En el siglo XX, la viruela acabó con la vida de 300 millones de personas. Esta fue una de las enfermedades más temidas del mundo por ser altamente contagiosa y por las secuelas que dejaba en los supervivientes. En el año 1980, tras una campaña global de vacunación que duró décadas, la OMS declaró que la viruela había sido erradicada a nivel mundial.
Este es sólo uno de los ejemplos de la importancia de las campañas de vacunación y del impacto que pueden tener sobre la salud global. Mientras otras muchas enfermedades como la poliomielitis sí han sido erradicadas, otras como tétanos, sarampión, difteria o disentería, ven reducida su incidencia y mortalidad por el impacto directo de las vacunas. Una enseñanza clave que es la base de la estrategia actual contra la covid-19.
Sobre los retos que supone la erradicación de determinadas enfermedades y el acceso a las vacunas, debatieron el epidemiólogo Pedro Alonso, director del Programa Mundial de Malaria de la Organización Mundial de la Salud y miembro del Comité Científico de Fundación La Caixa, junto a la científica Regina Rabinovich, directora de la Iniciativa de Eliminación de la Malaria del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), y profesora residente en la Universidad de Harvard, en un encuentro organizado por Fundación La Caixa.
La pandemia global de covid-19 ha eclipsado a otras enfermedades con las que el ser humano lleva luchando años, como es el caso de la malaria, que afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo y causa 600.000 muertes anuales. Por tratarse de una enfermedad endémica en África, el acceso a los tratamientos e incluso la propia investigación se enfrenta a diferentes obstáculos como la financiación o el transporte.
“Puede costar entre 500 y 700 millones de dólares desarrollar una vacuna, pero ahora tenemos algo con lo que no contábamos hace 20 años, el fondo mundial”, destacó Rabinovich. Hay diferentes actores como empresas privadas o institutos de salud nacionales, que influyen y colaboran en este proceso de erradicación de la malaria que, según explica la científica, varios países africanos están a punto de conseguir gracias a una inyección suministrada a temprana edad.
Proyecto piloto
Hoy es el Día Mundial del Paludismo y este mismo mes se han dado a conocer las primeras conclusiones del proyecto piloto de vacunación de la malaria en África. Revelan que la vacuna frente a la malaria, conocida como RTS,S, ha llegado ya a administrarse en más de 650.000 niños de Kenia, Ghana y Malawi.
Esta protección, combinada con otras intervenciones para el control de la malaria que se llevan a cabo actualmente, tiene potencial suficiente como para salvar miles de vidas al año, teniendo en cuenta que las herramientas existentes han evitado más de 7 millones de muertes y 1.500 millones de casos de esta enfermedad.
“Dado que en las vacunas contra la covid manejamos porcentajes cercanos al 90% de efectividad, el casi 50% que se alcanza con la RTS,S requiere de otras medidas complementarias para acercarse al cien por cien de efectividad contra la malaria, como serían, por ejemplo, las trampas contra mosquitos o el uso de fármacos”, subrayó la directora de la Iniciativa de Eliminación de la Malaria.
Este programa piloto al que se dio luz verde en 2019 ha sufrido el impacto de la pandemia de covid de manera directa, del mismo modo que se han producido repercusiones en lo que se refiere al tratamiento habitual de la malaria. Por ejemplo, Rabinovich contó que los contenedores con las mosquiteras y las trampas con insecticida, con las que se protege la población en sus casas de los mosquitos que transmiten la malaria, quedaron paralizados en los meses de marzo y abril del año pasado por la pandemia.
Un parón que también afectó al transporte de fármacos y al tratamiento de otras enfermedades, sobre todo “al principio de la pandemia, cuando se cerraron las fronteras y se indicó a la población que no fuera a las clínicas si no era por una dolencia seria, provocando que muchos niños murieran en casa al no ser tratados”, subrayó la investigadora.
Covid-19
Los conocimientos aprendidos durante el desarrollo e implantación de los tratamientos contra la malaria son aplicables a otra enfermedad que sí ocupa titulares todos los días, la covid-19. “La OMS está examinando, junto al Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, el uso de ivermectina para el tratamiento de pacientes con SARS-CoV-2. El estudio piloto que hicimos en España indicó que había diferencias entre el grupo que recibió este fármaco y el que no”, señaló Regina Rabinovich.
Este medicamento mata artrópodos que se alimentan de los individuos que han sido tratados, incluyendo el mosquito Anopheles que transmite la malaria. Sin embargo, sus efectos son a medio o corto plazo. El compuesto ya había sido utilizado a nivel mundial para tratar otras infecciones, como la oncocercosis y la filariasis linfática, lo que, según afirmó Rabinovich, lo convertía en un buen candidato contra la covid.
“Lo que se necesita para apoyar a una recomendación global de este medicamento es conocer en qué fase de la enfermedad es efectivo y en qué cantidad, ya que es peligrosa en grandes dosis”, explicó la investigadora.
En parte de latinoamérica se usan ivermectina e hidroxicloroquina veterinarias para tratar humanos
En la actualidad, hay estudios grandes para tratar de despejar estas incógnitas, que probablemente comiencen a hacer públicos los primeros resultados durante el próximo verano, señaló la científica.
Estos tratamientos se están realizando dentro de ensayos clínicos pero, según revela la investigadora, en algunos lugares de Latinoamérica se están vendiendo hidroxicloroquina e ivermectina de uso veterinario para tratar humanos. “La gente está desesperada, y esa ansiedad les lleva a tratarse con medicamentos diseñados para animales que, además de tener más impurezas, también están formulados en una concentración diferente”, sentenció Regina.
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