El equipo de Oncología Radioterápica del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid ha utilizado radiación ionizante para el tratamiento de una infección por equinococo encapsulada (quiste hidatídico) en la cadera de una paciente que no respondía a los tratamientos antibióticos habituales.
Este caso clínico, que ha sido publicado en International Journal of Infectious Diseases, muestra cómo la radiación puede ser un tratamiento útil para el tratamiento de infecciones localizadas resistentes a otras terapias.
“Obviamente la radioterapia no es un tratamiento de primera línea para tratar las infecciones; para ello ya existen diversas estrategias, pero en determinados casos, sí se ha comprobado que puede ser una opción eficaz”, explica Marina Peña Huertas, médico adjunto del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, y primera firmante de este estudio. Peña alude a las escasas series publicadas, sobre todo en centros chinos, de abordajes de quistes hidatídicos resueltos con altas dosis de radioterapia.
Infección por equinococo
Los quistes hidatídicos se producen como consecuencia de la infección por larvas del equinococo Echinococcus granulosus. El parásito se encapsula formando quistes, de forma excepcional en los huesos, pues las localizaciones más frecuentes son el hígado o el pulmón.
El caso que expone ahora este equipo médico de Quirónsalud Madrid en la revista científica es el de una mujer de 64 años que había sido diagnosticada de un quiste hidatídico en el hueso de la articulación sacroilíaca, que le provocaba ciática y parestesia. Recibió tratamiento sistémico con albenzadol y se le efectuó una cirugía, pero seis meses después sufrió una recaída que se trató con nuevas dosis del fármaco.
A los dos años requirió una nueva resección, logrando una enfermedad estable durante otros dos años. Sin embargo, en ese punto comenzó a sufrir un dolor más intenso. Ante el aumento del tamaño de la infección, la siguiente opción terapéutica era una tercera cirugía, mutilante, pues se planteaba la necesidad de una hemipelvectomía. Fue entonces cuando los especialistas valoraron el tratamiento con radioterapia.
“Efectuamos una tomografía computarizada de simulación como la que se realizan todos los pacientes que van a ser sometidos a cualquiera de nuestros tratamientos que completamos con una resonancia magnética y un PET-TC para delimitar con exactitud el perfil de la lesión y las estructuras que debíamos irradiar”, detalla Peña sobre el procedimiento que aplicaron. “Administramos 27 sesiones y una dosis total del 54 Gy. Después de todas las sesiones, la paciente mostró una disminución del tamaño de la lesión y una desaparición del dolor”.
Más de nueve meses después del tratamiento, expone, la paciente sigue sin dolor y los títulos de anticuerpos frente a equinococo han disminuido. “A nivel radiológico, el quiste permanece radiológicamente estable, con una respuesta parcial, pero lo más importante es el resultado clínico: la paciente se encuentra sin ningún dolor”.
La especialista destaca la importante colaboración en este caso de todo el Servicio de Oncología Radioterápica, así como de Eduardo Pardo, de Radiofísica; Ignacio Álvarez, de Traumatología, y Maravillas Carralón, de Medicina Interna.
“La radiación ionizante causa daño en el ADN del parásito y evitamos que se replique. El tratamiento ha sido posible gracias a los avances técnicos que nos permiten focalizar las dosis –en este caso en el quiste- evitando afectar a los órganos sanos próximos, en concreto, el recto y el plexo sacro. Modalidades como la arcoterapia volumétrica alejan el daño a estructuras sanas”.
Una de las razones por las que la radioterapia no se ha empleado en más infecciones localizadas resistentes es, probablemente, por el temor a afectar a los tejidos sanos, algo que los nuevos equipos radioterápicos evitan.
En la covid-19
“Dada la complejidad de la planificación de este tratamiento y teniendo en cuenta que hay más armas terapéuticas, la radioterapia se podía utilizar como un último escalón en ciertos casos. Por ejemplo, en el inicio de la pandemia se estudió la acción antinflamatoria de dosis bajas de radioterapia en pulmones de pacientes con covid-19”, expone Peña.
De momento, el uso de radiación en infecciones es prácticamente anecdótico. “Con la publicación de este caso queríamos sumar conocimiento científico a un problema que puede ocurrir en otros pacientes y aportar datos sobre una opción factible”.
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