¿Por qué no se puede hablar en la esfera pública de problemas cotidianos que comentamos entre amigos? Con esta pregunta el líder de la formación política Más País, Íñigo Errejón, comenzaba a conversar con el psiquiatra Guillermo Lahera Forteza, profesor de Psiquiatría y Psicología Médica en la Universidad de Alcalá vinculado al Hospital Príncipe de Asturias, en Madrid.
Una charla que se inicia minutos antes con la chispa que hoy ha permitido poner en la agenda política y social a la salud mental, y que hoy queda subrayada por ser el día mundial. Del ya famoso ¡Vete al médico! al uso despectivo de "estás de psiquiatra", afirmaciones que ponen de manifiesto el estigma y menosprecio que hay en torno a este tipo de enfermedades.
La charla fluida entre el profesional, que lleva años detrás de que en la agenda política tengan cabida las necesidades de su especialidad médica, y el que en una de sus pocas oportunidades de interpelar al presidente Pedro Sánchez, en sesión de control en el Congreso, lo hizo sobre qué soluciones había para todas las personas con este tipo de enfermedades, empieza con una sesión de fotos en la que tuvieron que mirarse a los ojos. Una suerte de proximidad física a la que hoy, por culpa de las distancias de la pandemia, poco estamos habituados y que, lejos de generar malestar, propició complicidad que se reflejó en las ideas que fueron apareciendo.
Dicen que los ojos son el espejo del alma y, en este caso, se trataba de eso, de romper con los esquemas establecidos y hablar de cómo duele algo que no tiene una forma física de expresión. Aunque la Medicina haya avanzado mucho y se den pasos para descubrir cómo se refleja una depresión o un trastorno mental en una prueba de imagen.
Pero volvamos a la charla.
ÍÑIGO ERREJÓN. Si yo en ese momento le estoy preguntando al presidente del Gobierno que qué pasa con la gente que se parte una pierna, nadie me hubiera dicho eso. Es obvio que si te partes una pierna vas al médico... Y que no es ninguna vergüenza partirte una pierna, pero el comentario se cree que es un ataque contra mi persona, como ridiculizarme.
GUILLERMO LAHERA. Cristalizó lo que, a veces, llamamos los psiquiatras una emergente. Es decir, en la sociedad se estaba fraguando el paso para que llegara a la agenda política. Los famosos que se autorrevelan y declaran que han tenido un cuadro psicótico, una depresión; lo de Simon Biles en los Juegos Olímpicos fue relevante; los movimientos en las redes sociales; la gente llega a tener un impacto con la población más joven, Ibai Llanos cuando habló de ello y cómo cala el mensaje en los adolescentes.
Así explica Lahera por qué hoy necesitamos hablar de Salud Mental y por qué todos se quieren apuntar el tanto... Quizás fue así. O hubo algo de fortuna. Errejón sostiene que ya había insistido otras veces en el tema, "cuando se acabe ésta vendrá otra pandemia que será la salud mental. Pero, no hizo fortuna. Y estas cosas que pasan, mitad porque era un día diciéndoselo al presidente del Gobierno, mitad porque un diputado del PP me gritó eso".
Para Lahera hay otro punto clave en el discurso actual de la salud mental que debe arraigar: "Hablar de la propia vulnerabilidad es un signo de fortaleza, eso es evidente. En cambio, negar la propia fragilidad es un signo de debilidad". Y Errejón tiene claro que las nuevas generaciones no son débiles, pese a lo que se quiere transmitir sobre la generación de cristal, sino todo lo contrario.
- De repente, cualquiera con un móvil es capaz de grabarse y decir "no soy capaz de salir de casa de la ansiedad que tengo", dice el político.
Errejón tiene claro que estamos ante una asignatura pendiente. "Aprendes a conducir un coche, pero nadie te enseña a cómo conducirte por la vida. Tienes que ser muy valiente para conocer esas cosas, hay que dejar que te cuiden y cuidarte".
Lahera en este punto subraya la gestión de la diferencia. ¿A qué se refiere? A algo tan simple como si estamos dispuestos a reconocer que somos una "sociedad plural, distinta, en la que tenemos que integrar la diferencia de los unos y los otros. O damos ese paso o al que tiene problemas le tenemos que excluir". En clara mención a cómo se abordaba hace años los problemas psiquiátricos: aislando a las personas en instituciones.
