“¿Qué opináis de la suspensión de la vacuna de Janssen en Estados Unidos?” La pregunta se lanzaba a los ponentes de la mesa ‘Investigación traslacional: genómica y desarrollo de vacunas’ del 2º Congreso Nacional COVID-19.
Era una cuestión inevitable por dos razones. Una: acababa de saltar la noticia de la suspensión de la vacunación con la inmunización de Janssen en Estados Unidos (por sospecha de eventos adversos trombóticos similares a lo que se ha visto con la vacuna de AstraZeneca-Oxford). Y dos: la sesión reunía a algunos de los investigadores que mejor conocen al SARS-CoV-2, unos científicos que trabajan en sus laboratorios con este virus prácticamente desde que hizo acto de presencia. La oportunidad de contar con algo de luz entre la incertidumbre del devenir diario no se podía dejar pasar.
Adolfo García-Sastre , catedrático de Microbiología de la Facultad de Medicina Icahn en el Hospital Mount Sinai, de Nueva York, no dudó en destacar la efectividad de todas las vacunas contra la covid aprobadas. “El nivel de eficacia de cualquier es suficiente como para acabar la pandemia, si se inmuniza a un número de gente suficiente. Ahora bien, hay problemas de distribución, de insuficiencia de dosis, y de efectos adversos, que son muy limitados”.
El científico recordó que “no hay vacuna sin efecto adverso, y hasta ahora los efectos adversos de no ponérsela son mayores que los de recibirla”. Sobre la suspensión en suelo estadounidense de la vacunación con Janssen, García-Sastre apuntó que allí “la vacunación está tan avanzada que pueden permitirse el lujo de suspenderla con esta vacuna, porque tienen más dosis de la de Pfizer/BioNTech o la de Moderna. Es difícil que la sociedad lo entienda, porque lo que se ve es que determinadas vacunas se paran en unos países; en otros, se administra solo a una franja de edad… pero lo más importante es vacunarse con la que vacuna que esté disponible. Los retrasos están contribuyendo a que haya más hospitalizaciones y muertes de las que habría si nos vacunáramos más rápidamente”.
igual de rotunda se manifestó Sonia Zúñiga, investigadora del Centro Nacional de Biotecnologia (CNB-CSIC), en Madrid: “Acabamos de conocer que Australia no va a comprar vacunas basadas en adenovirus por si acaso, pero hay que entender que esta decisión se toma en un país con una incidencia determinada, que además está relativamente aislado, y se lo puede permitir”.
Sin embargo, recordó Zúñiga, para acabar con la pandemia hay que bajar los casos en todos los lugares del mundo. “Tenemos que usar todas las vacunas disponibles en este momento y las que vengan. Después, atendiendo a los datos científicos, podemos centrar algunas en una determinada franja de edad, pero eso se irá viendo con la evidencia científica”.
La mesa, moderada por Javier Buesa, del Hospital Clínico Universitario, de Valencia y Óscar Zaragoza, del Centro Nacional de Microbiología, contaba con la organización de la Sociedad Española de Virología (SEV) y la Sociedad Española de Microbiología (SEM). También han participado Laura Viñuela, del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, en Granada, y Antonio Martínez, de la Universidad Miguel Hernández, en Elche.
El laboratorio codirigido por Isabel Sola y Luis Enjuanes, donde investiga Sonia Zúñiga, continúa con sus trabajos para sacar adelante una vacuna con capacidad esterilizante, recordó la científica. “De las tres del Consejo, la nuestra es la más tardona”, admitió sonriendo. “Creo que si todo va bien podría estar lista a mediados del próximo año”. Hay que tener en cuenta que al entrar en escena las primeras vacunas, los ensayos con los siguientes candidatos no van a ser tan rápidos.
Por su parte García-Sastre aludió a otro candidato vacunal en cuyo desarrollo participa su grupo junto a otros equipos estadounidenses. La inmunización utiliza como vector el virus causante de la enfermedad de Newcastle, que afecta a las aves pero infecta sin causar enfermedad a los mamíferos. Ya se estudia en fase I en Vietnam y Tailandia, y esperan empezar pronto en México y Brasil.
García-Sastre también expuso datos sobre cómo la investigación en reposicionamiento de moléculas aprobadas o en fase de ensayo ha permitido identificar algunos posibles tratamientos para la covid. En concreto, su grupo participa en la detección del fármaco oncológico plitidepsina como candidato terapéutico prometedor para combatir la covid-19. El virólogo aludió a la diana del potencia antiviral, la proteína eEF1A, que emplea el coronavirus en su proceso de réplica; puesto que es una proteína que no cambia con las mutaciones del virus, confían en que siempre permita el bloqueo del patógeno.
Sobre las mutaciones se centró la ponencia de Iñaki Comas, del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC), centro que forma parte del Consorcio SEqCOVID, plataforma encargada de la epidemiología del SARS-CoV-2 en España.
Comas recordó que la variante B.1.1.7, mal conocida como británica, es ya la predominante en España. Para controlarla, “necesitamos más tiempo con medidas más estrictas”, pues se ha demostrado con otras variantes del SARS-CoV-2 en las sucesivas olas, apuntó el científico, que las medidas restrictivas son eficaces en ese control.
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