Ofrecer a los niños una amplia variedad y grandes cantidades de golosinas y alimentos embolsados (snacks o aperitivos) les alienta a comer más y a engordar, claro, asegura un estudio del Instituto de Investigación Infantil Murdoch en Australia que se publicó en julio en International Journal of Obesity. La investigadora principal, Jessica Kerr, dijo que los niños no se vieron muy afectados por el tamaño del recipiente, y que el consumo se guía por la cantidad/variedad que se ofrece. Es decir, en contra del consejo de poner platos más pequeños, “el tamaño de la vajilla tiene poco efecto sobre la cantidad de alimentos consumidos”.
En el estudio participaron 1.800 niños de 11 a 12 años y sus padres, que recibieron una caja de aperitivos diversos: galletas, quesitos, barras de muesli, golosinas y chocolates. Había variaciones en la cantidad y número de snacks y en el tamaño de los envases. En los niños, cuanta más oferta, más consumo. Los adultos fueron más conscientes de que estaban siendo observados, por lo que contuvieron algo más sus apetencias.
Debido a que los australianos obtienen el 30-40 por ciento de sus calorías de estos picoteos envasados, “se debe dirigir más atención y recursos para ofrecer a los niños cantidades más pequeñas y alimentos menos calóricos”, concluyen los autores. Se puede también educarles en los hábitos nutricionales o ilustrar las bolsas de gusanitos con imágenes desagradables de obesidad mórbida, como se hace con los paquetes de tabaco.
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