G. L. Creo que es otro elemento de este debate: si a la persona con trastornos mentales la queremos integrar en la sociedad, nos va a costar dinero, nos va a costar recursos y determinación. La otra opción es no tratar de incluirlo, y sálvese quien pueda.
I. E. Nos va a costar dinero, pero nos ahorramos la cantidad de bajas laborales que hay en España por problemas de salud mental. Seguramente si se invirtiese dinero se recuperaría por otro lado.
Y aquí está la clave: una inversión que tiene retorno. Por eso, los profesionales de la salud mental necesitan, reclaman no una simple Estrategia sobre Salud Mental, insisten en la creación de un Plan Nacional sobre Salud Mental. ¿Un plan? Sí, las palabras y cómo definas tus intenciones es importante, en Sanidad todo lo que se enmarca en un plan nacional está dotado con recursos económicos. Sí, dinero destinado a parchear, arreglar y dotar de profesionales e infraestructuras adecuadas el abordaje de las enfermedades mentales.
Ahora es un momento clave. Moncloa tiene sobre la mesa los presupuestos generales del Estado. ¿Va España a ser valiente e invertir en Sanidad? ¿En Salud Mental? El presidente del Gobierno aseguró, en mitad de la polémica en marzo, que ésta tendrá una dotación de 2,5 millones de euros. Si la partida de Sanidad ya es escasa según los médicos, apenas un 7% del total, a la salud mental se la dedica un 5% de ese gasto, según la consultora Headway.a
G. L. Hay una parte de la inversión que tiene un retorno sobre todo en productividad laboral por el absentismo. Pero hay que destacar el presentismo que es gente que tiene una depresión y sigue trabajando.
I. E. ¿Por miedo a quedarse solo en casa?
G. L. No, se llama presentismo cuando alguien no está en condiciones de trabajar y se obliga porque no está bien visto faltar, porque qué van a decir de mí mi jefe, mis compañeros... Hay muchos elementos que, como tú dices, si interviniéramos con más determinación mejoraría la productividad, pero no es solo ese argumento político, sino uno más amplio en el sentido de integrar.
Y esto nos devuelve al estigma, a la dicotomía de hablar de ello en privado, pero no en público. Sin embargo, la pandemia contra el coronavirus vino para poner todo patas arriba y ha conseguido poner en primera línea que los problemas y los trastornos mentales sean uno más de todas las consecuencias. Porque el virus, además de infectar y matar, ha hostigado al personal sanitario. "Tenemos muchos profesionales con elevados niveles de ansiedad y cuadros de estrés postraumático", subraya Lahera. Y Errejón añade: "Ya antes del covid, en realidad, nuestra sociedad venía dando signos. Yo no conozco casos muy graves cerca, pero conozco digamos como una especie de normalidad de baja intensidad en la que nuestra sociedad solo funciona viviendo como permanentemente medicada".
Todo esto sirve para poner de manifiesto que hay que tomarse en serio el abordaje de la salud mental. Porque desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que cuatro de cada diez personas a lo largo de su vida van a tener un trastorno mental y se prevé que en 2030 sea la primera causa de discapacidad.
Y puestos a cambiar, empecemos con lo que Errejón denominó "la primera trinchera contra todo", concepto con el que muchos médicos de atención primaria se identificarán. Aquí hay falta de tiempo hasta para las dolencias físicas, "unos siete minutos por consulta es la media", expone Lahera. Un tiempo ridículo para empatizar con un paciente en asuntos tan sensibles como los mentales, ¿y cuál es la solución más rápida? Medicar. "Una de cada tres consultas de atención primaria tienen un componente de salud mental", recuerda el psiquiatra, "y, ojalá fueran derivados al especialista".
Errejón sostiene que los casos que se visibilizan tienen un componente negativo que se nos escapa. La falta de tiempo de los médicos de cabecera, las listas de espera de tres meses hasta una primera visita al especialista, que haya un 35% que tenga que esperar más de seis meses... lleva a muchos a tener que buscar ayuda fuera de los circuitos de la Sanidad Pública. Pero no todos pueden permitírselo.
