Las historias, por otro lado, tienen una estructura que las hace más fáciles de comprender y de recordar que otro tipo de discursos. El aprendizaje se basa en la construcción de significado, y cualquier circunstancia que facilite esa tarea facilitará el aprendizaje. En este sentido, las historias son uno de los modos más fundamentales que tenemos los seres humanos para dar significado a las cosas que suceden a nuestro alrededor. No en vano nuestra especie ha compartido historias alrededor del fuego desde tiempos inmemoriales4.
¿Qué hace que las historias sean más fáciles de entender y recordar? Puede que su estructura ayude: los elementos que conforman las historias se conectan por relaciones de causa-efecto; esto es, todo lo que sucede en ellas responde a motivos de algún tipo. Además, las historias siempre se sitúan en lo concreto (en contraposición a lo abstracto). Cada historia es como un ejemplo, y nuestro cerebro se maneja mucho mejor con los ejemplos que directamente con las abstracciones (por eso cuando no entendemos algo, pedimos algún ejemplo). Eso no significa que con las historias no aprendamos ideas o conceptos. ¡Claro que sí! Lo hacemos precisamente dando significado al relato. De hecho, muchos cuentos terminan con una moraleja final que señala el trasfondo de la historia; esto es, la idea que de ella se deriva.
Sea por el motivo que sea, el hecho es que nuestra capacidad de recordar una información se multiplica significativamente cuando esta se presenta en forma de historia3. Esto incluye el aprendizaje de la propia lengua. En efecto, las historias son uno de los recursos más eficaces para que los niños aprendan nuevo vocabulario espontáneamente (entre otras cosas)5. La riqueza del vocabulario en la infancia es un importante factor predictivo de la comprensión lectora (¡de la comprensión lingüística!)6. Por eso, compartir lecturas con los niños desde bien pequeños es una de las cosas más sencillas pero más extraordinarias que podemos hacer para contribuir a su desarrollo (véase este vídeo sobre cómo leer con los más pequeños).
En fin, no debería sorprendernos que las historias en particular, y el lenguaje en general, sean uno de los medios de aprendizaje más relevantes para los seres humanos. Al fin y al cabo, nuestra extraordinaria capacidad para el lenguaje nos caracteriza como especie. El lenguaje impregna profundamente nuestra cognición y es el medio más eficiente de representar y compartir nuestras experiencias e ideas. ¡No minusvaloremos el poder de la palabra cuando se trata de enseñar y aprender! De hecho, no olvidemos que la definición de «aprendizaje activo» se refiere a una actividad cognitiva: a pensar sobre lo que aprendemos, a darle sentido. Ese es el «hacer» que no debe faltar nunca para aprender7.
Y colorín, colorado, este hilo se ha acabado.
Héctor Ruiz Martín
Hilo en Twitter del biólogo barcelonés Héctor Ruiz Martín (@hruizmartin), director de la Fundación Internacional para la Enseñanza de las Ciencias (ISTF)
4 J. Gottschall: The storytelling animal: How stories make us human. Houghton Mifflin Harcourt, 2012.
5 J. Lenhart, W. Lenhard, E. Vaahtoranta y S. Suggate: Incidental vocabulary acquisition from listening to stories: a comparison between read-aloud and free storytelling approaches. Educational Psychology, 2018; 38: 596-616.
6 L. Verhoeven y J. van Leeuwe: Prediction of the development of reading comprehension: A longitudinal study. Applied Cognitive Psychology, 2008; 22: 407-423.
7 M. Prince: Does active learning work? A review of the research. Journal of Engineering Education, 2004; 93: 223-231.
Las historias son uno de los modos más fundamentales que tenemos los seres humanos para dar significado a las cosas que suceden a nuestro alrededor. Off Héctor Ruiz Martín Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3qFSdtK
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