Uno de los grandes retos actuales de la Medicina es comprender mejor el funcionamiento del órgano más misterioso, el cerebro. Sigue siendo un enorme desafío científico y falta mucho por entender, pero se ha avanzado mucho en su conocimiento. Por ejemplo, hasta no hace tanto se pensaba que no se regeneraba y hoy en día sabemos que incluso en el cerebro de los adultos existe regeneración y también hay plasticidad. Actualmente también somos capaces de registrar miles de células a la vez, poblaciones de células, y saber lo que están haciendo y hay sistemas de un gran número de electrodos para interaccionar con el cerebro.
"Registro y estimulación es comunicarnos de manera bidireccional, escuchar lo que hace el cerebro y hablarle en su propio idioma, eso ya se está haciendo", explica Eduardo Fernández Jover, director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche y del Grupo de Neuroingeniería Biomédica del CIBER-BBN. Esto no es completamente nuevo, según indica Fernández, "los electrodos para estimulación profunda en pacientes de Parkinson se llevan utilizando ya más de 25 años. No es tan novedoso, pero ahora lo hacemos mejor porque hemos aprendido muchas cosas y sabemos cómo modular mejor la estimulación".
Eso nos lleva también a darnos cuenta de las limitaciones de estos sistemas, como la biocompatibilidad. "Todos estos sistemas deberían sobrevivir dentro del organismo, en este caso en el tejido nervioso, durante largos períodos de tiempo sin degradarse, que funcione todo bien, que no haya ningún tipo de rechazo y esa biocompatibilidad a largo plazo sigue siendo todavía un problema. Está mejorando mucho, cada vez tenemos sistemas de electrodos que son más biocompatibles. Por ejemplo, se está tendiendo a electrodos flexibles, más blanditos, a recubrirlos para que la superficie sea mejor aceptada por el entorno orgánico, incluso hay muchos grupos que ya están recubriéndolos con sustancias o moléculas similares o procedentes de la matriz extracelular, que es lo que rodea a todas las células, y eso mejora en cierta medida la biocompatibilidad", indica Fernández.
El especialista trabaja en su laboratorio precisamente en estimulación con electrodos enfocada a personas con discapacidad visual. El Proyecto Cortivis se encarga de desarrollar diferentes prototipos en el campo de la rehabilitación visual y demostrar la viabilidad de una neuroprótesis cortical conectada a la corteza visual como medio para restaurar la visión de una manera limitada pero útil en personas totalmente ciegas. Aunque Fernández insiste una y otra vez en que no quiere crear falsas expectativas porque, si bien los resultados son prometedores, "estas tecnologías hoy por hoy no son capaces de conseguir que una persona ciega tenga el mismo tipo de visión que tenía antes. Damos información útil, pero no es ver".
Matriz de cien electrodos
Esta neuroprótesis cortical basada en microelectrodos intracorticales puede ayudar a personas ciegas o con baja visión residual a mejorar su movilidad y a percibir el entorno que les rodea y orientarse en él. Es útil para personas con enfermedades degenerativas de la retina muy avanzadas, glaucoma, afectación del nervio óptico o alteraciones de las vías visuales, casos para los que no existen tratamientos médicos.
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