"Hoy [por este miércoles pasado] ha salido el informe de Cáritas que dice que hay 11 millones de españoles en exclusión social. Además, me imagino yo que tienen condicionantes socioeconómicos para tener más miedo, más ansiedad, más depresión... Esa gente no se puede gastar 70-80 euros a la semana en que le ayuden. No es una crítica a los que sí pueden, me alegro por ellos. Pero qué pasa con la gente con menos recursos que también necesita esta ayuda, pues simplemente que no puede prescindir de 70 euros para invertirlo en su salud", expone Errejón.
El político y el psiquiatra desgranan cada uno de los puntos en los que el abordaje de la salud mental en España flaquea: desde la educación, pasando por la desbordada atención primaria y la sobremedicación, hasta el diseño de las ciudades o las condiciones socioeconómicas como detonante; pero sin olvidar las biológicas, como recuerda el psiquiatra y, por ello, recalca que "se necesita una transformación transversal".
Claro que hay que mirar de lejos Alguien voló sobre el nido del cuco. Lejos quedó la institucionalización de las personas con problemas mentales.
"Hay que trabajar por empezar en centros de salud mental que no estén colapsados. Luego ampliar el repertorio de recursos intermedios: hospitales de día, centros de rehabilitación, hospitalización domiciliaria y el ingreso como última opción para un grupo de pacientes en los que no queda otra. Todo ello en la comunidad y cerca del domicilio del paciente. Ese es el modelo por el que hay que apostar", espeta Lahera.
- ¿Qué modelo de sociedad queremos?, se pregunta el político y añade "hemos recibido muy buenas palabras nada más. Si esto es una prioridad nacional, tenemos que pagar por ello".
Y ejemplos de los efectos beneficiosos de un plan nacional los encontramos en la disminución de los accidentes de coche, los trasplantes, el Plan Nacional contra la drogadicción, contra el cáncer... Hoy está claro cómo la inversión y la puesta de recursos ha impactado en el curso de estas áreas.
I. E. Tiene que ser una decisión política, sí. Pero no partidista, claro. Una decisión de país: nos vamos a tirar unas décadas invirtiendo dinero en esto.
G. L. Por eso, a veces los psiquiatras nos ponemos un poco escépticos ante las buenas palabras o ante tratar de abordar el tema desde la ley, sin saber dónde está la partida presupuestaria. ¿Sale del Estado? ¿Sale de las comunidades autónomas?
I. E. Los compromisos de los Gobiernos se miden, por desgracia, con ceros.
Sentencia con esa frase el político. Porque dar este paso supone dejar atrás el estigma y ponerse a trabajar en una prioridad nacional que tenga su reflejo en todas las áreas: sanitarias, sociales, económicas... La pandemia ha subrayado que los condicionantes socioeconómicos pesan y mucho, pero también el entramado actual de redes sociales.
Aquí llegamos al punto clave: educación. El siglo XXI tiene retos propios y el impacto de lo visual, de Instagram, por ejemplo, requiere que se forme a las nuevas generaciones en su gestión desde la infancia. Lahera explica que tenemos ante nosotros "el reto en los centros educativos de hacer una labor de prevención. Lo han hecho otros países y tenemos que imitar a Australia y a Reino Unido, por ejemplo. Han hecho intervenciones en las escuelas a través de la educación social afectiva".
Lo que pone de manifiesto que la atención primaria no es el único muro de contención. Desde los centros educativos se puede construir otro muro. Incluir la figura de un psicólogo que pueda detectar anomalías en los más jóvenes y derivarlos antes de que se complique más el caso. Lahera subraya que "hay muchos adolescentes con poca tolerancia a la frustración, con comportamientos violentos, con ausencia de las herramientas adecuadas en las relaciones sociales... Ingredientes para que emerja una psicopatología".
Australia y a Reino Unido han hecho intervenciones en las escuelas a través de la educación social afectiva
Hoy día es una quimera que un centro educativo se pueda permitir esta figura, Errejón recuerda que sólo en algunos colegios privados pueden tenerla. "En mi colegio público había un psicopedagogo o un orientador. Te veía tres minutos si te habías pegado en el patio, te preguntaba si tenías problemas en casa... poco más". El psiquiatra asiente ante esta situación cotidiana, pero subraya la importancia de esta "forma de prevención, de una inversión necesaria para evitar el colapso".
