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viernes, 8 de noviembre de 2024

Relatos de una intérprete médica en Nueva York (y II)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Vie, 08/11/2024 - 08:34
Citas literarias

Siguen cuatro nuevos minirrelatos extraídos del libro Un pájaro bajo la cama: historias médicas de Nueva York (2023), de Nuria Mendoza, pediatra e intérprete médica en Nueva York:

Subjuntivo

―Me preocupa que tiene una infección en los ojos. Póngale estas gotas.

La madre aún no ha visto a su hijo, recién operado de estrabismo. La oftalmóloga ha aparecido en la sala de espera como una venus en pijama verde quirófano. Habla español y quiere practicarlo, así que no usa los servicios de la intérprete (que soy yo). Le cuenta que todo ha ido bien con tono optimista, pero la madre la interrumpe.

―¿Y de dónde viene la infección? ¡No lo entiendo! Mi niño estaba sanito cuando entró en el quirófano. ¿Cómo es que se contagió? Ay, Señor, Señor. ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Y es muy grave, doctora? ―lo dice casi sin respirar, angustiada por esa complicación que no esperaba.

La oftalmóloga me mira, lost in translation. No entiende esa cascada nerviosa de preguntas. Le preocupa, en realidad, que TENGA una infección. El colirio sirve para prevenir que eso ocurra. El subjuntivo ―que no usó― expresa una posibilidad. Un tiempo verbal lo cambia todo.

Cuánta sutileza cabe en unas pocas palabras.

Calcetines

Las carcajadas del paciente ante una frase tan poco humorística como put your socks on hacen que la fisio me mire con desconfianza, aunque nada más decir calcetines, cuando aún voy por la última sílaba, ya me he dado cuenta de que él probablemente lo llamará media, o quizás calceta, y aunque me he corregido a la velocidad del rayo, más rápidas aún son las carcajadas del paciente guasón que me dice, divertidísimo, que calcetines le suena a calzoncillos y me pregunta entre risas de dónde tú eres, de qué parte de España, porque es innegable que vienes de la Madre Patria, y me guiña un ojo ante el desconcierto de la fisioterapeuta, que se pregunta qué chiste habré contado, cuando ella solo quería ―y es un asunto muy serio― evitar que el paciente resbalara durante la terapia.

Síndrome de Edwards

La obstetra le ha explicado que su hijo tiene una anomalía en el cromosoma 18. Ha usado palabras sencillas para contarle los problemas que tendrá el bebé al nacer, y preguntarle luego si quiere (o no) que lo reanime, en el caso improbable de que viva hasta el nacimiento.

Honorina se revuelve en la silla, no contesta. Es menuda y luce una panza mucho menor de lo que podría esperarse a los ocho meses de embarazo. Tiene chapetas en las mejillas y una única trenza, que le llega hasta la cintura. Viene sola, nos cuenta que el marido no pudo pedir el día libre para acompañarla.

―Entiendo que es una decisión difícil ―reconoce la doctora, para quebrar su silencio. Espera un poco y, como sigue sin contestar, la anima a hacer alguna pregunta.

―¿Está segura, doctorcita?

―Casi nunca digo que estoy cien por cien segura. Pero, en este caso, la amniocentesis confirma el diagnóstico. Así que sí, estoy segura ―responde, mirándola con firmeza.

―Ah, ya. Pero por fuera se ve todo bien ―dice la mujer, acariciándose la tripa en círculos. Sacude la cabeza―. Yo creo que la guagua va a estar sanita, pues.

Oftalmología

―Buen día. Vengo para que me dé otros lentes, que con estos no veo ni tantito.

―No es cuestión de cambiar de gafas, por desgracia. El problema es que usted tiene una lesión permanente en la parte posterior del ojo, en la retina.

―¿No se puede hacer nada, entonces?

―No. No puedo ayudarla. Ojalá pudiera, pero es demasiado tarde.

―¿Y qué tal si me da otros lentes?

―No le servirían. La degeneración macular está muy avanzada.

―Ajá. Pero tal vez, si usted me cambia los lentes…

―Sería inútil. La pérdida de visión es irreversible. No hay solución.

―Híjole. Tan importante que es la vista.

―Sí que lo es. Lo siento (susurrando desde el fondo de la consulta, de espaldas a la paciente, mirando la pantalla del ordenador).

―Esteee… ¿y no me va a cambiar los lentes, doctorcita? (el tono es suplicante, es la pregunta de quien se resiste a creer que no le hagan un pequeño favor que le serviría tanto).

―No, señora. N-a-d-a le va a devolver la visión, se lo aseguro. Si hubiera venido antes, tal vez. Pero ahora es imposible, no tiene remedio.

―Ah, ya.

―No va a recuperar la vista, ¿me entiende? Está dañada. Para siempre.

―Y… ¿no cree que vería mejor con otros lentes?

―¡Pues no! Buenos días.

Off Fernando A. Navarro Off

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