Derrick Rossi, licenciado en Genética Médica y Molecular por la Universidad de Toronto (Canadá) y doctorado por la Universidad de Helsinki (Finlandia) y fundador de Moderna augura un futuro absolutamente prometedor a la tecnología del ARN mensajero (ARNm), tanto en lo que a la generación de vacunas se refiere como también para el desarrollo de terapias.
Desde Oviedo, ciudad en la que recogerá el viernes el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, junto a otros seis investigadores, el fundador de Moderna ha explicado que se trata de una tecnología “elegante, sofisticada y versátil” que en el caso de las vacunas ha permitido a los científicos trabajar con “la rapidez del rayo”.
Una vacuna en 42 días, “increíble”
Esta característica de la rapidez es uno de los valores fundamentales de la tecnología de ARNm que permitió a Moderna poner a disposición de los hospitales para la realización de los ensayos una vacuna en solo 42 días. “Fue increíble, no hay precedentes en la historia de la Humanidad, sobre la obtención de un medicamento de una manera tan rápida y que se ha revelado como enormemente eficaz”, señaló Rossi.
Y esta tecnología de ARNm puede ser utilizada para expresar el antígeno de cualquier patógeno, por lo que Rossi se mostró rotundo al señalar que “el futuro de las vacunas va a pasar por aquí”, incluso para la lucha frente a patógenos que se han resistido durante años a la ciencia, entre los que puso el ejemplo de la malaria.
“Toda la industria de las vacunas y toda la industria farmacéutica se van a beneficiar de esta tecnología porque es muy eficaz”, aseguró y también se refirió a las posibilidades terapéuticas del ARN mensajero, “con ensayos clínicos ya en marcha y resultados iniciales “muy prometedores”.
Rossi ocupó diferentes puestos en la Facultad de Medicina de Harvard y en el Instituto de Células Madre de esta misma universidad hasta 2018. También ha sido investigador del Instituto de Enfermedades Inmunitarias (IDI) y del Programa de Medicina Celular y Molecular del Hospital Infantil de Boston. En 2010 fundó la empresa de biotecnología Moderna, para explotar su descubrimiento sobre la capacidad de transformar y reprogramar células madre pluripotentes gracias a tecnologías basadas en el ARNm. En 2015 fundó Intellia Therapeutics, que utiliza la edición génica con CRISPR para desarrollar nuevos fármacos para el tratamiento de enfermedades genéticas y en 2016 cofundó Magenta Therapeutics, centrada en el trasplante de células madre hematopoyéticas para el tratamiento de enfermedades autoinmunitarias, cánceres hematológicos y enfermedades genéticas. Cuenta con alrededor de 200 publicaciones, más de 20.000 citas, 21 patentes y un índice h de 59, según Scopus. Ha recibido entre otros premios el Pathways to Independence (PI) de los NIH, y el Robertson Investigator de la New York Stem Cell Foundation.
Por qué recibió la vacuna de Pfizer
Canadiense de nacimiento y residente en Estados Unidos Rossi aprovechó su intervención en Oviedo ante los medios de comunicación para desvelar que aunque pueda resultar sorprendente o paradógico recibió la vacuna de Pfizer frente a la covid-19, aún a pesar de haber sido el fundador de Moderna. La explicación es que cuando le llamaron del programa de vacunación en el Hospital Pediátrico de Boston en el que trabaja para ofrecer la vacuna, la que estaba disponible en ese centro en ese momento era la de Pfizer. “Seguramente a la semana siguiente tendrían la de Moderna pero me puse la que me ofrecieron”, comentó sonriente.
Y aprovechó para señalar que no hay por qué tener dudas sobre la eficacia o seguridad de un medicamento una vez que está aprobado por los organismos pertinentes. Y se mostró entre risas convencido de que “habrá oportunidad de recibir una vacuna de Moderna”.
Con respecto al precio de las vacunas y las dificultades de los muchos países pobres para acceder a las mismas, Derrick Rossi quiso desligar ambas cuestiones. “Las vacunas son baratas, son de los fármacos más económicos. Una terapia genética puede costar 50.000 o 100.000 dólares americanos, una vacuna 30 o 40 dólares. Lo que sucede es que algunas naciones no tienen capacidad para comprar 30 o 40 millones de vacunas para su población”.
La solución, desde su punto de vista, está en que los países ricos compren las vacunas y las donen a los países con más dificultades, “lo cual ya se está haciendo”. Y añadió que “si en una semana hubiéramos tenido la capacidad de producir 10.000 millones de vacunas habríamos resuelto el problema en siete días pero no tenemos esa capacidad y el problema está en el cuello de botella que se forma para la fabricación y la distribución”.
Sin evidencias sobre cuándo poner la tercera dosis
Con respecto a la necesidad de aplicación de una tercera dosis, Rossi dio por seguro que a medida que pasa el tiempo desde la inyección de la vacuna llega un momento en que la protección cae. Sin embargo, explicó que actualmente no se dispone de evidencias científicas sobre cuándo es el momento en el que esa inmunidad cae hasta un punto en el que la protección frene al riesgo de padecer una enfermedad grave ya es insuficiente.
En cuanto a obligar a la población no vacunada a recibir la inyección desveló tener una opinión “ambivalente, mezclada” y aunque se mostró convenido de que lo ideal sería que toda la población se vacunase reconoció el derecho de quien así lo decida a renunciar a la vacuna. No obstante, dejó claro que la opción de rechazar la inmunización “es muy negativa y está basada en informaciones erróneas. Si todo el mundo tuviera la información correcta esta situación no se daría.
En esta línea destacó como lo que más sorprende de la pandemia es la unidad conseguida por la humanidad y la comunidad científica “como nunca lo habían estado” pero también los ataques recibidos por la ciencia “desde cierta clase política que ha visto en la ciencia su enemigo”.
“Ver a anticientíficos convertidos en antivacunas es algo que me vuelve loco, cuando la ciencia dice que algo funciona es que lo hace, en los laboratorios hacemos todas las pruebas necesarias antes de decir si algo es real o no lo es, somos tremendamente críticos y cuando conseguimos un resultado vienen otros científicos para decir si es así o no, y solo cuando todos estos controles se pasan llegamos a la meta. Internet no es el dominio de la ciencia, en la Red hay cosas muy interesantes pero también mucha información errónea y peligrosa. Que tengamos la capacidad de salir de una crisis mundial sin precedentes y que algunos sigan envenenando con información errónea es sorprendente”.
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