El Consejo General de COF y el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) están impartiendo desde el pasado mes de junio una serie de webinars que han tenido como objetivo proporcionar a los farmacéuticos los conocimientos básicos que les permitan detectar y abordar la soledad no deseada en las personas que atienden.
En una de estas formaciones fue impartida por Andrés Losada, catedrático de Psicología Clínica Universidad Rey Juan Carlos y vicepresidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, que abordó los indicadores indirectos que hacen sospechar casos de soledad no deseada y que pueden ser útiles para hacer una primera detección a pie de mostrador, más allá de las escalas, "que existen y son de gran utilidad, pero tienen limitaciones, pues, por ejemplo, no evalúan los aspectos culturales de nuestro país".
Losada aclaró la diferencia entre soledad subjetiva y la soledad objetiva o aislamiento social. "La soledad es un estado psicológico subjetivo, con sensaciones negativas, como definió en su día John Cacioppo, profesor de Psicología en la Universidad de Chicago, quien hablaba de sentimientos como sufrimiento, vacío, pérdida de control.... Esto difiere de lo que es el aislamiento social, como un indicador objetivo de alguien que vive solo y que, por tanto, tiene falta de red social e implicación con otras personas".
Eso sí, el experto dijo que ambas realidades pueden confluir a la vez, como se comprobó en un estudio realizado en 2012. Y esto "incrementa la gravedad de la soledad".
Metáfora del limón dulce
Un problema a la hora de detectar la soledad es que a muchas personas les cuenta hablar de ello. "Mucha gente que siente soledad no dice que se siente así". Y se planteó la siguiente pregunta: ¿Cómo el farmacéutico puede saber si la persona está sola si al preguntar lo niega?. Y dio la solución: "Aquí utilizamos la metáfora del limón dulce. ¿Qué es? Pues nos imaginamos un limón, si lo echamos en la boca, ¿qué cara pondríamos? Pondríamos una cara casi de dolor. Entonces, cuando le preguntamos a alguien que qué tal está y nos dice con esa cara de dolor que muy bien o bien, podemos rascar un poco más y hablar más con ella porque se puede intuir que pasa algo que no cuenta y sacar que tiene soledad u otro problema".
También hizo referencia a un concepto: el autoedadismo o las autopercepciones sobre el envejecimiento. "La sociedad, en terminos generales, es muy edadista, que es mantener ideas negativas o trato inadecuado o no ajustado a lo que sería deseable hacia las personas por su edad, ya sean mayores, jóvenes o adolescentes. Por tanto, como nos han ido señalando que la vejez está asociada a cuestiones muy negativas, cuando uno llega a la vejez y se siente solo, muchas personas creen que es lo normal, porque durante toda su vida han oído que es así, cuando la realidad no es esa".
Analizando ya esos indicadores indirectos de soledad no deseada en los que el farmacéutico puede fijarse habló de varios: ser una persona mayor, ser cuidador, vivir solo, dedicar muchas horas al trabajo, la jubilación, la falta de una actividad de interés y tener un nivel socioeconómico bajo.
Mayores
Respecto a las personas mayores, el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos aclaró que hay que tener en cuenta que la edad es una cuestión muy subjetiva, pues puede que haya personas que tengan 40 años y se sientan como una persona mayor.
Aclarado esto, destacó que muchas personas mayores se sienten que son una carga para los demás y se culpabilizan por ello y eso es un indicador de soledad, porque "hace que se esté desconectando de otras personas".
Según datos aportados por el experto de un estudio internacional, "el 96% de las personas mayores que están en residencias se siente sola". En España, este porcentaje baja al 71%. En cualquier caso, "este dato duele", lamentó. Por eso, subrayó la importancia de estar pendientes de personas que están en esa transición de ir a una residencia.
Y no solo ir a una residencia es un factor de riesgo de soledad sino también cambiar de vivienda. Cuando una persona mayor se va a vivir con un hijo, por ejemplo, "tiene mucho riesgo de entrar en clara vulnerabilidad". En este punto aclaró que él no pretende culpabilizar a los hijos, "pues cada uno lo hace lo que puede y no siempre lo tiene fácil", sino que ese cambio le supone dejar su entorno habitual donde conocía a más gente".
Losada describió que cuando uno envejece tiene que hacer frente a muchas pérdidas, sobre todo afectivas, refiriéndose sobre todo a la viudedad, lo que es otro factor asociado a soledad, porque es "un interruptor de desajuste emocional". Y aquí alertó de no caer en la idea de que a esa edad uno se acostumbra a sufrir pérdidas. "¿Realmente uno se acostumbra a eso? -se planteó- Cuando le preguntas a alguien que con cuántos años se murió su mujer y responde que con 80, mucha gente puede pensar que no es lo mismo que si muere joven. Pero el sufrimiento es el mismo porque seguro que llevaban 50 o 60 años casados".
Pero no solo mencionó las pérdidas afectivas sino también las materiales, como perder el trabajo por la jubilación. "Te cortan los ingresos económicos, que es algo sustancial, y tu actividad diaria", añadió.
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