Los corticoides son un activo muy valioso en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias. Pero debido a sus efectos adversos, y en especial con los orales, su uso se evita o se restringe a periodos cortos de tiempo y como terapia de rescate. En el caso concreto de la dermatitis atópica, el papel de estos fármacos sistémicos no se investigado de forma exhaustiva y faltan datos sobre la duración óptima del tratamiento.
Este es el punto de partida de un nuevo estudio publicado en JAMA Network Open, firmado por investigadores surcoreanos, británicos y canadienses, que aporta luz sobre la relación que existe entre el uso a largo plazo de estos medicamentos y el desarrollo de efectos adversos en pacientes adultos con dermatitis atópica.
Para este estudio, con un diseño de casos y controles anidados, los investigadores utilizaron una base de datos sanitaria de Corea del Sur. El equipo de Yong Hyun Jang, de la Universidad Nacional de Kyungpook, evaluó el riesgo del uso a largo plazo, teniendo en cuenta la prescripción para 30 días o más al año, o partir de 90 días de tratamiento anuales.
En concreto, los investigadores analizaron la probabilidad de desarrollar un resultado compuesto de osteoporosis, fracturas, diabetes, hiperlipidemia, hipertensión, infarto de miocardio, ictus, insuficiencia cardíaca, necrosis avascular, cataratas y glaucoma.
Datos de un millón de pacientes
De una muestra de 1.025.270 pacientes con dermatitis atópica entre 2013 y 2020, se compararon 164.809 casos (con edad media de 39,4 años y 56,9% mujeres) con 328.303 controles (39,3 años y 56,9% mujeres).
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