Un día de octubre, en una sala de un céntrico hotel madrileño, varios grupos de profesionales sanitarios se afanaban en la elaboración de aviones de papel, compitiendo para ser el grupo que más construía en un tiempo determinado. Entre las mesas, supervisando la operación, paseaba Michael Keng, presidente del Equipo Directivo del ASCO QTP, es decir, el Programa de Entrenamiento en Calidad de la Sociedad Americana de Oncología Médica.
Este Quality Training Program (QTP) es una iniciativa desarrollada por ASCO que tiene como fin preparar a los centros asistenciales oncológicos para diseñar, implantar y dirigir actividades de mejora de la calidad en entornos con alta carga de trabajo.
El programa se creó en 2014 y Keng, que es profesor asociado de Medicina y director de Calidad de la División de Hematología/Oncología del Sistema de Salud de la Universidad de Virginia, participó en él como alumno ese mismo año, pasando en los sucesivos a ser coach de grupo y, en solo tres años, responsable del programa.
"El médico suele pensar que de la calidad deben ocuparse los jefes"
Un campo como la Oncología es árido, en opinión de Keng. "Los profesionales trabajan para estar siempre en la vanguardia de la investigación y la asistencia, es un ámbito de conocimiento que avanza muy rápido, pero precisamente por eso resulta complicado convencer de que es posible mejorar, hacerlo mejor, implantando otro tipo de herramientas".
Según su experiencia, "a menudo el profesional médico piensa que su labor es solo preocuparse de los pacientes, y que de la calidad deben ocuparse los jefes; pero la realidad es que no se mejorará si no se implican todas las partes".
De hecho, reconoce que, al principio, "a la gente le resulta gracioso que me dedique a enseñar mejora de la calidad". Sin embargo, cuando se plantea un problema "y ven que estas herramientas se pueden aplicar, que guían paso a paso y ven que funcionan, todo cobra sentido". Y es que, si bien es cierto que "las decisiones suelen tomarse arriba, normalmente se dice que hay que hacer algo pero no cómo hacerlo". Y ahí es donde entra el QTP de ASCO.
El momento en que se hace la luz
El experto afirma que "es sorprendente el momento en que al participante del programa, quizá escéptico al principio, se le enciende la luz". Y reconoce sentirse orgulloso de ver "cómo los equipos van mejorando, aprendiendo y aplicando lo aprendido".
El QTP se desarrolla en tres sesiones, repartidas en seis meses. En la primera, "a los equipos se les enseñan técnicas para evaluar los problemas, identificar qué es un problema real y crear intervenciones mediante brainstorming".
"Estoy orgulloso de cómo los equipos van aprendiendo y aplicando lo aprendido"
Con esas herramientas, los profesionales "ya deben trabajar para conseguir una mejora de la calidad en su institución, porque lo aprendido es aplicable desde el primer momento".
Se trata de un aprendizaje basado en la experiencia: los participantes asisten al curso en equipos multidisciplinarios, generalmente de 3-4 personas, y traen un problema que desean resolver en su práctica. Cada equipo cuenta con la asistencia de un entrenador de mejora experimentado, un coach que ya ha realizado la formación previamente, durante todo el proyecto.
El tamaño adecuado
Se pide a los participantes que acudan al programa con un problema que desean resolver. "Debe ser un problema real, surgido de la práctica diaria, del que se desconocen las causas". Según las bases del proyecto, estos problemas "no deben ser demasiado grandes: a menudo, un equipo de proyecto comienza con el objetivo de mejorar un proceso para toda la práctica y luego reduce el alcance a solo un tipo de enfermedad específico o algún subconjunto de la población completa de pacientes".
Una vez adquiridas las habilidades recogidas en el programa será posible extenderlas a otras áreas de trabajo.
Sin embargo, tampoco debe ser demasiado pequeño: "Por ejemplo, si el alcance de la intervención se limita a los pacientes con cáncer de pulmón de tumor sólido para el proyecto de reducir los pacientes que mueren en la UCI, posiblemente no se verán suficientes pacientes en una semana o un mes para evaluar completamente los resultados del estudio".
Y ahí llega la segunda sesión, unos tres meses después de la primera -en el programa de Madrid fue en junio- en la que "se trata de ver si se han producido cambios". Y de construir aviones de papel.
Mucho más que aviones
Keng lo explica: "Primero, se les pide que los construyan en un tiempo determinado sin más indicaciones. Después, se les dan unas instrucciones claras de cómo hacerlos, y se reparte el trabajo para elaborarlos en cadena en el mismo tiempo". Entre ambos procesos de papiroflexia hay una diferencia abismal en los resultados: los aviones construidos se multiplican en el segundo intento.
Trasladando esta metodología a la clínica, el objetivo es descubrir que, "sin una base, sin un background, no se puede mejorar. Hay que partir de algún sitio y saber hacia dónde hay que dirigirse". El problema habitual, a juicio de Keng, es que "nadie nos enseña cómo hacerlo. En toda la formación de Medicina no hay menciones a la mejora de la calidad", se lamenta.
Otra lección que se puede extraer de la prueba de los aviones es que "con lo mismo, se puede hacer más si se sabe cómo. En sanidad siempre tendemos a pedir más, más profesionales, más recursos, más espacio. Pero, normalmente, de todo lo que pedimos llega muy poco si es que llega, así que debemos optimizar los recursos que tenemos, porque no queda otra opción".