Lahera, en este punto, celebra el actual "reconocimiento de la especialidad en Psiquiatría infantil y adolescente, que llevamos 20 años persiguiendo". Pero una vez dado este paso, "hay que apostar por recursos que sirvan para dotarla de sentido. No te quedes sólo en eso. Da fluidez a los recursos entre la atención especializada en el hospital, el centro educativo y primaria".
A este cóctel de ingredientes en los trastornos en salud mental le faltaba uno: el problema de las adicciones. Errejón al inicio de la conversación con Lahera ya lo dejó caer.
- Todo el mundo conoce a alguien que necesita algo para dormir, para relajarse... Gente que no concibe el fin de semana sin prescindir del alcohol... Y no sólo de sustancias podemos hablar, sino de otras formas como son las nuevas tecnologías. Yo, para relajarme, meto el móvil en un cajón. Porque si lo cojo para contestar a mi jefe de prensa, ya hago lo mismo con otros tantos y cuando me doy cuenta llevo más de una hora... [y repite una y otra vez el gesto de deslizar el dedo por una pantalla del móvil].
De este modo, entra en escena una adicción ya clásica del siglo XXI: las pantallas, y todo el contenido al que desde ellas se accede. Lahera lo tiene claro: "La relación de los niños con las pantallas es también una oportunidad para la prevención. Está claro que el excesivo tiempo dedicado a ellas en niños de 5 a 9 años se asocia al trastorno por déficit de atención e hiperactividad y alteraciones en la conducta. Pero si nos ocurre a nosotros, si a ti te ocurre, ¡cómo no le va a pasar a un cerebro en formación!".
Educación y sensibilidad social. Esto último también es necesario. Sobre todo, cuando aparece en la conversación otra de las adicciones con alto impacto clínico y social, como la ludopatía.
I. E. Un día iba por la calle y vi un local de una casa de apuestas junto a un centro de adicciones.
G. L. Ese es el problema.
I. E. ¿Es que nadie se dio cuenta de que esto no debe ser así? ¿Quién dio la licencia? Porque ahí entras y los chavales tienen acceso a una cerveza por un euro o con sándwich mixto por dos euros.
El excesivo tiempo dedicado a las pantallas en niños de 5 a 9 años se asocia a TDAH y alteraciones en la conducta
Los dos se miran y detectan que no hay un problema, sino muchos. Que, desde la Psiquiatría, como dice Errejón "no puede abarcarse todo". Y Lahera sostiene que "para que podamos se tiene que contar con el apoyo de los profesionales. No vale hacer una ley, hay que tenernos en cuenta. Este plan debe estar hecho por expertos con una experiencia, basándonos en la evidencia de aspectos que ya han funcionado en otros países".
Quizás este sea el primer paso. Y a veces cuesta darlo o un tropiezo de la fortuna nos hace dar con la clave. Aquí, este año han confluido todos estos factores para que se avance en materia de Salud Mental. Para que cuando se diga que "10 personas se suicidan al día en nuestro país", la cifra no resulte fría y cale el mensaje de que estamos ante un problema que urge tratar.
Visibilizar, sí, pero con sensibilidad. "El periodismo de calidad riguroso, no morboso, que no dé detalles sobre cómo se ha producido, que siempre mande un mensaje positivo y de prevención, que contextualice que no culpabilice la víctima, que salva vidas", subraya Lahera.
- ¿Cómo sabes que la iniciativa que has propuesto triunfa?, pregunta el psiquiatra.
- Cuando una idea deja de ser tuya. Es una cosa curiosa porque en realidad el triunfo tiene un regusto como contradictorio porque dices: "Joder, lo iniciamos y no hay recompensa", contesta el político sabiendo para sí que ellos dieron el primer paso.
Sin embargo, de momento la Proposición No de Ley que insta a la actualización de la Estrategia de Salud Mental se torna tibia y tras esta conversación queda patente que ambos concluyen que se debe priorizar el abordaje, pero a través de un compromiso firme que se traduzca en un plan nacional con recursos económicos suficientes.
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