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miércoles, 23 de octubre de 2019

Reducir la neuromelanina, un camino para evitar el Parkinson

La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo cuya incidencia crece como consecuencia del aumento progresivo de la esperanza de vida. Los tratamientos disponibles actualmente son sintomáticos, así que la dolencia continúa siendo incurable porque no se frena la pérdida neuronal. La levodopa (L-DOPA) es un medicamento que aporta dopamina, y los pacientes durante un primer período de tratamiento muestran movilidad motora y están en condiciones de llevar una vida normal. Pero es una etapa que se conoce como luna de miel porque habitualmente dura entre tres y cinco años, y la enfermedad sigue su curso. “Los pacientes tienen una mejora sintomática al principio, pero como no se ataca la raíz del problema, las neuronas siguen degenerándose, la enfermedad progresa y el tratamiento pierde eficacia con el tiempo”, explica Miquel Vila, que lidera el grupo de investigadores en enfermedades neurodegenerativas del Valle de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR), de Barcelona.

La necesidad de encontrar una terapia que se dirija a la causa de la enfermedad y sea, por tanto, más efectiva, es el leitmotiv de la investigación que están llevando a cabo estos científicos, que ya han establecido un vínculo funcional que da lugar a la enfermedad entre los niveles intracelulares del pigmento neuronal neuromelanina y la alteración de las neuronas dopaminérgicas. Una acumulación excesiva provoca la degeneración y disfunción de estas neuronas: “Descubrimos que la acumulación progresiva del pigmento dentro de las neuronas finalmente las mata y desencadena la enfermedad de Parkinson”, señala gráficamente Vila.

La acumulación excesiva de neuromelanina causa la degeneración y disfunción de las neuronas dopaminérgicas, lo que desencadena el Parkinson

Su grupo ha demostrado, también en modelo animal, que la modulación de los niveles de neuromelanina puede prevenir la enfermedad. Los resultados fueron publicados en Nature Communications y abrieron la puerta al camino que están recorriendo ahora los investigadores: encontrar una estrategia para disminuir la neuromelanina en humanos con el objetivo de describir una nueva terapia que restaure la función motora e incluso que pueda prevenir la afección, un proyecto que está financiado por la Fundación Bancaria La Caixa.

La enfermedad de Parkinson se produce por la pérdida de neuronas de la región llamada sustancia negra del cerebro, encargada de la producción de dopamina y responsable de la regulación del movimiento. El déficit de dopamina en las áreas del cerebro inervadas por esas neuronas produce la aparición de los síntomas motores que caracterizan al Parkinson.

Factor de riesgo

La edad es el principal factor de riesgo de la enfermedad, y con la edad también aumentan los niveles de neuromelanina, que se acumula a partir de los tres años de edad. “Una vez que el individuo cumple los 30, las cantidades pueden ser importantes, y el Parkinson habitualmente aparece desde los 50-60 años. Quizás la neuromelanina podría explicar la relación que existe entre la edad y esta patología”, apunta Vila.

Desde 1919 se sabe que las neuronas que contienen este pigmento son las que se degeneran de manera preferencial en la EP, pero no se conocía su papel porque, a diferencia de los humanos, los animales que se utilizan para experimentación no tienen neuromelanina.

Durante la investigación se desarrolló el primer modelo animal que acumula neuromelanina con la edad en cantidades similares a los humanos

“Nosotros nos preguntamos si la acumulación afectaba o no a la función de las neuronas, pero teníamos este obstáculo”, comenta Vila. Para superarlo, su equipo desarrolló el primer modelo animal de experimentación que produce y acumula neuromelanina con la edad en cantidades similares a los humanos. Lo hizo sobreexpresando la tirosinasa en la sustancia negra de roedores. La idea surgió porque en la piel la melanina se forma por la acción de esta enzima, que también se encuentra en el cerebro, pero en cantidades muy inferiores.

Los ratones comenzaron a producir neuromelanina y a acumularla progresivamente con la edad hasta llegar a cotas parejas a los cerebros humanos envejecidos de manera que llegó a ocupar toda la neurona. Los investigadores comprobaron así que, a partir de cierto umbral de acumulación intracelular de neuromelanina, las neuronas empezaban a tener alteraciones funcionales y a degenerar hasta que los animales acababan sufriendo los síntomas motores y neuropatológicos que son típicos de la enfermedad de Parkinson.

Verificación

Para verificar que el hallazgo se podía trasladar a humanos, midieron los niveles de neuromelanina intracelular en nueve cerebros humanos envejecidos sanos y en diez cerebros envejecidos de enfermos de Parkinson. Los resultados se correlacionaron con lo sucedido en los animales de forma que en los primeros los niveles de neuromelanina estaban por debajo del umbral patológico mientras que en los segundos se situaron por encima. Incluso comprobaron que en cerebros de personas que estaban en fases muy incipientes y que todavía no manifestaban síntomas motores pero sí alteraciones neuropatológicas, la acumulación de este pigmento ya había sobrepasado el umbral patológico.

El siguiente paso fue aplicar una estrategia para reducir la neuromelanina intracelular en su modelo animal. El grupo utilizó terapia génica para activar los sistemas de reciclaje y eliminación propios de las neuronas: “Ayudamos a las neuronas a eliminar la neuromelanina introduciendo un gen con un vector viral para activar el sistema de reciclaje celular y así prevenir la enfermedad en los animales”. Los científicos consiguieron impedir la aparición de sintomatología y la neurodegeneración en los roedores.

“El procedimiento utilizado con los animales es muy invasivo, así que estamos buscando una estrategia que sirva para emplear en humanos, que seguramente será farmacológica”, señala Vila. Una vez que finalice la fase experimental con éxito, podrá iniciarse un ensayo clínico.

Todos la acumulamos

Todas las personas acumulamos neuromelanina con la edad. El problema que tienen los pacientes de Parkinson es que alcanzan antes el umbral patológico. Por tanto, la hipótesis de Miquel Vila es que habría dos clases de candidatos para someterse a una estrategia terapéutica basada en la reducción de este pigmento.

Por una parte, la nueva terapia podría utilizarse con los individuos que han desarrollado la enfermedad, con el fin de detener su evolución. Los segundos candidatos podrían ser los sujetos que todavía no tienen Parkinson pero se acercan a ese umbral patológico y, por tanto, podrían beneficiarse de una modulación de los niveles de neuromelanina.

De hecho, otra vertiente de la investigación patrocinada por La Caixa busca una fórmula adecuada para comprobar los niveles de neuromelanina, que tendrá que hacerse a través de técnicas de resonancia magnética. Vila cree que, si tiene éxito, esta propuesta proporcionará oportunidades terapéuticas sin precedentes para prevenir, detener o ralentizar la disfunción neuronal y la degeneración relacionada tanto con la enfermedad de Parkinson como con el envejecimiento cerebral.

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