Las reales academias, hijas del espíritu de la Ilustración y constituidas bajo el amparo de la Corona, surgieron en España en el siglo XVIII como centros de cultivo del saber y de difusión del conocimiento en paralelo a las viejas universidades. Históricamente fueron, y siguen siendo hoy, entidades llamadas a representar la excelencia en los diversos campos de las ciencias, las artes y las humanidades. Sus valores esenciales son, por un lado, la categoría de sus miembros ¾por regla general, de gran valía intelectual y científica¾, y por otro, su estabilidad e independencia frente a intereses económicos o políticos.
El Instituto de España se creó por impulso de Eugenio d’Ors a imitación del Instituto de Francia, con la intención de formar una especie de «senado de la cultura española». Los decretos de 8 de diciembre de 1937 y 1 de enero de 1938 publicados en el Boletín Oficial del Estado daban cuenta de la constitución de una institución que agruparía a seis academias de ámbito nacional y recuperaban para ellas el título de «reales» que habían tenido hasta la Segunda República. El Instituto de España se constituyó formalmente en la reunión fundacional celebrada el 27 de diciembre de 1937 en Burgos, capital del bando nacional durante la Guerra Civil. Y la primera reunión solemne de las reales academias que lo integraban tuvo lugar el 6 de enero de 1938 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca.
Con fecha 2 de enero de 1938, pasaban a integrar el Instituto de España seis reales academias de ámbito nacional; a saber: la Real Academia Española (lema: «Limpia, fija y da esplendor»), fundada el 3 de agosto de 1713; la Real Academia de la Historia (lema: Nox fugit historiæ lumen dum fulget iberis [«La noche huye, mientras brilla para los iberos la luz de la historia»]), fundada el 17 de junio de 1738; la Real Academia de Belllas Artes de San Fernando (sin lema, hasta donde yo sé), fundada el 13 de julio de 1744; la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (lema: «Observación y cálculo»), fundada el 25 de febrero de 1847; la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (lema: Verum, justum, pulchrum [«Verdadero, justo, hermoso»]), fundada el 30 de septiembre de 1857; y la Real Academia Nacional de Medicina (lema: Ars cum natura ad salutem conspirans [«El arte colaborando con la naturaleza en pro de la salud»]), fundada el 28 de abril de 1861.
El 26 de septiembre de 1946, se sumaron al Instituto de España otras dos academias más: la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (sin lema, hasta donde yo sé), fundada el 20 de febrero de 1763 como Real Academia de Leyes de estos Reynos y de Derecho Público; y la Real Academia Nacional de Farmacia (lema: Medicamenta non mella [«El medicamento no es nocivo»]), fundada el 6 de enero de 1932. El 14 de julio de 2015 se sumó una novena: la Real Academia de Ingeniería de España (lema: Scientia ingenium homini [«El conocimiento es connatural al hombre»]), fundada el 29 de abril de 1994. Y el 24 de marzo de 2017, la décima y última por el momento: la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (lema: Utraque unum [«Ambos son uno»]), fundada el 1 de octubre de 1940 y con sede en Barcelona, lo que la convierte en la primera y única academia del Instituto de España alojada fuera de Madrid.
Estas diez reales academias de ámbito nacional suman una nutrida colección de obras de consulta —en gran parte de acceso libre y gratuito— que me propongo presentarles de manera sucinta el lunes próximo. ♦
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Continúa en: «Obras de consulta del Instituto de España (y II)»
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