Esta semana el Banco de Patentes de Medicamentos (Medicines Patent Pool-MPP) y la farmacéutica estadounidense MSD (por Merck Sharp & Dohme) han alcanzado un acuerdo para que 105 países con ingresos bajos y medios, y con menos población vacunada, puedan fabricar como si fuera un genérico un potencial antiviral contra el SARS-CoV-2: el molnupiravir. Si este fármaco demuestra su seguridad y eficacia (MSD y Ridgeback Biotherapeutics lo están desarrollando conjuntamente) y recibe todas las autorizaciones pertinentes para su comercialización, este acuerdo será un gran paso en la lucha contra la pandemia.
El MPP es una organización respaldada por Naciones Unidas que lleva años trabajando a favor del acceso a medicamentos en países pobres gracias a un mecanismo de licencias voluntarias. Según el acuerdo sobre el molnupiravir , “MPP, a través de la licencia otorgada por MSD, podrá otorgar licencias adicionales no exclusivas a los fabricantes ("Licencia MPP") y diversificar la base de fabricación para el suministro de productos de calidad garantizada o precalificados por la OMS a países cubiertos por la licencia MPP, sujeto a la autorización regulatoria local. MSD, Ridgeback Biotherapeutics y Emory University no recibirán regalías por las ventas de molnupiravir bajo este acuerdo mientras la covid-19 permanezca clasificada como una Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.
Charles Gore, director ejecutivo de MPP, ha manifestado: “Los resultados provisionales del molnupiravir son convincentes y vemos a este candidato a tratamiento oral como una herramienta potencialmente importante para ayudar a abordar la actual crisis de salud. Este acuerdo transparente impulsado por la salud pública es la primera licencia voluntaria de MPP para una tecnología médica covid-19, y esperamos que el acuerdo de MSD con MPP sea un gran estímulo para otros".
Hay que recordar que la suspensión temporal de las patentes de las vacunas contra el SARS-CoV-2, mientras dure la pandemia, ha sido una opción defendida por varios organismos internacionales y estados; entre ellos, la Administración estadounidense, que preside Joe Biden.
Amnistía Internacional ha pedido a los dirigentes del G20, que se reúnen este finde semana en Roma, que “dejen a un lado la avaricia y el egoísmo y garanticen una distribución mundial equitativa de las vacunas de la covid-19”. Y ha manifestado que, “en noviembre de 2020, quienes lideraban las 20 economías principales del mundo celebraron su habitual cumbre del G20 por internet, con un enfoque en garantizar la disponibilidad de vacunas de la covid-19 para todo el mundo. Sin embargo, un año después, los países más poderosos no han protegido la vida de millones de personas, ya que han optado por acaparar vacunas y con ello han causado una escasez de dosis previsible y absolutamente devastadora para el resto del mundo. Se calcula que, ahora mismo, los países ricos tienen almacenados unos 500 millones de dosis”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, consciente del problema, ya ha anunciado que en esta reunión del G20 pedirá apoyo para que los países en desarrollo impulsen su propia capacidad para producir vacunas a medio plazo y se beneficien de la tecnología ARN mensajero.
En este contexto, la acción de MSD, si todo va según lo previsto, puede ser un buen ejemplo a seguir tanto para las vacunas como para los medicamentos del ensayo que sustituirá al Solidarity contra la covid-19 (probó el remdesivir, la hidroxicloroquina, el lopinavir e el interferón), llamado Solidarity Plus, en el que están implicados el artesunato (IPCA), empleado para paludismo grave; imatinib (Novartis), indicado para ciertos tipos de cáncer, e infliximab (Johnson and Johnson), destinado a dolencias del sistema inmunitario como la enfermedad de Crohn y la artritis reumatoidea.
Estos medicamentos han sido donados por sus fabricantes para que puedan probarse en una plataforma que, según la OMS, representa la mayor colaboración mundial entre sus Estados Miembros: “Involucra a miles de investigadores en más de 600 hospitales en 52 países, 16 países más que la primera fase de ensayos. Esto permite que el ensayo evalúe múltiples tratamientos al mismo tiempo utilizando un único protocolo, reclutando miles de pacientes para generar estimaciones sólidas sobre el efecto que un fármaco puede tener sobre la mortalidad, incluso efectos moderados”.
¿Qué medicamento logrará demostrar antes su seguridad y eficacia frente a la covid-19? Si fuese el molnupiravir, ‘nacería’ con dos panes bajo el brazo: solución para una enfermedad potencialmente mortal (hay ya 4,98 millones de fallecidos registrado en todo el mundo) y acceso asequible para países pobres.
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