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viernes, 19 de julio de 2024

Lenguaje claro: hacia una comunicación en salud más comprensible

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Vie, 19/07/2024 - 08:48
Firma invitada: Paula Torres

El reciente interés por humanizar el proceso de la comunicación en entornos sanitarios ha abierto nuevas líneas de investigación como el estudio de las diferentes situaciones comunicativas que pueden tener lugar o el uso que hacen los especialistas del lenguaje desde la perspectiva del paciente. Respecto a este último, muchas son las organizaciones sobre salud (p. ej., American Cancer Society y National Institutes of Health) que han intentado adecuar el lenguaje de sus publicaciones con el fin de adaptar la información para los pacientes. No obstante, estas técnicas o estrategias no se emplean de forma aislada ni han surgido recientemente, sino que forman parte del movimiento Plain Language (en español, «lenguaje claro»).

El concepto de lenguaje claro tiene una larga tradición proveniente del mundo angloparlante hacia mitad del siglo XX, cuando se publicaron las primeras propuestas en los libros Marks of a Readable Style (1949) y The Art of Readable Writing (1951) de Rudolf Flesch, en los que defiende la capacitación de las personas con bajos niveles de alfabetización. El movimiento comenzó a consolidarse en el año 1979, cuando la fundadora de esta disciplina, Chrissie Maher, creó la página web Plain English Campaign junto a Martin Cutts para promover el uso de un lenguaje sencillo y comprensible en los documentos oficiales de carácter jurídico y administrativo. Posteriormente, en 1983 se fundó en el Reino Unido la primera asociación sobre comunicación clara orientada exclusivamente al ámbito jurídico: Clarity International. A partir de este momento, el movimiento comenzó a expandirse al resto de ámbitos en los que el lenguaje pudiese suponer una barrera lingüística entre los usuarios.

Por ello, en 1994 se creó la primera red de empleados federales estadounidenses: Plain Language Action and Information Network (PLAIN). Tan solo un año después, en el Reino Unido se creó la Plain Language Association International (PLAIN).

No obstante, el movimiento de lenguaje claro ha traspasado fronteras y se ha expandido a otros países del mundo como Canadá (1971), Suecia (1976) o Francia (2002). En España, las investigaciones sobre lenguaje claro se encuentran en auge y van destinadas, en su mayoría, a ámbitos como el derecho o la medicina. Pese a que las bases del movimiento se han mantenido, el concepto ha adquirido diferentes denominaciones como «lenguaje llano», «comunicación clara», «lenguaje sencillo» y «lenguaje claro». En cuanto a las principales manifestaciones, cabe mencionar la página web Comunicación clara, impulsada por Estrella Montolío y Mario Tascón y desarrollada por Prodigioso Volcán. Asimismo, se han desarrollado herramientas informáticas como arText¸ un sistema informático de redacción gratuito impulsado por Iria Da Cunha, o Clara, un sistema de inteligencia artificial que permite medir el grado de claridad de los textos escritos en español, desarrollado también por Prodigioso Volcán. En 2022, además, se creó la Red Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible, impulsada por la Real Academia Española, que celebró los pasados 20 y 21 de mayo en Madrid la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible.

En el ámbito de la salud, el lenguaje claro constituye una herramienta fundamental para superar las barreras que existen en la comunicación entre médico y paciente. Estas barreras se deben a la falta de conocimientos médicos por parte de los pacientes y el alto grado de especialización, en los que abunda la terminología médica. Por ello, es necesario llevar a cabo un proceso de simplificación con el acortamiento de oraciones, el uso de términos menos técnicos y más propios del lenguaje común, incluir explicaciones y sinónimos e, incluso, poner a disposición del paciente recursos multimodales como infografías o ilustraciones.

Sin duda, la aplicación del lenguaje claro en salud ayuda a mejorar la calidad de la atención médica. Pese a que su puesta en práctica es un proceso largo y arduo, es importante seguir creando este tipo de herramientas y guías de buenas prácticas que ayuden no solo al paciente, sino también a todo profesional médico o biosanitario para comunicarse de forma más comprensible.

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Paula Torres López es traductora e investigadora del grupo HUM-947 «Texto, ciencia y traducción»; máster en traducción médico-sanitaria por la Universidad Jaime I (UJI).

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