El vitíligo, enfermedad crónica autoinmune que provoca despigmentación en la piel, afecta hasta al 1,6% de la población mundial, tanto a niños como a adultos de ambos sexos. En España, se considera que la padece hasta un 1% de personas.
En el 50% de los casos, la patología debuta antes de los 30 años y, desde luego, no se trata de una enfermedad estética. Tiene una base inmunológica que todavía no se ha descifrado. En un 8% de casos puede ser de carácter familiar, pero también se piensa que factores ambientales, como la contaminación o la exposición a ácaros, por ejemplo, pueden jugar algún papel en su origen alterando la normal actividad de los melanocitos.
La enfermedad puede ir asociada a comorbilidades como alteraciones autoinmunes, especialmente tiroideas, anemia perniciosa, alopecia areata, diabetes, artritis reumatoide o psoriasis, entre otras.
La piel, no obstante, es el órgano de mayor impacto y 'carta de presentación' de los afectados de los que más del 50% -algunos análisis lo cifran hasta en un 90%-, declaran haber sido diagnosticadas de algún trastorno mental, como depresión o ansiedad, derivado del hecho de presentar vitíligo.
En concreto, "una de cada tres personas con vitíligo es diagnosticada de depresión y tres de cada diez tienen ansiedad, sin olvidar la elevada frecuencia de los problemas del sueño. Lógicamente, la presencia de manchas blancas en la cara y en otras partes del cuerpo repercute en la imagen de los pacientes, afectando a las esferas personal, familiar y laboral", señala José Luis López Estebaranz, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, en Madrid, que participa en la campaña 'Vitíligo: más allá de lo que se ve', puesta en marcha por la biofarmacéutica Incyte y que cuenta con el apoyo de la Asociación de Pacientes de Vitíligo (Aspavit) y de la Fundación Piel Sana de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Baja autoestima, aislamiento, 'bulling' y estigma
A pesar de que esta patología no pone en riesgo la vida del paciente, sí tiene una importante repercusión en su calidad de vida, según Luis Ponce de León, presidente de Aspavit, quien indica que el cambio constante que se produce en el organismo debido a la despigmentación, más allá de la estética, afecta mentalmente. "La adolescencia, por ejemplo, suele ser la peor etapa. Muchos de los jóvenes sufren 'bulling' por su enfermedad y no es infrecuente escuchar calificativos como 'vaca lechera' o 'dálmata', lo que contribuye a una baja autoestima y al aislamiento social”.
La adolescencia suele ser la peor etapa. Muchos de los jóvenes sufren 'bulling' por su enfermedad, lo que socava su autoestima y lleva al aislamiento social
Además, y según subraya Pérez Estebaranz, acciones cotidianas como bañarse en la playa o la piscina o ir al gimnasio “se convierten en un reto para los afectados. Incluso se mantienen mitos como que la enfermedad es contagiosa, lo que provoca rechazo".
Sobre si el desarrollo de depresión o ansiedad pueden influir en la aparición de vitíligo o de sus brotes, el dermatólogo explica que ·se desconoce si hay una relación directa. Lo que sí se ha observado es que en las enfermedades de base inmune existen mayores tasas de depresión y ansiedad. Lógicamente, en el caso de esta patología 'tan visual', los alteraciones mentales pueden ser más frecuentes".
Además del estigma social, los afectados de vitíligo también ven como su calidad de vida disminuye porque tienen que estar pendientes de su evolución, fenómeno a lo que se une, por desconocimiento, el que hasta un 60% de profesionales sanitarios transmite a sus pacientes que no pueden ser tratados, según datos de un estudio europeo llevado a cabo entre Atención Primaria y Dermatología.
"Este hecho hace que muchos 'tiren la toalla' y se frustren aún más”, indica Ponce de León. "En este punto hay que realizar una profunda reflexión porque siempre se puede aplicar algún tipo de tratamiento", subraya López Estebaranz.
En este sentido, el profesional destaca tres aspectos básicos en este sentido: "cada vez se avanza más en el conocimiento de la enfermedad, lo que a su vez supone que existen distintas estrategias terapéuticas que, en último término, también van a repercutir en la mejora de las comorbilidades".
Cada vez se avanza más en la etiopatogenia de la enfermedad, lo que conduce al mayor desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas
El vitíligo va cursando con fases activas y el objetivo es repigmentar al paciente y controlar su evolución. A pesar de que no existe actualmente una terapia curativa, los avances en su etiopatogenia y en el desarrollo terapéutico han permitido un buen control de los pacientes afectados.
Dependiendo de la extensión de la enfermedad, las guías de consenso marcan diferentes abordajes cuyo primer objetivo es frenar el brote activo para pasar después a la repigmentación cutánea.
"Actualmente se emplean inmunosupresores en combinación con fototerapia, lámparas de exímeros, inhibidores de la calcineurina, entre otros. También existe trasplante autólogo de melanocitos, con mayor desarrollo en otros países de nuestro entorno. En resumen; se recurre a todas las posibilidades de tratamiento".
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