"El año que viene llevaremos, junto a ECO, el programa al ámbito de la Hematología"
Considerando que entre la primera y la segunda sesión del programa pasan entre 10 y 14 semanas (la última de la formación que se está llevando a cabo en Madrid tendrá lugar en enero), se busca que "dentro de ese tiempo, los equipos deben planificar y ejecutar al menos una, y posiblemente dos o tres pruebas de cambio, y cada prueba de cambio debe evaluar al menos a 20 pacientes. Una prueba de cambio tomará de 2 a 4 semanas, por lo que el alcance debe ser lo suficientemente amplio como para tener unos 20 pacientes durante ese periodo".
Así, el objetivo de la formación es "saber crear procesos y flujos, saber cómo desarrollar una buena producción, creando más valor, más eficiencia y menos desperdicio".
Plasmando la experiencia
Por último, llega la tercera sesión, en que "se anima a los participantes a escribir artículos y presentar trabajos en revistas y sesiones plenarias". En este sentido, los equipos españoles han desarrollado más de veinte proyectos y presentado comunicaciones y pósteres en diversos simposios sobre cáncer y calidad organizados por ASCO.
"Tiempo después de terminado el programa entrevistamos a los coach de cada equipo para valorar lo que ha cambiado y saber si el programa tiene éxito", explica Keng.
Además, se invita a los exalumnos del programa a entrenar equipos o enseñar como profesores en sesiones posteriores. "Cada miembro puede convertirse en líder de un nuevo equipo, extendiendo la red de la mejora de la calidad".
Los resultados, según el responsable del programa, no podrían ser mejores: "Los que han participado y han visto la utilidad de lo que enseñamos, después no pueden parar. Ahora ya tienen las herramientas y no dejan de embarcarse en nuevos proyectos de mejora de la calidad".
Viendo el éxito en España, Keng avanza que "el próximo año trabajaremos con la Fundación ECO para ampliar el programa al ámbito de la Hematología".
Más iniciativas
El QTP es el más reciente de los proyectos de ASCO en materia de mejora de la calidad, pero no es el único. Así, la Iniciativa de Práctica de Oncología de Calidad de ASCO (QOPI, por sus siglas en inglés) es un programa de evaluación de calidad basado en la práctica dirigido por oncólogos que proporciona a las prácticas una metodología estándar, una biblioteca sólida de métricas de calidad para Oncología y una herramienta de recopilación para informar las actividades de mejora de la calidad y demostrar la calidad a los pacientes y partes interesadas externas.
En la actualidad, QOPI se encuentra, además de en Estados Unidos, en otros países como Argentina, Australia, Brasil, toda la Unión Europea, India, Malasia, México, Nueva Zelanda, Pakistán, Filipinas y Arabia Saudita.
Este programa incluye un modelo de certificación que reconoce la atención de alta calidad para las prácticas de Hematología y Oncología. Las prácticas reciben la Certificación QOPI basada en su total cumplimiento con los estándares de certificación QOPI evaluados durante una encuesta en el centro sanitario.
La certificación QOPI está disponible, de forma piloto, en un número limitado de países, incluidos Grecia, Brasil, Rumanía y España.
Y es que la colaboración entre ASCO y ECO viene de largo: a finales de 2015 la fundación puso a disposición de los hospitales españoles un sistema de más de 50 ítems y criterios, y la correspondiente herramienta informática, para que pudieran autoevaluar sus servicios oncológicos a través de los indicadores de calidad que usan los hospitales de Estados Unidos que trabajan con la sociedad científica.
Evaluación
Posteriormente, tras un nuevo acuerdo, la Fundación ECO se convirtió en socio de QOPI en España, lo cual le permite co-certificar la excelencia de los servicios de Oncología españoles en colaboración con una empresa certificadora acreditada, una vez que se ha realizado esta primera acreditación y recibido la formación adecuada.
El Instituto Valenciano de Oncología (IVO) y los hospitales Ramón y Cajal, de Madrid, y General de Valencia, fueron los primeros centros españoles acreditados oficialmente por QOPI. A ellos se han ido sumando el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, el Hospital Universitario Central de Asturias, el Instituto Oncohealth de la Fundación Jiménez Díaz y el Hospital Clínico San Carlos, ambos en Madrid. España es el segundo país por detrás de Estados Unidos con más centros acreditados.
Por la seguridad, la humanización y la eficiencia
Desde que la fundación eco incorporó el QTP, más de 30 equipos de otros tantos centros han pasado por los procesos formativos, a un ritmo de cuatro equipos cada seis meses desde 2018: La idea es extener el programa para lograr la excelencia en toda la Oncología española”, sentencia Rafael López, presidente de la Fundación ECO y jefe de Oncología Médica del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.
Se trata, según explica, de “un programa que nace de los clínicos”, y estos serán los encargados de difundir sus bondades, creando un efecto cascada.
Eso sí, no solo hay clínicos en los equipos: “Se trata de buscar la multidisciplinariedad y la participación. Por eso, además de oncólogos médicos, radioterapeutas y cirujanos hay enfermeras, farmacéuticos y, progresivamente, se irán incorporando pacientes”.
Esta composición obedece a los tres objetivos principales: “Seguridad, humanización y eficiencia”.
Así, la participación de la farmacia está presente en el primer y el tercer factor, sin ir más lejos. Según explica López, “en Oncología trabajamos con fármacos muy caros y muy peligrosos, y debemos centrarnos en que se administren en la dosis adecuada, en el momento adecuado y al paciente adecuado”.
Por lo que respecta al segundo objetivo, el de la humanización, López no duda: “Debemos respetar y fomentar los derechos de los pacientes, y esto empieza por incorporarlos a la toma de decisiones”.
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