empezó a estudiar medicina, si bien finalmente se graduó como médico en la otrora afamada Universidad de Ávila. Aunque apenas ejerció la profesión, sus conocimientos fueron muy amplios y dio a la imprenta algunas obras notables de carácter médico.

De regreso a su ciudad natal, descubre que la cátedra de matemáticas lleva más de treinta años vacante en la Universidad de Salamanca; se presenta a los exámenes por oposición y en 1726 gana dicha cátedra, que desempeñó durante veinticuatro años. Ordenado sacerdote en 1745, siete años después consigue hacer realidad el proyecto de publicar sus Obras completas en vida (algo insólito entonces y que da fe de su popularidad). Son catorce volúmenes de variado contenido: poesía y teatro; tratados científicos y médicos; obras de sátira social; pronósticos y escritos ascéticos… Entre todos ellos destaca la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel (1752-1758), biografía novelada de estilo picaresco, en seis «trozos» o capítulos, que constituye una de las mejores fuentes de información sobre la vida española del siglo XVIII y la crisis de su tiempo.

¿Cómo resumir en el poco espacio de que dispongo la personalidad de nuestro torrencial y desbordante colega Torres Villarroel? Quizá lo más gráfico sea acudir a sus propios escritos, de clara influencia quevedesca. Dos breves pasajes apenas:

Del prólogo a Correo del otro mundo (1725): «yo no escribo para que aprendas, ni te aproveches, ni te hagas docto, pues a mí, ¿qué se me da de que tú seas estudiante o albañil...? Yo escribo porque no tengo dinero ni donde sacarlo».

Y de su Almanaque para 1734: «Estudié todas las ciencias, y en tan desafortunada hora las fui aprendiendo, que la filosofía me sirvió para no conocerme; la medicina, para vivir enfermo; la teología, para tener tumultuosa mi conciencia; la retórica, para conciliarme enemigos y rencores; la matemática, para morirme de hambre; la poética, para padecer esclavitudes. Logré en todas los honores de maestro, doctor, catedrático, lector y escritor: y fui famoso para vivir más afrentado».

Fernando A. Navarro

Se cumplen 250 años de la muerte del polímata salmantino Diego de Torres Villarroel: matemático, escritor, filósofo, poeta, astrólogo, dramaturgo, físico, sacerdote… y médico también. Off Fernando A. Navarro Off

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